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Adiós Mr. Tucker Carlson, adiós…

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Una de las grandes noticias de esta semana, si ignoramos enfermedades y especulaciones muy mala leche sobre el presidente de esta república aguacatera, es el de la salida de Tucker Carlson de los noticieros Fox News.

No es ningún secreto. Esa emisora es uno de los más poderosos bastiones de la derecha estadounidense y la más eminente forjadora de los fakenews más alucinantes para el consumo de los ciudadanos blancos y protestantes de aquel país.

Carlson parecía ser el prototipo de la cabecita parlante de Fox: con muy buen porte, cara del “buen vecino que todos quisieran tener” y una actitud de permanente alarma y enojo. Este hombre se encargó de llenar el corazón de la comunidad redneck gringa con un miedo irracional hacia la nueva dinámica social que está cambiando en muchos sentidos aquel país.

The american way

Estamos hablando de un sector de la sociedad que es profundamente conservador cuando hablamos de sus tradiciones y forma de vida. Que, de alguna forma, ha caído en una gran nostalgia por un pasado idealizado en el que los blancos gozaban de una buena economía y que vivían en armonía con grandes valores de patriotismo, trabajo y, sobre todo, religión.

Una religión que, lo he escrito en otros sitios, es una especie de cristianismo que ha sido desvirtuado de todo lo que es la esencia de la filosofía cristiana: para ellos el Jesús de la biblia hubiera empuñado un arma, de ser posible una semiautomática, para evitar ser crucificado por su gobierno. Hubiera pensado que la multiplicación de los panes era una forma de socialismo que sólo haría que la gente floja comiera de “a gratis”; no hubiera curado enfermos que no tuvieran su seguro médico al día y tampoco se hubiera llevado con mujeres empoderadas y contestonas que no tuvieran en claro que el hombre había sido creado para mandar.

Para ellos Jesucristo —que, por supuesto, era rubio y de ojo azul— hubiera apoyado a Donald Trump en su cruzada por enjaular niños inmigrantes, madrear a los no heterosexuales y quitar el servicio médico a los adultos mayores. Eso sí, no dudarían en volverlo a crucificar si tuviera el atrevimiento de decir “deja tus propiedades y sígueme”.

Un cristianismo bastante contaminado del capitalismo salvaje en el que se encuentran inmerso, conformado por personas de sangre roja y republicana que tienen la seguridad de que cada quien debe de solucionar sus propios problemas con sus propio medios, pero que no dudan en abrir un GoFundMe al momento que enferman y las estratosféricas e impagables facturas de servicios médicos se empiezan a acumular.

Aman al capitalismo, hasta que comienzan a sufrirlo en carne propia.

Éste es el público de Tucker Carlson: una inmensa y blanca masa de personas que tienen la seguridad que en su país está ocurriendo algo que se llama “El Gran Reemplazo”, los blancos cristianos y puros están siendo sustituidos con hordas de coloridos inmigrantes que, ni de relajo, cuentan con el valor y el patriotismo de los americanos de a de veras.

Tucker Carlson

Fuck-off!

El presentador estaba prácticamente en la gloria: sus audiencias —entre las más altas de la televisión por cable— llegaban a los tres millones de espectadores que, cada noche, guardaban un religioso silencio para escuchar sobre las nuevas amenazas contra los hijos de la rubia América.

Algo que ya se había convertido en costumbre dentro de la reverenciada emisión era que, desde las elecciones de 2020, Carlson se dedicó a divulgar de la forma más descarada un enorme flujo de mentiras relativas al supuesto fraude electoral que llevó a Joe Biden a la presidencia.

Hipócrita como todos los que se dan baños de pureza, Carlson promovió estas historias falsas y apoyó con todo al candidato republicano a pesar de que, tras las cámaras, despreciaba de forma hepática a Donald Trump. Fue grabado hablando pestes de éste. Pero no importa: la audiencia es la audiencia y esta nunca se enteraría, ya que no escuchaba ni veía medios “liberales”.

Fue uno de estos excesos, el dar salida a información sobre máquinas electorales “que cometían fraude” lo que lo llevó al desastre. La empresa Dominion Voting Systems, productora de dichas máquinas, demandó a la televisora. Ya estaba todo listo para el día en la corte cuando, en el último minuto, Fox News decidió no ir a juicio y arreglarse “por afuera” pagando a la empresa 787 millones de dólares.

Restricciones y Cultura Publicitaria | Enrique R & Francisco G & Sharahí Z & Monserrat R & Hans H

El problema aquí es que el mero dueño de la emisora, Rupert Murdoch, es el prototipo del ejecutivo despiadado. Basta decir que el personaje de Logan Roy está inspirado en él.

Una versión asevera que el empresario ya no estaba dispuesto a aguantar las ocurrencias de Carlson, sobre todo si salían tan caras. Sin embargo, la lana del acuerdo representa apenas la “caja chica” para una empresa como Fox News, que reportó ganancias por cuatro mil millones de dólares tan solo en el último trimestre de 2022.

Otra versión señala que, ante el inminente regreso de Donald Trump a la arena electoral de Estados Unidos, lo menos que quiere la empresa es una grabación de su Anchor-Man predilecto hablando pestes del copete amarillo.

Tal vez todo el asunto es mucho más sencillo y Murdoch ya estaba hasta las cejas de la autosuficiencia de Carlson; a lo mejor ese día el señor no andaba del mejor humor y Tucker se le atravesó en el peor momento…

…el fuck-off! se debe de haber escuchado hasta la sexta avenida, 50 pisos más abajo.

El caso es que, el lunes pasado, los de seguridad recibieron al ahora exempleado con una cajita de cartón para que guardara sus tiliches y se fuera a otro lado. No hubo despedidas ni mensajes, tan sólo un escueto comunicado.

¿Qué va a pasar con Carlson?

Ocurre que esta gente siempre cae de pie y su influencia bien puede ser explotada por otra cadena e incluso por algún medio en línea. Su capital de miedo sigue siendo muy valioso. El público objetivo de Carlson tiene mucho miedo del cambio y el presentador se ha sabido alimentar de esa veta, como si de un vampiro se tratara. A cambio obtiene un poder con el que es capaz de llegar a influir en los procesos electorales de su país.

Y eso si es de dar mucho miedo.

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