En Facebook me topé con una noticia que de inmediato jaló mi atención: “Niño vendía amigos imaginarios en colegio de Monterrey”. En resumen, un audaz niño de 7 años generó cerca de $500 pesos de ganancias, aunque la alegría le duró poco, porque fue reprendido por sus padres y maestros.
Mi opinión es que este niño es un crack del marketing. A su corta edad entiende muy bien algunos conceptos básicos de esta disciplina, sobre todo, que el marketing se trata de generar encanto y nunca un engaño.
Para empezar, supo detectar una necesidad y en consecuencia creó un producto tan único que es difícil de igualar. Esta historia me recuerda un poco a la de Gary Dahl, un estadounidense que en los 70´s se volvió millonario al vender cinco millones de rocas como “mascotas”. Aún así, al menos a nivel conceptual, creo que este infante lo supera, pues su producto es totalmente imaginario.
En segundo lugar, supo generar una campaña exitosa, pues fingía mantener conversaciones con sus “amigos imaginarios” para luego presentárselos a sus compañeros a cambio de $20 pesos. En pocas palabras, daba una pequeña muestra del producto como gancho de ventas.
En tercer lugar, el niño tuvo un gran enfoque al cliente, pues según lo que dice la noticia sus compradores apenas realizaban el pago y empezaban a interactuar gustosos con los amigos imaginarios que acababan de adquirir. Indudablemente en este emprendimiento los niveles de satisfacción del cliente deben estar altísimos.
En cuarto lugar, este pequeño es un gran storyteller, pues todo su concepto de negocio gira alrededor de contar historias que generan emociones y conectan con el público.
En quinto lugar, su modelo de negocios es tan atractivo, que ha dado mucho de qué hablar. Medios importantes como Televisa, TV Azteca y Entrepreneur cubrieron la noticia y sin duda le han dado un gran buzz.
Aunque todo suena a éxito esta historia no ha tenido un final feliz, pues al niño le han impedido seguir vendiendo sus “amigos imaginarios”. Al parecer, porque los adultos hemos confundido el encanto del negocio por un supuesto engaño.
El marketing empieza desde la conceptualización del producto o servicio. Desde ese momento ya debe oler a magia, por lo tanto, los productos engañosos no están hechos en base a mercadotecnia, sino en simplemente generar ventas.
Ya sé que en este punto muchos se dirán “¡Ah jijo! ¿Qué no se supone que el marketing debe generar ventas?” A lo que siempre me gusta responder con un tajante, “No. La mercadotecnia se trata de generar una conexión con el consumidor tan fuerte que genere empatía, identificación y confianza de forma que se creen grandes experiencias y por lo tanto una relación con el cliente a largo plazo, lo que automáticamente se convertirá no sólo en compras y recompras, sino en una recomendación constante.”
Este niño para nada engañó a sus compañeros. Al contrario, no hizo mas que marketing puro. Puedo entender que los que pudieron haberse sentido engañados fueron los padres de los otros niños. Incluso hasta me imagino las caras de algunos de ellos al enterarse que su hijo había gastado $20 pesos en un “amigo imaginario”.
Lo que se merece este niño es un diez en mercadotecnia y emprendimiento. Desconozco si ha tenido una formación alrededor de los negocios, pero por lo que se lee en la noticia al parecer no, sin embargo, tiene 2 elementos claves para triunfar en estas disciplinas, por un lado, mucha imaginación y por el otro, sentido común. Lo que este pequeñín necesita es que lo sigan incentivando y apoyando, pues sin duda, tiene madera de buen comerciante.
Alguna vez un buen amigo, el cual es un empresario exitoso del ramo de los restaurantes, con sucursales por todo el país y que empezó desde cero, me comentó que él no suele contratar mercadólogos, que prefiere emplear a personas con mucho sentido común, cosa que no te da ningún título. Desde entonces estoy totalmente de acuerdo con él, porque para triunfar en el marketing y lograr hacer cosas con encanto versus con engaño, lo primero que se necesita es mucho sentido común.