Es impresionante cómo alguien tan rudimentario y cavernícola como el nuevo inquilino de la Casa Blanca, de cuyo nombre no quiero acordarme, nos viene a dar un curso intensivo de comunicación, de marketing, y de cómo no hacer las cosas en el mundo real.
Es un hecho que el tipo lo más moderno que usa es Twitter, pero indudablemente que sus estrategias y sus pensamientos siguen como en la década de 1980, donde se pensaba que las drogas provenían del extranjero y que poniéndoles una paredcita se iban a quedar afuera.
El modo en que trata a las mujeres, su conservadurismo elemental y su forma de querer controlar es algo que se quedó en el pasado, y todo apunta a que esa forma retrógrada de funcionar va a meter a muchos en problemas y con ellos nos va a llevar a muchos entre las patas.
Para empezar, su slogan de “America first” está bien padre porque eso quiere decir que todo el continente americano, es decir América del Norte, América Central y América del Sur, nos veremos beneficiados por tener prioridad por encima de todas las cosas… es de risa.
Si quisiera comunicar que su país va antes que nada, diría “United States first” como ya los nuevos comunicadores lo han entendido.
Es tan pero tan de lo más ridículo, que gracias a él el programa Saturday Night Life está teniendo un repunte en ratings que ni sus mismísimos creadores se lo hubieran imaginado para el siglo 21. Me puedo imaginar a Chevy Chase o a Dan Aykroyd henchidos de orgullo, y a Gilda Radner y John Belushi brindando con ellos desde el más allá.
El títere remedo de portavoz es de lo más chistoso y de lo más caricaturizable, igual que la ñora esa con cara de bruja que se las da de su asesora cara de bruja Conway, que ya nomás espera uno verlos para ver qué clase de burrada vomitan.
La última: el póster oficial de la toma del cargo. Ni eso pueden hacer bien. Alguien no hizo su tarea, o alguien tiene muy mala ortografía (donde dice “to great” debe decir “too great”). #TodoMal