Hace algunas semanas me encontré con un reportaje-documental que me hizo confirmar las sospechas que yo tenía. Si bien encuentro la tecnología verdaderamente fascinante, desde que la tenemos tan a la mano siempre me ha costado trabajo entender por qué hay personas que les resulta tan difícil desconectarse por un rato.
El problema es que la dopamina tecnología se ha convertido en una adicción.
Sí, adicción… y muy grave.
El punto es éste. Nuestra adicción a la tecnología se debe a que nuestro cerebro codifica todos los likes, favs, mensajes, whatsapps, emails, etc.; como un reconocimiento o un halago a nuestra persona. Por lo tanto, el tener cerca el medio por el cual recibimos dichos estímulos aparentemente positivos es imprescindible para la mayoría de nosotros.
Al tratar de mantenernos alejados del dispositivo adulador, se detona una ansiedad cuyo nivel se exacerba minuto tras minuto. Tenemos esa compulsión de ver / checar / corroborar que estamos siendo reconocidos o premiados por los demás.
Es decir, mientras las personas o las actividades que tenemos enfrente no nos resultan tan estimulantes ni elogiosos. El dispositivo se convierte en una fuente de dopamina como alimento egotecario.
El ego nos está dominando y la ciencia no sabe cómo lidiar con esto porque es totalmente nuevo.
Algunos esfuerzos incipientes se están haciendo, pero nada contundente. Te invito, querido lector, a ver el corto de 30 minutos que me tiene estupefacta y del que todos deberíamos aprender. #PutAttention