Tradicionalmente, las relaciones públicas (RP) han sido una herramienta fundamental en la construcción de la reputación y la buena imagen de las organizaciones; y aunque lo siguen siendo, su potencial ha crecido a lo largo de la última década, en la que hemos sido testigos de una transformación profunda, impulsada principalmente por la integración con otras áreas del marketing y la comunicación digital. Estas relaciones públicas integrales se han fortalecido, elevando su efectividad a niveles antes impensados.
Esta integración progresiva ha llevado a la creación de estrategias más completas y efectivas, potenciando la capacidad de las organizaciones para conectarse con sus audiencias de manera significativa y otorgando a las RP un lugar importante como estrategia para el posicionamiento de las marcas y para la consecución de los objetivos de negocio.
La fusión relaciones públicas y marketing de contenidos
Un primer momento clave en esta integración, sucedió a principios de la década de 2010, cuando las relaciones públicas comenzaron a fusionarse con el marketing de contenidos. Esta integración surgió como una respuesta natural a la creciente demanda de la audiencia, que tornó sus preferencias hacia el contenido relevante y valioso. En lugar de centrarse únicamente en comunicados de prensa y eventos, las estrategias empezaron a incluir la creación y distribución de contenido atractivo que no solo informaba, sino que también entretenía y educaba.
En mi opinión, este “matrimonio” de RP y marketing de contenidos marcó un punto de inflexión, porque las empresas empezaron a reconocer que podían generar una mayor conexión emocional con su audiencia objetivo a través de historias o narrativas bien contadas y contenido de calidad. Esto permitió que las RP evolucionaran hacia una herramienta para contar historias auténticas y relevantes, trayendo dos beneficios clave: por un lado, las estrategias de marketing de contenidos se enriquecieron con la experiencia de las RP en la gestión de la reputación y las relaciones con los medios; por otro lado, las relaciones públicas encontraron en el marketing de contenidos una forma de adaptarse a la era digital, donde el contenido es el rey.
La tríada RP, marketing de contenidos y SEO
El siguiente gran paso en esta evolución llegó con la integración del SEO (Search Engine Optimization). La necesidad de que el contenido creado fuera no solo relevante y atractivo, sino también fácilmente encontrable en los motores de búsqueda, hizo evidente la importancia de incorporar el SEO en las estrategias de relaciones públicas y marketing de contenidos.
La integración del SEO añadió una nueva dimensión a las relaciones públicas. Ahora, no solo se trataba de contar una buena historia, sino de asegurarse de que esa historia llegara a la audiencia adecuada en el momento adecuado, es decir, cuando esta tuviera una necesidad o problema, y buscara soluciones a través de un canal de preferencia como lo es la web.
Esta colaboración permitió a las empresas optimizar su contenido para mejorar su visibilidad en línea, aumentar el tráfico web y, en última instancia, generar mayores oportunidades de conversión.
Relaciones públicas integrales: una convergencia disciplinaria
El paso evolutivo más reciente en las relaciones públicas es la adopción de un enfoque integral o 360 donde se fusionan sin fisuras las prácticas tradicionales de RP con elementos de marketing digital como los contenidos evergreen, el SEO, la construcción de enlaces (linkbuilding), el marketing de influencia, el marketing basado en datos (data-driven), el social media marketing, RP digital y la gestión de la reputación en línea, así como estrategias de pago, transformando las RP en una parte central de una estrategia de comunicación más amplia y cohesionada.
Esta integración no es una mera coincidencia, es el resultado de una completa alineación a la forma en como las audiencias buscan comunicarse con sus marcas favoritas, dando a estas la posibilidad de asegurar una coherencia de mensajes clave en todos los canales; lograr un mayor alcance y visibilidad combinando tácticas orgánicas y pagadas; mejorar la reputación en línea de forma proactiva, apoyándose en influenciadores para construir una imagen de marca positiva y confiable; y asegurar campañas más efectivas mediante la optimización continua basada en datos.
Un ejemplo claro de esta integración lo vemos en las campañas de influencers que combinan el alcance y la credibilidad de figuras relevantes en redes sociales, con estrategias de contenido de calidad y técnicas SEO, y que además pueden ser evaluadas y ajustadas en tiempo real gracias al uso de herramientas de análisis y medición digital.
En mi experiencia, esta evolución ha sido fascinante porque, ahora, trabajar en relaciones públicas no solo se trata de gestionar crisis o mantener buenas relaciones con los medios; implica una comprensión profunda de cómo crear contenido que haga eco en la audiencia objetivo, cómo optimizarlo para que alcance a las personas adecuadas, y cómo difundirlo para que llegue a los diferentes puntos de contacto donde leen, ven y escuchan las audiencias, y en los formatos en que les gusta consumir.
Como thought leader de comunicación, me siento afortunado de haber sido testigo de esta evolución y de contribuir a la creación de estrategias que además de comunicar, también conectan y convierten.
