Pues sí, seguramente por ahí alguien va a decir que soy una latosa, o hasta necia, insistiendo en el tema de cómo hablar en las redes sociales.Y es que no deja de sorprenderme que las marcas no han entendido cómo conectar.
La gente entra a las redes para hablar y convivir con otras personas. Lo que menos tiene en mente cuando se está dando de alta y poniendo su hermosa foto de perfil es “¿qué emoción? Me voy a encontrar con las marcas que me gustan, con las que no me gustan y con las que tengo a fuerza y me tengo que pelear con ellas a cada rato”.
No. Redes sociales
Viene por curiosidad, a ver qué se encuentra y con quién se conecta. Las marcas ni siquiera aparecen en su horizonte ni en sus expectativas.
Y entonces, vienen las marcas muy elegantes y distinguidas, vestidas de ejecutivo, con su lenguaje institucional y su manejo corporativo. Sin entender que está entrando a una fiesta relajada en la que todo mundo está cheleando. No tomando martinis como el que trae en la mano.
La marca tiene que venir a las redes y adaptarse a la fiesta a la que pretende colarse… y digo colarse, porque las redes son sociales, es decir, para socializar, no para comercializar.
Las condiciones para participar parecerían ser claras, pero las marcas simplemente no han entendido, ni entienden que no entienden.
El lenguaje es conversacional, no institucional. El avatar no es un logo, sino una imagen amable que conecte. La bio no es la historia de la marca, o su misión-visión-filosofía, sino la razón por la cual ha decidido entrar a las redes.
Quizá pueda haber un poco de flexibilidad en las fan-pages de FB, que han ido evolucionando un poco hacia lo corporativo, pero de ninguna manera proyectar esa inflexible imagen que transmiten los reportes financieros o los manuales institucionales.
Mientras las marcas sigan hablando desde el pedestal, psicológicamente están anteponiendo una cara rígida al consumidor. Y por muy ducho que sea tu community manager, no le está ayudando #PutAttention