Esta historia comienza con un reto, como si estuviéramos en el lejano oeste. La voz de un alto directivo de una empresa global diciendo: “No le tengo miedo a Apple”.
Estas fueron palabras que Herbert Diess, CEO del poderosísimo Volkswagen Group, dijo al diario Frankfurter Allgemeine Zeitung durante una entrevista. La pregunta iba sobre el anuncio de Apple sobre el desarrollo de su propia versión de un auto eléctrico. El ejecutivo dejó muy en claro que la industria automotriz no era como la tecnológica en donde es posible “tomarla con un solo golpe”.
El golpe de Apple sería el de presentar al mundo, en 2024, un automóvil eléctrico que “va a romper” el paradigma de la movilidad.
Las palabras de Diess son todo un reto y muestran la seguridad de alguien que ha sido parte de esa importante industria por muchos años,
Pero… ¿hemos escuchado antes esto?
La historia de Apple es la clásica del pequeño y débil que se transforma en el más poderoso. Si antes de conocerla, hubiéramos visto la película, muchos no la hubieran creído.
Apple es ahora la empresa más valiosa del universo, la creadora de artículos por los que la gente es capaz de hacer grandes colas y acampar al frente de las tiendas. Productos que, a pesar de tener un precio superior a los de su competencia, la gente los desea y los codicia.
Pero la historia no siempre fue así.
Hubo una época, hace mucho tiempo (en términos tecnológicos han ocurrido eones), en que Apple era una modesta empresa que estuvo a punto de perecer ante los embates de Microsoft. Su sistema operativo y su hardware era muy distinto, mucho mejor, pero en esos entonces sólo había captado la atención de unos pocos fanboys.
En 1997 cuando todo parecía perdido, regresó Steve Jobs al liderazgo para retomar el trabajo en una empresa que le había pagado muy mal. Jobs era una máquina de ideas, muy buenas ideas, con la ventaja que no se detenía ante nada. No le daban miedo “los grandotes” y siempre se atrevió a desafiarlos en su propio terreno.
El primero de estos gigantes en sufrir el embate de Jobs fue la industria de la música:
Corría el año de 2001 Apple lanzó su iPod, un gadget altamente intuitivo y fácil de utilizar en el que se podía almacenar una cantidad increíble (para esa época) de canciones. Fue un éxito automático y seis años más tardes ya había vendido 100 millones de unidades.
La publicidad del iPod fue por muchos años el referente a la nueva manera de escuchar música.
Aunque el iPod era en si mismo una idea revolucionaria, su gran éxito se debió en gran manera a la tienda (en ese entonces nada más de música) iTunes. Lanzada en 2003 no tardó en transformarse en un absoluto éxito y tuvo la capacidad de poner a la poderosa industria de la música prácticamente de rodillas. Steve Jobs fue capaz de cambiar el paradigma de la comercialización y el consumo de la música que había mantenido el mismo formato desde la década de los cincuentas.
Del mercado de la telefonía celular parece no ser necesario hablar. La hegemonía de Apple desde la llegada del iPhone es innegable.
En 2007, año de salida al mercado del iPhone, Nokia vendió 435 millones de equipos; era la empresa líder en el mercado. Para 2017 Apple ya era la segunda en importancia, superada únicamente por Samsung, mientras que Nokia se perdía en el olvido.
La empresa finesa, luego de mantener un liderazgo casi hegemónico, decayó de forma brutal debido a las malas decisiones de sus directivos para ser, al día de hoy, tan sólo una anécdota en la historia de este segmento. Jamás pensaron que los advenedizos de Apple pudieran sacarlos del mercado; ellos tenían una fórmula comprobada.
El iPhone, además de transformarse en uno de los dispositivos más deseados del mundo, transformó a la industria y fue el precursor de todos los teléfonos actuales. Android, o cualquier otra cosa, son tan solo reiteraciones y adaptaciones del modelo original propuesto por Jobs y que sigue siendo el modelo a seguir.
Fue gracias a estos gadgets que la gente se enamoró de la filosofía y de las interfaces de Apple, por lo que muy pronto se decantaron por sus computadoras, comercializadas bajo los conceptos de innovación y del “think different”.
La gente que escuchaba su música y hablaba a través de los dispositivos de Apple muy pronto se vio deseando y comprando las computadoras de la marca. Para 2015, en un mercado que había sido dominado por décadas por Microsoft y marcas afiliadas, por primera vez en la historia las computadoras de Apple comenzaron a aparecer en los primeros lugares de ventas.
La firma realizó una serie de campañas en las cuales hacían ver a las computadoras PC como auténticos ladrillos los cuales apenas servían para trabajar en los temas más obtusos. Los creativos y vanguardistas elegían, por lógica, los equipos Mac debido a su capacidad y desempeño.
Por su parte, Volkswagen es una firma que en cierta medida, pasó un por un proceso muy similar; de ser una minúscula empresa productora de automóviles pequeños y baratos, también alcanzó el pináculo de la industria automotriz.
Para varias generaciones, el primer auto que tuvieron fue un escarabajo o “vocho” por lo que muchos dejaron ahí su corazón. La firma, que ahora se da el lujo de competir con las marcas alemanas de más alto nivel, tiene una base de fanáticos muy grande ya que muchos de ellos han “crecido” junto a la marca. Los que alguna vez tuvieron un modesto “sedán” hoy se esfuerzan por hacerse de los modelos de alta gama.
La automotriz alemana también cuenta con una larga historia de crecimiento y de éxito, siendo hoy por hoy, el conglomerado europeo automotriz más grande que, a través de sus diversas marcas, acapara el 11.6% del mercado mundial. ¡La décima parte de los autos vendidos el año pasado!
Es muy cierto, la presencia, fortaleza y magnitud del nombre Volkswagen han dado a sus directivos, encabezados por Diess, la seguridad de que Apple no puede irrumpir en la industria automotriz de la misma manera en que lo hizo en otros segmentos y con otras empresas que parecían perfectamente consolidadas…
… ¿o sí?