Pues te cuento, querido lector, que esta semana me sacudieron hasta la médula covidiana dos aprendizajes bien fuertes que el ser humano está experimentando durante este periodo, que ya anda con ganas de convertirse en año de resguardo.
Y tiene que ver con nuestro desempeño ante el uso constante de la pantalla para conectarnos a la escuela y/o al trabajo.
Más allá de andar en chanclas, en chones o en piyama, quiero compartirte lo que descubrí mientras no entendía por qué me hacía bolas.
Cambio de trabajo, misma sede.
Estaba platicando con un querido amigo sobre su cambio de trabajo en plena pandemia. Después de haberse ausentado de una empresa por un par de años, el pasado jueves 1 de octubre (ese día en que creímos que trump sí se enfermaba pero no) regresó a trabajar con ellos pero ahora en un nuevo puesto con responsabilidades internacionales.
Y entonces deja a un equipo con el que trabajó durante ese par de años y se reintegra a su empresa anterior, ahora con un nuevo equipo, en contacto con diferentes oficinas de la región.
Hasta ahí todo iba bien hasta que me dice “aquí estoy en mi sala de siempre, con mi computadora de todos los días, pero en un nuevo trabajo y con un equipo al que no conozco”.
Y ¡zas! En ese momento entendí por qué en mi cabeza se me enciman las clases que estoy dando en diferentes instituciones, pero con el mismo tema. No tenía una línea divisoria de estudiantes ni de estatus ni de nada, y me confundía de personas y de actividades.
Me sentí re-tonta, pero también entendí que es real.
La falta de expresión covidiana, muy al estilo me-puse-botox-chafa.
¿Te has dado cuenta que cuando escribes JAJAJA en tus redes o en cualquier plataforma solamente te estás riendo en tu mente, pero en la mayoría de las ocasiones ni siquiera sonríes?
Pues eso. El ser humano está dejando de expresarse con lenguaje-no verbal. Estamos aprendiendo, en un curso intensivo de aislamiento, que no necesitamos del lenguaje corporal ni de gestos y expresiones faciales porque nuestra comunicación cotidiana actual ya no lo requiere.
Esto, francamente, sí me dejó estupefacta… quizá hasta horrorizada. Seguramente antes de la pandemia ya traíamos esa tendencia y, al igual que otros procesos tecnológicos, este comportamiento digital se aceleró con el resguardo en casa.
Por favor ven a Twitter @LaBreton y cuéntame, ¿te identificas con esto o de plano ya estoy enloqueciendo con el distanciamiento?
#NoMeDejesSola <- compárteme tu experiencia.