El concepto de “calma chicha” no lo tenía tan claro hasta que el miércoles pasado el presidente estadounidense Joe Biden tomó posesión de su cargo.
Podemos ser subversivos, o tradicionalistas, o neoliberales, o antiyanquis, o malinchistas. Pero me parece que podemos reconocer que la ceremonia inaugural de esta presidencia fue un despliegue acertado del marketing que no veíamos en años.
Todos sabemos que, a principios de este mes, se presentó un acto de terrorismo interno en el capitolio de la capital estadounidense. Algo impensable. Jamás hubiéramos tenido en nuestro horizonte mental la posibilidad de atestiguar en tiempo real actos tan dramáticos.
Caminaron lentamente los días subsiguientes. Bullía una efervescencia emocional entre esa tarde y la salida definitiva de Trump de la Casa Blanca.
Sucedieron dos semanas de nerviosismo creciente conforme se acercaba el miércoles veinte, y el martes anterior en la noche, de repente, pudimos recibir un apapacho abrazador a través de las imágenes que empezaron a transmitirse desde Washington.
Una iluminación casi celestial, transmisora de paz, daba la impresión de ser el inicio de esa famosa calma chicha que no sabemos si va a durar. Una colección musical de varias decenas de minutos relajantemente narrado como historia a través de Tom Hanks.
Un recorrido de esos cursis para todas las edades, donde todos tuvimos algo que alabar, que llorar y que criticar, con un cierre espectacular por parte de Katy Perry.
De ahí nos fuimos en transición de imágenes directito a la cerecita del helado de tres bolas con un resplandeciente juego de fuegos artificiales, al que mediáticamente se le describió como fire power – power fire (poder de fuego – fuego de poder), un mensaje muy claro de control, sin amenazar.
Al día siguiente, el juramento fue muy similar a cualquier otro de la historia reciente. Las palabras, los desfiles, la ceremonia, el show político, el show artístico. Quién sabe cómo se sentiría el ambiente tras bambalinas, pero transmitieron a su país y al mundo una imagen impecable de arropamiento y seguridad.
Y, mientras tanto, Melania y su marido caminaban de puntitas por la parte de atrás. Nadie podrá reclamar que hasta su salida fue difundida por todos los medios.
¡Abur!
Por la tarde, la sala de prensa fue presidida por Jen Psaky, la nueva Secretaria de Prensa, con un discurso muy contundente “la verdad sobre la mesa”, con un estreno intachable.
Pero dentro de toda esta impecable intachabilidad, lo que más me conmovió fue el remate piel-chinita que nos obsequiaron en la tarde: un collage de reacciones de mujercitas alrededor del país ante la toma de protesta de la magnética Kamala Harris. Disfrútalo.
#HastaLaPróxima