Ayer 24 de abril, México vivió un momento de trascendencia, en el que las personas que han sido acosadas de alguna forma salieron a las calles de varias ciudades a manifestarse con el hashtag #VivasNosQueremos.

Si bien me sorprendió que las mujeres decidieran discriminar a algunos hombres que se quisieron adherir por también haber sido acosados a lo largo de su vida. Me parece que ya es momento de detener el hostigamiento del cual históricamente hemos sido blanco.

Curiosamente esto no sólo tiene que ver con abordar un autobús o pasar enfrente de una construcción llena de trabajadores. Aunque nos sintamos sofisticados, ilustres e intelectuales, en nuestro gremio se da y se da fuerte.

Alguna vez perdí uno de mis mejores trabajos por acoso sexual; me corrieron de Leo Burnett por no haber aceptado los avances de mi jefe.

El distinguido individuo en cuestión se llamaba Nicolás y era tan asqueroso que lo apodaban entre los hombres “el pelo de axila”. Era íntimo amigo y protegido de Sergio, el director general.

Yo no acostumbraba socializar con él. Llevábamos una relación cordial y trabajábamos super bien en el área de Cuentas, manejando Alka Seltzer, jugos Jumex y enciclopedias Salvat. La verdad es que él no hacía mucho, pues yo le quitaba gran cantidad de trabajo de encima. Y eso lo hacía muy feliz.

Trabajos

En una ocasión tuvimos una diferencia de opiniones y me propuso que el que no tuviera la razón invitaría a comer al otro. Y, pues sí, a él le tocó pagar.

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El día de la comida me dijo que estaba un amigo de él en la ciudad y que, en lugar de cancelarme, me proponía reunirnos los tres, porque además el susodicho cuate representaba una oportunidad de negocio.

Así lo hicimos. El amigo era no guapo sino lo que le sigue, más tres vueltas a la manzana. Tuvimos una comida maravillosa, de plática verdaderamente interesante. Para cuando llegó la hora del postre, el inmundo jefe hijo de su jefa madre me propuso que nos fuéramos los tres a un sitio donde estuviéramos “más cómodos”.

Regresé a la agencia. Fui a ver a su amiguito el director para decirle que ya sabía que llevaba las de perder pero que necesitaba compartirle acerca de la “invitación” de su protegido.

Cuatro semanas después, mi cheque de liquidación me esperaba en el área de Finanzas. ¿Me dolió? Claro. Fui feliz en Leo Burnett y añoro esa época. ¿Me arrepiento? NO, NUNCAMENTE.

Pase lo que pase, ya no podemos quedarnos calladas ni callados. No tenemos por qué soportar abusos de autoridad por el miedo a perder nuestra fuente de ingresos.

Trabajos hay muchos, dignidad solamente tenemos una. #PosÉstos

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