Hace poco más de 2 meses comencé a probar los “Space”, la herramienta de Twitter, que al igual que Clubhouse, permite tener un diálogo horizontal con quienes se integran a la sala.
En mi caso particular fue comenzar a encontrar mentes afines en los temas de política nacional que me interesan, ver que de verdad no somos una isla y que por el contrario, si en vez de radicalizarnos o tratar de imponer nuestra opinión, privilegiamos el diálogo bajo el respeto y la búsqueda de un bien común mayor. Las cosas buenas comienzan a pasar.
Derivado de este ejercicio, comencé a involucrarme con personas de otros estados y por qué no, mexicanos radicando en otros países y viceversa. De ahí han comenzado a surgir muy buenas amistades con las que la convivencia digital ha tomado un rumbo completamente diferente y producto de ello, es precisamente esta columna.
Después de toparme con, lo que Yo llamo una “diosidencia”, una emprendedora mexicana radicando en Suecia; decidimos comenzar un proyecto de comunicación sustentado en dos ejes: Liderazgo sustentable e Imagen Pública; dos temas que en particular me apasionan y que, hasta antes de este ejercicio de probar cosas diferentes, despiertan después de casi seis años.
Una cosa llevó a la otra.
Un lunes decido retomar un Space en el que estábamos, literal, perdiendo el tiempo y que de pronto se cae la conexión y lo que habría comenzado como una charla con hábitos matutinos como un café con mantequilla o un té acompañado con tu canción favorita para despertar, terminó en un diálogo horizontal sobre biohacking y vida de pareja cuando quieres emprender y su compatibilidad.
Tres horas y media, 648 personas conectadas durante ese tiempo con una audiencia promedio de 68 personas presentes, compartiendo historias, relatos, experiencias, tips, fracasos, lágrimas y emociones.
Nos sentimos tan bien durante el ejercicio que mi amiga emprendedora decidió programar el suyo con el tema: “Mexicanos viviendo en países nórdicos” y lo que nuestros connacionales nos compartieron me dejó varios aprendizajes que quiero compartir contigo.
Sí se puede migrar a otro país, siempre y tengas un objetivo concreto y estés dispuesto a pagar el precio.
Repartidos entre Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia y hasta Escocia el primer shock cultural es el lenguaje. Te das cuenta que la vida no será tan sencilla, al menos al principio cuando llegas al supermercado y todas los empaques de productos que acostumbrabas consumir en México no existen y las que alcanzas a ver, les entiendes lo mismo que al código Morse o al sánscrito, nada.
Casi todos los mexicanos que se van a vivir a aquellas latitudes y que posteriormente reciben familiares; llevan algunas latas de chiles, tamales, chiles en polvo y cajeta.
El invierno que solemos conocer en México, por extremo que sea, no se compara al invierno nórdico y estar hasta la cintura o más arriba, con un metro o metro y medio de nieve.
Uno de los alimentos que más consumen son las papas, (imagínate que es como el limón) para todo son papas guisadas o mezcladas con algo. No es coincidencia que en muchas de las novelas de finales del s.XVIII y finales del s.XIX se haga mención a dicho tubérculo, como base primaria de la alimentación de las comunidades europeas.
Además de las papas, el pan negro con pepino (pregunté si eran tipo tapas y me dijeron que no, toman una lonja de pan y pepino, así.
En temas sociales la charla se puso interesante, ya que contrario a lo que estamos acostumbrados en México de cortejar, “quedar bien” antes de siquiera pensar en una relación sexual, ya no digamos una relación formal, allá la situación es ligeramente diferente; con excepción de Dinamarca, en los países nórdicos primero ocurren los encuentros sexuales y las pizzas, las chelas y la cena formal vienen hasta después.
Yo también me quedé con cara de…
Allá no existe el drama, si decides terminar una relación es mal visto que una persona se ponga como… bueno… así como seguramente te han contado. Son muy prácticos y por lo mismo no les gusta perder el tiempo con cosas, situaciones y relaciones que no van a ningún lado.
Allá se hace comunidad, en las unidades habitacionales se programan, las pintas, los eventos sociales, reparaciones y arreglos, reuniones vecinales, buscando siempre el bien común y por democracia de mayoría. Y todos sin excepción colaboran con algo.
