Termina el periodo de Semana Santa, quesque de guardar y de descanso, y la gente encimada y encaramada en los centros vacacionales como si el mundo se fuese a acabar. Yo decidí encerrarme a descansar de la gente y del tránsito y -según esto- me iba a poner al día en cuanto a series y películas, además de aprovechar para ver algo de publicidad televisiva con poca efectividad .
El descanso fue relativo. No se me da eso de estarme quietecita, sobre todo si algo no me jala al 100. Y eso justamente fue lo que me pasó con la tele: dos semanas del jaloneo mediático en cuanto a la contingencia ambiental de la ahora Ciudad de México (como si fuera el centro del universo) y enemil entrevistas en los noticiarios a los turistas que están con su familia en la playa, como si a todos nos importara que equis fue con su tía Chuchita, si están tomando el sol riquito o si consumieron pescado a la talla y unas micheladas ahí en la playita.
Y lo peor no fue eso. Entre ver tele y entrar a las redes, descubrí dos campañas que me hicieron ver que lo insulso de nuestra publicidad es cada día más insultante y eso les da poca efectividad .
Hubo un spot de TV que me hizo regresarme como a la década de 1970. Por más que lo busqué, no lo hallé en la web como para compartírtelo, a ti que me estás dedicando unos minutos, pero me deja pensando qué es lo que piensa la empresa o la agencia sobre su mensaje: si creen que porque son niños hay que hacer publicidad ramplona y vejestoria para sus simples mentecitas, o si se trata de atraer a sus papás con imágenes y lenguaje que les genere nostalgia de su niñez. En cualquiera de los casos, me pareció una gran falla.
Y luego descubrí dos campañas impresas que me dejaron francamente desconcertada. Voy a tener que analizarlas con calma, porque así, de bote pronto, no le entendí. La primera fue la de gatos de grupo Modelo. Como que me da la impresión que alguien dijo “no, güey. Los gatos tienen un chorro de viralidad en las redes. Hazte algo chistoso” porque en verdad no le encuentro chiste más allá del fenómeno gatos en redes sociales.
Y la otra es la de Wibe. La verdad es que me causa conflicto cada que alguien lanza una campaña que no le entiendes a la primera; como si el consumidor tuviera el tiempo o las ganas de descifrar cada anuncio al que está expuesto. Me da la impresión de que esta campaña necesita verse en conjunto (lo cual el consumidor promedio no hace) y sólo unos cuantos del negocio lo harán.
En fin, hay campañas que no respetan ni lo básico de la comunicación… por eso no pegan #PutAttention.