Revista de Marketing y Negocios

Apropiación cultural en tiempos de trending: 8 puntos

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Ah, la apropiación cultural… ese deporte olímpico que nadie admite practicar, pero todos sabemos quién se colgó la medalla. Antes ocurría en desfiles de moda exclusivos o en galerías de arte blanco-paloma. Hoy, gracias a la hiperconectividad y al scroll eterno, se juega en la cancha sociodigital: Instagram, TikTok, X (antes Twitter, pero nunca antes Memelas de Orizaba).

El asunto es simple: la cultura ya no solo se apropia, también se viraliza. Y cuando se viraliza, se descontextualiza. Lo que antes era un textil hecho a mano en San Juan Chamula, hoy es un drop de lujo en e-commerce. Y, oh sorpresa, la comunidad que lo creó ni enterada… hasta que lo ven en reels con música de Rosalía.

Outrage digital express

1. Outrage digital express

Las redes sociales han convertido a la apropiación cultural en un espectáculo instantáneo. En cuanto una marca lanza un producto “inspirado” en comunidades originarias, aparece el screenshot, la quote-tweet y el hashtag. El linchamiento digital es más rápido que la fila del Oxxo cuando solo hay una caja abierta.
Ejemplo reciente: Adidas y sus sandalias “Oaxaca Slip-On”. Boom, backlash en cuestión de horas. Gobernadores, diseñadores y Twitter users hicieron trending la indignación. Si antes estas quejas quedaban en círculos académicos, ahora son trending topic global.

Las redes sociales han convertido a la apropiación cultural en un espectáculo instantáneo

2. Mil ejemplos de culpas antiguas

Y la cosa tiene historia: Liverpool vendió tenis con estampado tenango sin permiso; Nestlé imprimió arte de Tenango en tazas de Chocolate Abuelita; Prada, Mango, Louis Vuitton y Hermès hicieron lo suyo sin crédito ni compensación —y sin Ajax que limpie la sanción social. Esto no es nuevo, pero el twist moderno es que ahora lo vemos en tiempo real y hay quejas públicas, no solo murmullos en la comunidad.

3. El like como protesta

La indignación ya no necesita pancarta, solo un retweet con emoji de fuego. El social justice se mide en engagement: cuantos más likes y shares, más fuerte pega la crítica. Y ojo, porque este like-activismo tiene doble filo: sirve para visibilizar, pero también puede diluirse en un scroll infinito donde la queja de hoy es el meme de mañana.

4. Cancelación 2.0: disculpa en Arial

La respuesta de las marcas es predecible: comunicado tibio en Instagram, fondo blanco, tipografía Arial. Algo como: “Nos disculpamos si ofendimos. Nuestra intención era celebrar la cultura…”
Y claro, el internet no perdona la tibieza. Porque en el mundo sociodigital, no basta con pedir perdón: hay que compensar, colaborar y, sobre todo, dar crédito. Si no, la cancelación es permanente, y el screenshot vive para siempre en Google.

5. La estética fast food

El algoritmo premia lo rápido y lo visual. Por eso la apropiación cultural digital se siente como comida rápida: un huipil convertido en crop top para festival, un arete artesanal vendido en Etsy por triplicado. Se consume en segundos, se olvida en minutos. El problema es que ese fast fashion digital borra años de tradición. En TikTok, un bordado zapoteco puede terminar reducido a un “life hack aesthetic”.

6. Entre apropiación y apreciación

No todo es linchamiento: el debate sociodigital también abre espacio para diferenciar entre apropiación y apreciación. Colaboraciones donde sí se reconoce y remunera a la comunidad tienen buena recepción. El público ya sabe leer la diferencia entre un homenaje y un robo descarado. El problema es que muchas marcas creen que poner un emoji de maicito en su campaña ya es respeto cultural. Spoiler: no.

7. Cintas negras vs. colaboraciones con flow

Porque no todo es appropriation fail. Tenemos ejemplos dignos: Pineda Covalín, por ejemplo, trabaja con familias artesanas de Guerrero, Oaxaca, San Luis Potosí, construyendo puentes reales y prenda con identidad, no solo moodboard. Diran ustedes: “ay, tío Presno, pero esa era una marca mexicana, mimimimimi”. Pues es un faro positivo en este mar de plagios, queridos. Siono…

Cintas negras vs. colaboraciones con flow

8. Conclusión con jiribilla

La apropiación cultural hoy se litiga en redes: trending topics, hashtags, cancelaciones y disculpas digitales. La arena sociodigital democratizó la crítica, pero también la volvió fugaz. Una indignación puede durar lo mismo que una Story.
Lo cierto es que mientras las marcas sigan viendo a las culturas originarias como moodboards gratis, el internet seguirá afilando el hacha digital. Y en este coliseo, queridos lectores encarecidos, todos tenemos asiento de primera fila… y botón de share.

Nos leemos pronto…

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Miguel Presno

Director General de WatsonData

Miguel cuenta con más de 14 años de experiencia en investigación de mercados (digital y tradicional). Adicionalmente, se desempeña como especialista en Visual Thinking e ilustración, y ha colaborado con diversas publicaciones nacionales e internacionales bajo el pseudónimo Chachachato.

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