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Una muy buena parte de la política es apariencia. Quienes viven de ella nos representan en el Congreso de la Unión. La representación en el Congreso de la Unión se convierte en leyes. Las leyes nos sirven para normar las relaciones que existen en nuestra sociedad, ya sean de carácter mercantil, civil, familiar, fiscal, etcétera.

Si tomamos los dos extremos de esa guía podemos simplificar el discurso diciendo que se expiden leyes para aparentar y no siempre para solucionar. Cuando se realizan proyectos de iniciativa para legisladores depende de muchos factores: si el político que la presenta forma parte del partido en el poder, si es oposición, si quiere agradar a otro político, si sólo quiere levantar manos, si quiere agradar a un grupo de su entidad federativa porque desea ocupar un cargo público ahí o si tiene una bandera de un sector que, después de analizar estadísticamente, le redituará una victoria segura en una elección posterior.

Entonces, cuando uno como asesor técnico presenta una propuesta, por muy buena que esta sea, puede ser rechazada por el propio legislador porque implicaría gastar más presupuesto, porque le pega al presidente o, la más común de todas, porque no tiene impacto mediático. Hasta este momento de mi experiencia nunca he escuchado que no se presente porque no beneficia a la sociedad mexicana. Esto último da igual, no sirve políticamente.

EL OSO A LA HOGUERA

En México estamos acostumbrados a regular las consecuencias y no planificar para atender las causas. Si nos referimos a la interrupción legal del embarazo nos enfrascamos en castigar o no a las mujeres que aborten y no en una educación sexual clara, directa, que abarque aspectos económicos y de auto respeto; si hablamos de reglamentación del uso lúdico de la marihuana, satanizamos su consumo o abrimos la puerta a ello sin contar con estudios serios del impacto de las drogas en los jóvenes y darles herramientas para el uso informado. Ahora, nos enfocamos en extinguir a animales simpáticos como los de la especie “felinus tonius”, “paquidermos cholcolatosus” o “ursus pachoncitus panosos” – el Tigre Toño, el Elefante Melvin o el Osito Bimbo, pues – y no fomentar de manera activa la nutrición adecuada.

Pero desentrañemos el origen de estas nuevas disposiciones en las que también se incluyen las etiquetas negras amenazantes de exceso de todo.

LA REFORMA QUE PLANEÓ TODO

En efecto, estas disposiciones se encuentran en una Norma Oficial Mexicana, sin embargo, la adecuación de esta surge de una reforma a la Ley General de Salud, la cual fue publicada el 8 de noviembre de 2019 en el Diario Oficial de la Federación. Esos cambios que se hicieron abarcan varios aspectos a saber:

– Promover el cuidado de la salud en su carácter nutricional por parte de la Secretaría de Salud y de las autoridades educativas;

– Generar acciones para crear programas de nutrición con base en el cuadro básico de alimentación; y,

– A través de las normas oficiales de la materia, un etiquetado que se encuentre al frente del producto que sea veraz, claro, rápido y simple “que exceda los niveles máximos de contenido energético, azúcares añadidos, grasas saturadas, grasas, sodio y los nutrimentos críticos.

LAS MAL HECHAS NORMAS OFICIALES MEXICANAS

Como en esa ley se establece que se debe modificar las normas oficiales sobre el etiquetado – las cuales son emitidas por la autoridad administrativa, es decir, por el Poder Ejecutivo a través de las Secretarías de Estado encargadas de ese tema, en este caso en particular las Secretarías de Economía y Salud – se da un plazo al Ejecutivo para que emita esa nueva reglamentación. Ese plazo siempre se señala en lo que se denominan artículos transitorios, los cuales son los artículos que vienen hasta el final de los decretos de reforma expresados en números ordinales (primero, segundo, tercero, etcétera) y que tienen por objeto señalar el plazo de entrada en vigor de la ley o de las adecuaciones de las obligaciones que vienen en ella. En el caso de la Ley General de Salud, respecto el etiquetado, dan 180 días después de publicada la reforma para que el Ejecutivo Federal realice las adecuaciones reglamentarias correspondientes, es decir, la norma oficial sobre etiquetado.

Así es que surge la modificación a la Norma Oficial Mexicana NOM-051-SCFI/SSA1-2010, Especificaciones generales de etiquetado para alimentos y bebidas no alcohólicas preenvasados-Información comercial y sanitaria. Y, aclaro, es modificación debido a que estas normas pueden existir en el tiempo y ser modificadas sin perder que su espíritu de creación es anterior; en el caso de la NOM-051-SCFI/SSA1-2010 su publicación es desde el 5 de abril de 2010, en la que ya había esa obligación de etiquetar este tipo de productos con los listados al reverso como les comentamos anteriormente, pero con estas nuevas disposiciones de la reforma a la Ley General de Salud, se debe modificar para el nuevo etiquetado frontal. Esta modificación se publicó el 27 de marzo de 2020, señalando fechas distintas para su entrada en vigor.

