Vaya polémica la que se ha armado por el nuevo comercial de Doritos. Yo, la verdad, no le encuentro gracia ni otra cosita.
Y si me pongo a analizarlo, lo cierto es que no sé ni por dónde empezar. De entrada, un comercial que requiere de descifrarse me parece que no sirve. Éste, por raro y por la producción tan extraordinaria te detiene porque llama la atención. Pero más bien te deja con cara de what.
Podría explicar lo que quisieron hacer: una especia de símil malogrado de 2001 Space Odissey de Kubrick, incluyendo a un personaje que se llama Walter Mercado quiere regresar a los reflectores a como dé lugar (lo sé de facto) y que con tanta cirugía se ve como un feo remedo de Carolina Herrera. El gran problema es que las audiencias actuales no saben quién es el protagonista y 2001 les parece una película por demás aburridísima.
En YouTube, alguien explica “Publicidad de la agencia BBDO Mexico para Doritos México con el astrólogo portorriqueño Walter Mercado. El célebre astrólogo se enamora de un traje de astronauta dorado, come algunos Doritos, rejuvenece, de pronto está en el espacio con gravedad cero, y de repente es una constelación que te vigila. En realidad él ya sabe todo lo que te pasa desde hace 50 años”… Cara de what a la quinta potencia.
Es una ejecución que está atiborrado de simbolismos que no vienen al caso o que pusieron por accidente, como haciéndose los graciosos. Me hacen dudar que el director de arte haya sido capaz de pensar en tanto detalle. Más bien parece una colección atropellada de utilería y efectos que hasta llevan a una interpretación inaudita y bizarra con la que me topé al escribir este texto.
Una vez dicho esto… El comercial logra llamar a atención (lleva más de 7 millones de views) pero es como cuando hay un accidente en la carretera y todo mundo se detiene para ver. Verlo está entre morbo y placer culposo que no tiene justificación. Los efectos especiales son espectaculares. La ininteligible historia te hace repetirlo una y otra vez, a ver si le entiendes. Ver al mentado astrólogo rejuvenecerse con 5 Doritos es más que irrisorio. Y la música ayuda, ya que es verdaderamente insuperable.