Si por ejemplo desean hacer una fiesta en tu departamento o casa, la costumbre es avisar con dos semanas de anticipación, indicar la duración del evento, por cortesía te invitan a asistir, pero se sobre entiende que no debes ir. Algo muy diferente a los XV años de Ruby ¿te acuerdas?
Lo que más impone al llegar a vivir a esos países es la autodisciplina que tienen. Se ponen horarios específicos para laborar, para atender a la familia o alguna otra actividad y se enfocan, no se ponen a “papalotear” o a procastinar.
Son personas muy íntegras y tienen un respeto absoluto por el tiempo de los demás, por 45 segundos de retraso, se disculpan hasta tres veces al llegar. Si te portas mal, violas la ley, no pagas tus impuestos, mientes, empeñas tu palabra y fallas, el veredicto público es muy fuerte y todo se sabe.
Esto añade una presión adicional a los mexicanos que radican allá, ya que derivado de lo que ellos hagan será la imagen mental que los habitantes nórdicos se formen de todo un país. Y es un compromiso, que quienes así lo expresaron, pudimos escucharles el orgullo y honor en la voz, el simple hecho de derribar el paradigma del agachado con sarape y sombrero ya es un buen pago en sí mismo.
El tema que sin duda era uno de los más esperados, los impuestos, saber cuánto pagan y que obtienen a cambio. Algunos datos que nos compartieron:
- El Impuesto Sobre la Renta (ISR) es escalonado como en México y opera en un rango entre el 24% y 50% y a cambio obtienes gas, agua, sistema de salud.
- Con excepción de la guardería o el kínder, la educación, básica, media y superior es gratuita.
- En algunos países de la península, los estudiantes al llegar a la universidad reciben el equivalente a 6000 coronas ($18,000.00 pesos al mes de ayuda) para que tu única preocupación sea estudiar.
- Si no cumples con los promedios y requisitos de la beca, hay diferentes penalidades que van desde perder parte o todo el apoyo hasta devolver el dinero en tu totalidad.
- En educación básica, los padre no gastan en libros, ni cuadernos, la escuela los provee, así como el material de trabajo dentro de la escuela. Consumibles como lápices, plumas y demás si deben proporcionarlo los padres.
- A partir de la “prepa” casi todo mundo es autodidacta en muchas de las áreas de estudio.
- Se paga un impuesto especial por recibir señal de radio, televisión e internet
Por ejemplo, una familia de cuatro personas paga en promedio 350 coronas al año, equivalentes a $900.00 pesos mexicanos.
- Si profesas alguna religión, debidamente reconocida por el estado, debes pagar un impuesto especial.
Para poder comprar alcohol no es tan libre como en México, ya que en los países de la región existe una cuota máxima de compra, que en términos generales equivale a una botella de licor o destilado, dos botellas de vino y un par de cervezas (ni siquiera el six) si decides comprar más, necesitas cambiarte de país o pedir un permiso especial.
Quizá uno de los defectos que tienen es que pueden llegar a ser muy cuadrados y hasta monótonos (casi como en la novela de George Orwell, 1984) con los protocolos de vestimenta, los horarios para comer y hasta para los menús.
Ya para finalizar algo en lo que todos los mexicanos, viviendo esta fascinante experiencia coincidieron, fue el cambio a su personalidad.
Tu lenguaje corporal y manera de expresarte cambia de acuerdo al idioma que estés hablando, sueco, danés o noruego pueden convivir entre sí hablando cada quien su idioma, la situación se complica si aparece el finés, ahí la charla puede tornar al inglés.
Aprendes a apreciar lo bueno que tiene México y a defender los valores haciendo conciencia de todo aquello que no te gusta. Comienzas a ser más asertivo y franco.
Los descendientes de Odín, no conocen ni el gracias ni el por favor, va implícito en el trato diario que eres una persona de una pieza.
Si decides migrar, no olvides que también cargas a tu país a cuestas. Y que en México, también somos bien chingones.
Gracias por leerme, soy Juan Pablo Altamirano.
Nos leemos en 15 días.