Antes de seguir, exploremos lo que es una norma oficial mexicana. Antes, había una Ley Federal sobre Metrología y Normalización que regulaba todo lo concerniente a la emisión de normas oficiales mexicanas; esa ley se abrogó – cuando escuchen que una ley se abrogó es que todos sus artículos se “eliminaron”, mientras que cuando hablan de “derogación” es cuando uno o más artículos de una ley, sin llegar a la totalidad, se eliminaron – para dar paso a la Ley de Infraestructura de la Calidad. En esa Ley nos dice su artículo 4º fracción XVI que una Norma Oficial Mexicana es “la regulación técnica de observancia obligatoria expedida por las Autoridades Normalizadoras competentes cuyo fin esencial es el fomento de la calidad para el desarrollo económico y la protección de los objetivos legítimos de interés público previstos en este ordenamiento, mediante el establecimiento de reglas, denominación, especificaciones o características aplicables a un bien, producto, proceso o servicio, así como aquéllas relativas a terminología, marcado o etiquetado y de información”.

LA SEÑAL DE LA IGNOMINIA. EXCESO DE EXCESO

La NOM-051-SCFI/SSA1-2010, regula muchos aspectos, sin embargo, nos enfocaremos en dos: el etiquetado frontal que ya lo vemos en octágonos negros con la leyenda “exceso de…”; y, la desaparición de personajes que influyan en el consumo como Pancho Pantera, Chester Cheetos, Sam el Tucán y otros donde el escurridizo Osito Bimbo se ha escapado de forma magistral. Al respecto, la NOM nos señala lo siguiente:

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– En el apartado 4.5.3.4 Sistema de etiquetado frontal, se establece que, de acuerdo con el numeral 3.47 cuando un producto preenvasado presenta un contenido en exceso de energía, nutrimentos críticos e ingredientes que representen un riesgo a la salud en un consumo excesivo, se deben colocar unos sellos que digan, de acuerdo a su composición: exceso calorías; exceso sodio, exceso grasas trans, exceso azúcares, exceso grasas saturadas. O unos cintillos que digan “CONTIENE CAFEÍNA EVITAR EN NIÑOS” o “CONTIENE EDULCORANTES – NO RECOMENDABLE EN NIÑOS”. Esto a partir del 1 de octubre de 2020

– En el apartado 4.1.5, derivado de especificaciones, se establece que los productos preenvasados que ostenten uno o más sellos de advertencia o la leyenda de edulcorantes – que explicamos en el párrafo anterior -, no deben: a) incluir en la etiqueta personajes infantiles, animaciones, dibujos animados, celebridades, deportistas o mascotas, elementos interactivos, tales como, juegos visual – espaciales o descargas digitales, que, estando dirigidos a niños, inciten, promueven o fomenten el consumo, compra o elección de productos con exceso de nutrimentos críticos o con edulcorantes, y b) hacer referencia en la etiqueta a elementos ajenos al mismo con las mismas finalidades del inciso anterior. Esto en vigor a partir del 1 de abril de 2021.

En concreto, veremos las etiquetas enormes en casi todos los productos; hasta una lechuga que por su tratamiento o composición particular que contenga azúcares naturales, debe tenerla. Por otro lado nos despedimos de todos, absolutamente todos los personajes que vimos como estrategia de mercado para hacer más agradables sus productos o no sé para qué – eso los mercadólogos y publicistas lo sabrán -. No está el mamut agradable en el mamut, no está el limoncito de los churrumais, se fueron Melvin, Toño, Sam, los duendes de Lucky Charms, pero tampoco veremos al Chicharito y compañía pidiendo que hagas sándwich, ni a Usain Bolt echándose un Gatorade después de entrenamientos extenuantes o no habrá una versión remasterizada de Luis Miguel diciendo que no puede comer sólo una papa.

PARA QUE CONSTRUIR SI SE PUEDE DESTRUIR

El otro lado de la reforma estableció la creación de programas y medidas para atacar la mala nutrición, lo malo es que a la fecha no hemos visto alguno de forma concreta.

A consideración del que les escribe, si queremos que las niñas, niños, adolescentes y población en general, valdría la pena invertir en:

– Inclusión de una materia de nutrición y forma saludable de vivir en toda la educación básica por lo menos.

– Crear comedores estudiantiles en todas, absolutamente todas las escuelas, para que las y los estudiantes, coman, al menos una vez al día, un plato balanceado.

– Instalar bebedores, con agua de calidad y que sirvan más de dos meses, en todas las escuelas y algunos espacios públicos.

– Contar con médicos, enfermeras y especialistas en nutrición de planta en escuelas y oficinas gubernamentales, que prescriban dietas sanas y posibles.

– Generar un salario digno que permita tener un poder adquisitivo que no genere obstáculos al comprar insumos alimenticios.

– Crear más parques, canchas y complejos deportivos de calidad, en los que de manera forzosa acudan las y los alumnos de todos los niveles educativos, como parte de su plan de estudios, en los cuales elijan uno o más deportes de alto rendimiento que desarrollen a lo largo de su vida académica.

– Realizar jornadas deportivas y platicas alimenticias en pueblos originarios atendiendo a su dieta habitual y los insumos que tienen a su alcance – porque la desnutrición también es mala nutrición.

No, no se trata de etiquetas y muerte a los personajes, se trata de, ya mismo, propiciar una cultura del respeto a la salud personal, pero con herramientas de vida y no con simples advertencias. Se trata de tomar en serio su trabajo y quitarse de la cabeza que lo que funciona en España, Noruega, Francia, EUA, funciona en México. Se trata de reeducar a las nuevas generaciones fomentándoles una capacidad de discernir y elegir informadamente.

Lo que es verdad es que aún es prematura para medir la efectividad en México, sin embargo resulta extraño que a casi un año de su implementación no haya estadísticas que sustenten la bondad o inocuidad de este etiquetado y, peor aún, no existen programas que ataquen las causas primeras de la obesidad en México.

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