La letra “Q” siempre me ha parecido una de las más extrañas de nuestra lengua. ¿Cómo o por qué hay que poner una “u” en medio? ¿Por qué nada más se usa con “e” y con “i”? ¿Por qué no hacemos una buena limpia y de una vez eliminamos estas letras que no sirven para nada?
Estoy seguro de que la explicación incluye el uso que se le daba en el latín, pero eso ya suena muy arcaico; las lenguas evolucionan y, como tal, también debería de evolucionar la forma de representarlas gráficamente bajo riesgo de que comience a parecer una lengua muerta.
He de reconocerlo, a veces soy un tanto estricto en cuanto a esto y trato de seguir las reglas. Por ejemplo: me causa repulsión el vocablo “Beijing” porque es el nombre de la ciudad capital china escrito utilizando la adaptación china del alfabeto latino.
Sigo prefiriendo el clásico y antiguo “Pekín” que me suena más a los libros de aventuras que alguna vez leí y que además es la forma en que nosotros, los que hablamos la lengua castellana, escribimos y decimos el nombre de la ciudad de forma correcta.
Por la misma razón que no decimos “London”, “Torino” o “München”, tampoco decimos Beijing; por eso mismo tampoco nosotros nos podemos poner a exigir que todo mundo escriba el nombre de nuestro país a nuestra manera.
En España sobre todo, a muchos les hace un cortocircuito bastante gacho el pronunciar la dichosa “X” como “J” y he sido testigo de múltiples y sangrientos pleitos en redes sociales donde los apelativos alcanzan niveles muy bajos a la hora en que cada quien defiende su punto:
―¡Ningún sudaca va a venir a decirme como escribir en mi idioma!
―¡Pues a mi ningún gachupín me va a explicar cómo escribir el nombre de mi país!
… y así.
Todo este rodeo para decir que me molesta sobre manera la forma en que la mayoría de los medios de comunicación escriba la palabra “Catar”, con una “Q” de una forma en que rompe con todo lo que me parece correcto.
Para empezar el nombre de dicha letra se escribe como “cu” y, según las reglas de la Real Academia sólo se usa para la “E” y la “I” siempre con una “u” en medio, pero esto, no aplica para las reglas de transcripción de la lengua árabe la cual acepta el uso de “Q” en casos como Qatar.
Así que llegamos a la conclusión que, si lo quieren hacer así, pues no hay ningún problema. Si a los qataríes les gusta así, así será.
Con “A” de alcohol
Sin embargo, la controversia en Catar ha ido mucho más lejos que una simple letra.
Aunque el tema de derechos humanos y laborales dentro del pequeño estado ha sido tomado con pincitas y desde las posiciones más variadas por parte de países y federaciones asistentes al gran evento, un tema muy particular me sigue llamando la atención: el del alcohol y la relación que la mayoría de los participantes en redes sociales tienen al respecto.
Es muy curiosa la forma en que el aficionado promedio tiene normalizado el hecho de consumir bebidas alcohólicas a la hora de mirar deporte y llega a un nivel que parece que una cosa no puede ir sin la otra.
Un conocido mío criticaba a otro por su afición al beisbol y a la cerveza; tenía la seguridad de que le gustaba ese deporte en particular debido a que la enorme longitud de los juegos le daban más tiempo de embriagarse.
Le parecía tan aburrido que tenía la seguridad de que esa era la única forma de soportarlo e, incluso, de disfrutarlo.
Es donde a mí me llega la pregunta: ¿Es en serio que es necesario tener un vaso de cerveza en la mano para disfrutar un evento deportivo?
Entiendo que se tome una cerveza o hasta dos durante el partido, pero ¿qué necesidad hay de meter de contrabando a un país con leyes demasiado estrictas y castigos demasiado fuertes sustancias prohibidas?
Tal vez la frase “turismo alcohólico” describa mejor a estas hordas.
El caso es que tan pronto inició el evento alguien se dedicó a viralizar una nota según la cual las autoridades de ese país habían arrestado al primer mexicano que intentó colar botellas de bebidas y por lo cual fue condenado a 30 latigazos.
Digamos que, quien lo hizo apeló a la tradicional facilidad que tenemos, como nacionalidad, de meternos problemas en el extranjero.
Las reacciones fueron muy variadas pero las que más llamaron mi atención fueron aquellas de quienes se regocijaban del hecho e incluso exigían que se hiciera una transmisión en vivo del castigo. Como si ver el sufrimiento de un semejante fuera motivo de burla y de sentir que se hace justicia.
¿Envidia?
De forma afortunada, nunca fue confirmada esta información por lo que lo más seguro es que haya sido una de esas noticias falsas que algunos gustan de introducir al sistema para ver hasta dónde llega.
La parte desafortunada sigue siendo que la mayoría de los usuarios de las redes tienen alma de tía y no dudan en propagar este tipo de textos sin siquiera verificarla.
Catar para los catarinos
Por supuesto que Catar tiene todo el derecho de exigir ese tipo de cosas y, en el caso del alcohol, nada tiene que ver con asuntos más serios de derechos humanos. Si ellos no aceptan el consumo de alcohol en su país, están en todo su derecho.
En nuestro país no está permitido el uso de ciertos fármacos y, si las autoridades nos cachan tratando de meterlos, seguro también tendremos graves problemas.
Así que, si se tiene la brutal necesidad de ingerid bebidas alcohólicas de manera desmesurada durante un evento deportivo, quizá lo más sano no sea acudir a un evento realizado en un país que proscribe las bebidas alcohólicas y sea, mejor, buscar ayuda.