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Educación, oportunidades de empleo y la nueva presidenta

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“El objeto de la educación es formar seres aptos para gobernarse a sí mismos, no para ser gobernados por los demás”. – Herbert Spencer –

Antecedentes

Entre 1972 y 1973 dos países compartían algunas similitudes en términos macroeconómicos y demográficos, que desde entonces han motivado diversos estudios al pasar del tiempo; ambos venían de etapas muy difíciles durante los primeros años del s.XX y no eran ajenos a los movimientos sociales que se gestaron durante la década los 60´s.

Uno de éstos, incluso, venía de una guerra, durante la década de los 50´s, en la que el país, como sus habitantes lo conocían, llegaba a su fin y éste era dividido en dos.  Todo, en pleno apogeo de la guerra fría.



Me refiero a Corea del Sur, país que hasta antes de los 90´s, de acuerdo con los indicadores macroeconómicos, estaba por debajo de México.  De hecho, hasta antes de la celebración del Primer Woodstock, tendía a ser uno de los países más pobres de Asia (República de Corea).


En aquellos convulsos años de inicios de los 70´s se pronosticaba que México podría convertirse en uno de los países con mayor desarrollo económico en el mundo, primordialmente por tres factores:



1. México era vecino de los Estados Unidos, una de las principales economías del mundo.

2. México era uno de los países más ricos en recursos naturales.

3. Contaba con un gran bono demográfico (población económicamente activa) que le permitiría crecer económicamente y casi de manera exponencial.

La historia, como la conocemos actualmente, es muy diferente.

Cuando los 70´s

Durante el llamado “Milagro Mexicano” el entonces Presidente Luis Echeverría, tras la crisis económica producida por la escasez de petróleo, se dedicó a imprimir dinero sin respaldo alguno y a contratar deuda para la compra de empresas en situación de quiebra, con el pretexto de proteger y cuidar los empleos, privilegiando así, la ineficiencia y la corrupción.

El resultado más sonado de este descalabro en administración pública, fueron pasar de un dólar de 12.50 a 25.00 pesos e incrementar la deuda manejable de 6,000 mdd a 20,000.


Ante la crisis económica mundial, para aspirar a un mejor nivel de vida, habría que estudiar y prepararse.

No me lo crean, ustedes mismos revisen la curva de crecimiento ascendente entre la población que comenzaba a fijarse como meta, contar con estudios universitarios. 

Y claro está que la famosa “brecha económica” se iba a comenzar a abrir.  Estudios y análisis hay por montones.

Luego, en los “fabulosos” 80´s

Con el inicio de los 80´s, el “New Wave” y “la modernización”, la educación comenzó a tomar un lugar preponderante en la vida de las familias (sobre todo en la clase media) así como un lugar central, en el desarrollo económico.

Ya no bastaba con tener la preparatoria o ser técnico especialista en algún oficio o actividad.

Con la adopción del ordenador había que ponerse a estudiar nuevas cosas y “profesionalizarse”, de tal modo que la Licenciatura (aunque fuera en macramé y bolitas) ponía al profesionista o candidato a una plaza laboral en un grupo aparte.  Al ser “Licenciado” el título ya era valorado y considerado por los empleadores.

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El Plan Nacional de Desarrollo (1983-1988) planteaba, entre otras cosas, la necesidad de realizar reformas estructurales que favorecieran la exportación de manufacturas y se convirtieran así en un motor del crecimiento.

Uno de los cambios más relevantes para México, durante la agitada década de los 80´s, fue la disminución de la intervención estatal y la apertura comercial emprendida a partir de la incorporación al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT por sus siglas en inglés) en 1986, y consolidada con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) el 1 de enero de 1994.

Sobrevinieron las crisis sexenales en 82 y 87 y tras la borrachera de la entrada en vigor del tratado comercial con América del Norte, vino el famoso error de diciembre en 1994, después del asesinato de Luis Donaldo Colosio, que terminó por depreciar el poder adquisitivo gracias a las devaluaciones en más de 4,000% al final del sexenio de Miguel de la Madrid y del 50% con Carlos Salinas de Gortari.

