A finales de 2022, en la Alcaldía Cuauhtémoc se prohibió el uso de rótulos pintados a mano que a manera de publicidad usaban los negocios montados sobre las banquetas y las calles de la Ciudad de México, so pretexto de que generaban contaminación visual. Tal decisión acabó con los pintorescos rótulos de “Las súper tortas” o “Los jugos revitalizantes” para ser pintados de blanco con un sello gris de la Alcaldía, borrando con ello, los amarillos, rojos y azules vibrantes que mostraban las imágenes caricaturizadas de personajes diversos como: una quesadilla bailarina, un puerquito bañándose en un caldero hirviendo o una torta gigante de varios pisos.
Pronto iniciarían las protestas, no solo por parte de los vendedores a quienes les habían quitado su identidad de marca, si no también de los habitantes y visitantes de esa zona, quienes reconocieron que dichos anuncios son ya parte del patrimonio cultural de México, mismo que cuenta ya con un reconocimiento mundial como lo hace palpable el artículo del New York Times escrito por Natalie Kitroeff llamado el “El efímero arte del rótulo en Ciudad de México” https://www.nytimes.com/es/interactive/2022/07/21/espanol/ciudad-de-mexico-rotulos.html
La publicidad en la Ciudad de México
Así como los rótulos, el ropavejero, el silbido de los camotes, los merolicos del centro, el hierberito (que hasta tiene su propia canción) o el famoso “se compran colchones…” representan las formas más antiguas y genuinas de hacer publicidad en nuestro país, además de conectar con la picardía, el buen humor y la experiencia del consumidor que es recibido de una forma muy familiar con expresiones como: “güerita”, “marchante”, “amiga”, “compa” o hasta por su nombre, lo que hace palpable que en México ya le dábamos una experiencia personalizada al cliente mucho antes de que a Starbucks se le ocurriera poner nuestro nombre en sus vasos.
En un mundo cada vez más competido y dominado por las grandes franquicias comerciales, borrar la identidad de estos pequeños negocios, representa la invisibilización de sus nombres y la imposibilidad de distinguirse del resto de giros similares, además de que le resta parte de su colorida esencia a la ciudad.
Artistas urbanos en peligro de extinsión
Desafortunadamente, en la actualidad, los comerciantes callejeros recurren cada vez más a los diseños digitales copiados de Internet o al patrocinio de las grandes marcas refresqueras o de cerveza, quienes pintan las paredes y lonas de los tenderos a cambio de que sus colores y el nombre de su marca aparezca por todos lados; lo que evita que se pueda crear una imagen auténtica y memorable que le dé una identidad a cada negocio y contribuye igualmente a que el tradicional oficio de los rotulistas esté destinado a la extinción.
Francis Alÿs, artista belga que vive en México desde 1986, ha dedicado gran parte de su obra a la observación minuciosa de los fenómenos sociales a los que se acerca sin juicio y con gran admiración, fue así como en la década de los noventa realizó el proyecto The Liar, the Copy of the Liar https://www.metmuseum.org/art/collection/search/733808 en el que colaboró con rotulistas mexicanos para dignificar su labor como artistas urbanos y al mismo tiempo cuestionar el valor artístico actual de las obras de arte. Su obra puede ser vista en distintos recintos mundiales como el MET de Nueva York y actualmente presenta una exposición en el MUAC de la UNAM en la que documenta en video los juegos de los niños en distintas partes del mundo, se las recomiendo ampliamente, estará en exhibición hasta el 17 de septiembre de este año. https://muac.unam.mx/exposicion/francis-alys