Inteligencia Artificial o la rebelión de los robots

No sé si ya les había contado pero una de mis mayores satisfacciones es estudiar. Pero no estudiar por estudiar, sino estudiar en la UNAM y si se trata de la Facultad de Derecho aún mejor. Actualmente curso la Maestría de Derecho, cuya riqueza radica en la calidad de compañeras y compañeros que, por suerte, con quienes me ha tocado compartir este fascinante camino, ya que la construcción del conocimiento se hace desde la colaboración y las diferentes vetas de experiencia con que cuentan.

Esta traída a la memoria surge derivado de la recomendación de un Profesor de enorme capacidad y guía quien señaló una herramienta de investigación que es muy útil y que en poco tiempo se volverá imprescindible es la Inteligencia Artificial. Nos recomendó el Chat GPT como un iniciador de conocimiento ante cualquier duda que pudiéramos tener con la salvedad de los errores que pudiera tener desde su programación.

Lentes coloridos, mente brillante

Entre las cosas de gran valor que aportó se encuentra el hecho de que “nada en la vida es gratis” y, de forma más concreta, mencionó que si en una interacción creemos que no se encuentra un costo es porque “el producto somos nosotros”. Eso pasa con las redes sociales que, en apariencia, no tienen costo alguno para tener una cuenta o revisar el contenido, sin embargo, la realidad es el costo es asumido por todos nuestros datos, preferencias y perfiles que aportan el valor a esos espacios digitales. Reflexiones del Dr. Walter Martín Arellano que honra a su prosapia académica y jurídica.

La Inteligencia artificial no es la excepción ya que, independientemente de los costos aparejados en las suscripciones después del periodo de prueba, veremos que los datos de los que se nutre, en buena medida, nos involucran a todos y cada uno de nosotros que nos convertiremos en objeto de preguntas y respuestas que pueden llegar a revelar más de lo deseable.

Inteligencia artificial

“Comedatos”

Pues bien, debemos tener claridad en que el Chat GPT y otros servicios de IA se nutren de datos, por lo que entre mas información aportemos, el algoritmo tendrá más tela de donde cortar apropiándose de información sin que, hasta la fecha haya directrices para el consentimiento en el manejo de datos y los mecanismos de oposición o control respecto del uso de los mismos. Es decir, de aparentes espectadores y usuarios de ese sistema, en breve nos convertiremos en objeto como si se tratase de una secuela de Terminator.

La vida no esta tan bella

De hecho, no resulta extraño que estos sistema de IA estén prohibidos en países como China, Rusia, Venezuela y otros tantos que tienen regímenes autoritarios o semiautoritarios, sin embargo, la alerta se prende cuando un país como Italia proscribió de manera total el uso y acceso a estos sistemas bajo el argumento de violación a la privacidad de la información, a la inexistencia de mecanismos de reclamo en el uso de información y, más serio aún, la falta de controles que permitan el uso vigilado de estos sistemas para menores de edad atendiendo a la peligrosidad de las fuentes abiertas que se generan con lo esgrimido en estos algoritmos.

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Y es que en Europa se ha señalado como un derecho de información extendido es el principio de exactitud, ya que, se ha demostrado, muchos de los datos en Chat GPT, por ejemplo, son inexactos generando desinformación en temas que pueden ser torales para la salud, la educación y la seguridad nacional.

Muchos males, pocas respuestas

Esta preocupante opacidad puede propiciar ataques cibernéticos, acoso digital y algunos otros aspectos que, en una de esas ni nos imaginamos, por ejemplo, ahora que recientemente manifestó el flamante dueño de Twitter, Elon Musk, que puede propiciar la destrucción de la humanidad y de ahí su arrepentimiento de acelerar su funcionamiento.

Creación de bots, redacciones semihumanas que reflejen veracidad y puedan ser utilizados en phishing, creación de perfiles falsos para que generen información de forma paulatina para enganchar y ser una amenaza a la ciberseguridad nacional.

Qué se regula, quién lo regula

Si quienes estudiamos el derecho desde su creación y aplicación reflexionamos respecto los alcances de esta tecnología encontraremos dos grandes problemas regulatorios: no hay lineamientos claros que regulen la formulación de información y, por el otro lado, no se han creado instancias aplicadoras o reguladoras de lo que ahí aparece a fin de determinar las violaciones a las normas existentes o a las que se elaboren para ese efecto.

No podemos olvidar que esta tecnología se crea desde el lado humano, por lo que sesgos como la discriminación, la profundización de la desigualdad, la concentración de riqueza, la toma de decisiones éticamente cuestionables y la manipulación consciente, pueden ser aspectos indeseables que en unos años pueden traer consecuencias funestas, por lo que vale la pena pensar en su regulación.

Si bien como lo señala el Dr. Arellano es una herramienta fundamental en los procesos de investigación y conocimiento, también como lo mencionó, habría que entregar una dosis de cuidado y atención porque puede generar errores intencionados con el deseo de allegarse de más datos y alimentar de forma artificial una bola de nieve que nos puede aplastar por muy irreal que parezca.

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