Para quienes no lo recuerden o no lo sepan, a inicios de los 90´s se decidió quitarle tres ceros a nuestra moneda, luego entonces el precio real, actualizado de un litro de gasolina, no es de $25.00 pesos, sino de $25,000.00.

Para mayores referencias sobre este periodo, recomiendo leer un poco sobre “tecnocracia”, y las consecuencias en la políticas públicas de México desde tiempos de Miguel de la Madrid.

¿Y qué con la educación ?

Fue precisamente entre los 80´s y 90´ cuando la marca que respaldaba el título académico, comenzó a aportar un valor adicional al egresado.

Ser egresado de una Universidad privada, era mejor y más valorado que si se provenía de una pública, al respecto dos casos concretos: UNAM en Ciudad de México y la UDG en Guadalajara, supongo que habrá más ejemplos, pero antes de que se rasguen las vestiduras me explico.

educación

Cuando las ofertas de empleo se publicaban en el “Aviso de Ocasión” de algunos periódicos, era común encontrar alguna leyenda que “invitaba” a los egresados de las universidades públicas, abstenerse de aplicar para dichos puestos laborales.

A uno de mis parientes incluso le tocó ser descartado en el primer filtro por ser egresado de la UNAM.  



Las razones eran principalmente dos:

1. El bajo nivel académico

2. La ideología

Por el contrario, egresados de instituciones privadas eran bien recibidos y hasta buscados.  De ahí que además de la parte académica, las universidades privadas inviertan en IDENTIDAD, cosa que a los políticos actuales les estorba ante la manipulación que ejercen.

Quizás por eso el actual presidente, se queje amargamente de que quienes tienen mayor grado de estudio, votan menos por su “proyecto”.  Lo cual también pudiera ser puesto a debate ante los resultados de las recientes elecciones.

Con la llegada de la alternancia en México, el porcentaje de universitarios con estudios de posgrado se incrementó en gran medida a los nuevos requerimientos laborales, tanto en la iniciativa privada, como en el servicio público.

Tal fue el “boom” económico a partir del negocio educativo que corporativos internacionales, años después de la incursión el TLCAN comenzaron a fijarse en México como objetivo comercial.

A inicios de la década de los 2010, comenzaron a comercializarse nuevos esquemas académicos que incluían licenciatura y maestría en menos tiempo.  Razón pues, de que tener un posgrado si era una ventaja competitiva.

En este periodo comprendido entre 1994 y 2018 la triste realidad es esta:
“Corea del Sur pasó de un PIB per cápita de 944.29 dólares en 1960 a 26,761.94 en 2018, es decir, alrededor de 28 veces más (en términos monetarios) en ese periodo. En contraste, México tuvo solamente un incremento de 2.7 veces en el mismo periodo, pasando de 3,907.49 dólares a 10,385.3. Fue a partir de los noventa cuando Corea del Sur superó a México en este indicador. Por otro lado, desde el 2009 el PIB ha sido superior en Corea.”
Crecimiento económico: un contraste entre México y Corea del Sur Tesis presentada por Marisol Lara Maldonado (B.C. México)

¿Qué viene?

En los últimos 20 años la educación y la parte laboral parecen disociadas; mientras que mundo avanza a pasos agigantados, en muchas instituciones se rehúsan a los nuevos modelos y esquemas para resolución de problemas.  Cuando un plan académico es “registrado” tiene al menos; dos o tres años de rezago, respecto de la realidad.

Los Steve Jobs, personas que no poseen un título universitario pero que son autodidáctas en áreas específicas de “x” o “y” industrias comienzan a aparecer más seguido en países donde se privilegia la invención, el emprendimiento y la generación de empresa.

Pero en un país donde se presume como logro de gobierno la apertura de 209 planteles universitarios, sin tener al día de hoy planes de estudio, egresados colocados en puestos clave, ya no digamos aportaciones científicas de parte de la institución educativa y por el contrario, se privilegia la ideología en vez de la acción específica.

Se antoja a una ampliación nuevamente de la brecha entre quienes acceden a educación de mejor calidad que quienes se


Gracias por leerme, nos vemos en 15 días.

Juan Pablo Altamirano

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