Si tuviéramos una con ciencia importante, bastaría con decir que conducir alcoholizado es perjudicial para el que va frente al volante, para sus acompañantes y para personas que, sin deberla ni temerla pueden hasta perder la vida por un chofer en estado de ebriedad. Por las implicaciones jurídicas en caso de un incidente de tránsito bastaría con no conducir bajo los efectos de cualquier sustancia que altere nuestra capacidad de concentración y reflejos.
El miedo a que el seguro no pague en caso de un accidente o, incluso, la posibilidad de perder la libertad unos años y la tranquilidad durante mucho tiempo por las probables consecuencias, serían causas bastantes para decidir tomar transporte público o de aplicación cuando sepamos que la fiesta se va a poner salvaje.
Diciemmbre de locura
Lamentablemente, ello no ha sido suficiente para detener a los conductores ebrios, sobre todo, cuando se acercan las fechas decembrinas y durante ellas, en el que las reuniones, fiestas o encuentros se vuelven más comunes con cantidades industriales de alcohol y el envalentonamiento que dio origen a la frase “conduzco mejor borracho”. Debido a ello es que surgió en la Ciudad de México y en otras regiones el Programa Conduce Sin Alcohol, mejor conocido como Alcoholímetro.
Alcoholímetro para todos
El programa consiste en establecer una serie de puntos de detección en el que se pide a los conductores que soplen en el dispositivo denominado alcoholímetro, el cual mide el nivel de concentración del alcohol en el cuerpo, particularmente en la sangre (que debemos aclarar que aún con un alto grado de precisión, no llega a ser tan preciso como una muestra de sangre donde se determina exactamente el porcentaje de alcohol en una persona).
De acuerdo a los lineamientos establecidos en el programa, basado en los de otros países, el nivel de alcohol permitido en una persona es de 0.08 gramos por cada 100 mililitros cuando se trata de conductores particulares, mientras que en los casos de conductores de transporte público, el máximo permitido es 0.04% de alcohol en la sangre.
Evidentemente, este tipo de mediciones también va de la mano de los efectos generalizados del alcohol en una persona, de tal manera que se entiende que cuando rebasa el 0.08% se pierde eficiencia motriz y, por lo tanto, el manejar se convierte en un riesgo.
Más que un torito
Derivado de esas mediciones y los efectos, el programa señala una serie de sanciones dependiendo cada estado de la República pero, en todos lo casos, se tratan de sanciones administrativas, no penales, aún cuando en algunos de ellos haya una sanción de arresto por determinadas horas.
La Ciudad de México establece multas cercanas a los 900 y hasta más de 1500 pesos, además del famoso arresto por 20 a 36 horas en el Centro de Sanciones Administrativas y de Integración Social, mejor conocido como “El Torito”, el auto al corralón (con todos lo gastos que implican como el famoso “arrastre”) y la señal de la ignominia de haber caído en esas circunstancias.
También debemos decir que, en el caso de la Ciudad de México, se penaliza hasta con 6 puntos de la licencia de conducir a quien haya cometido esta infracción, la cual se prevé en el Reglamento de Tránsito, de ahí que su naturaleza es administrativa y no penal como muchas personas suelen pensar.
Amparo de mentiras
Derivado de este tipo de casos, la gente considera que con un amparo se pueden librar de El Torito, sin embargo, no es así precisamente, ya que dependen las circunstancias de la detención. Es decir, como el amparo tiene aparejada una suspensión cuando se trata de privación de la libertad, es casi inmediata la liberación tanto de la persona como del vehículo.
El problema viene en dos sentidos, por un lado, la demanda debe ratificarse en el juzgado a los 3 días de presentada y, además, se debe entrar al fondo del análisis del caso para determinar si en la detección se violaron derechos como para conceder el amparo y no haya sanción alguna. La realidad es que en la gran mayoría de los casos el amparo se sobresee o no se concede en términos más simples, lo cual obliga al infractor a cumplir con las sanciones impuestas hace meses, con la complejidad de que la autoridad no suele cumplimentar las sanciones por el trámite que implica notificar a las personas y llevarlas al centro de detención.
Lo real es que este tipo de amparos no suelen ser promovidos por abogados sino por los famosísimos “coyotes” que aprovechan la desesperación de la gente por salir y les cobran hasta 5 mil pesos sin informarles que los efectos son temporales y que el amparo se puede no conceder.
En términos generales, es importante entender que este tipo de operativos han demostrado su efectividad al reducir los accidentes viales en los últimos años y, más importante, han logrado una conciencia, quizá forzosa, en muchos casos para evitar que cometan una imprudencia, así que con tantas formas de trasladarnos es mejor guardar el auto en esas fechas, máxime si más que el espíritu navideño se nos mete el espíritu de José José.