Asistía, como de costumbre, a un podcast realizado por un ciber-conocido en donde exponía una lista de las “20 cosas que una persona debe de saber en la vida”. Entre varios consejos e ideas me llamó mucho la atención el de “Saber escribir: toda persona debe de saber darse a entender por escrito”.

Mejor tema no pudo haber encontrado: Algo que siempre me ha llamado la atención es cuando alguna persona me dice “¿Cómo podría escribir tal cosa?”, siempre me ando mordiendo la lengua para no decirle de mal modo: “¡pues escríbelo y ya!”

Lo más problemático de ponerse a escribir —que es el sistema de comunicación masiva más antiguo—, es que la gente lo sigue viendo como si fuera mágico y uno debiera tener algún tipo de iniciación, como si de un arte oscura se tratara.

Oscuros fueron los siglos en los que la humanidad careció de la capacidad de registrar los hechos de manera exacta y eficiente en un medio externo. Una época a la que llamamos prehistoria porque nadie registró —por escrito— los sucesos. Fue hasta épocas de la antigua Mesopotamia que se pudo utilizar la escritura para estos menesteres. Primero para el negocio (hacer cuentas, inventarios, etcétera) y luego para la literatura.

Hocus pocus

En esos entonces la escritura y la lectura eran conocimientos reservados para ciertas castas ya que dichos conocimientos implicaban una clara ventaja. Las grandes mayorías analfabetas veían a la escritura como una especie de magia de difícil comprensión y es por ello que, hasta la fecha, mucha gente piensa que hay palabras que pueden desatar tormentas o atraer males y demonios.

Se le da a la palabra escrita un poder cuasi divino y así se explican asuntos como la Cábala o la Magia Negra; no son otra cosa que adjudicar poderes extraordinarios a la palabra por escrito.

La palabra es poder

He encontrado, en lo personal, un gran alivio en la palabra escrita. A veces me cuesta trabajo tratar de explicar un concepto o una idea por medio de la voz; tiendo a dejar a un lado muchas cosas y a no exponer los conceptos de manera clara. Sin embargo, a la hora de escribir, me es más fácil acceder al punto que quiero tratar y exponerlo de una manera correcta.

Inseguro la mayoría de las veces, tengo que forzar todo un proceso que no se da en automático. Algunos textos hay que revisarlos muchas veces (y aun así se me van errores que, cuando soy afortunado, los detecta un editor) para darles el enfoque y el tono correcto.

Jamás he dudado que una de las principales razones para escribir es la pasión.

Ocurre que la mayoría de los textos que pueblan esta recóndita esquina de Internet los he escrito sobre temas que me apasionan. Si lo sé, puede sonar que a veces me clavo mucho en temas demasiado banales, pero así es mi mente.

Desde hace tiempo descubrí que, si quiero escribir algo que valga la pena, lo tengo que hacer desde la pasión, si no, me salen textos desangelados y sin chiste. Es por ello que el tema de “sustitutos” como Inteligencias Artificiales no me quitan el sueño.

Esta es una de las peores pesadillas de quienes el día de hoy se dedican a juntar palabras: muchos dueños de medios y de sitios web andan muy calientitos con la Inteligencia Artificial. Algunos tienen la idea de que pueden substituir toda una redacción con alguien que sepa hacer promts para ChatGTP. No lo dudo, pero lo máximo que obtendrá será una serie de patéticos textos que no serán más que una burda imitación de alguien que en verdad guste de escribir.

Pasión, lo demás viene solo

Podrán tener toda la información y serán capaces de imitar cualquier estilo, pero las Inteligencias Artificiales carecen de lo que cualquier ser humano con un poco de sangre en las venas tiene: pasión.

¿Ustedes quieren escribir? ¿Quieren ganarle a una Inteligencia Artificial?

Textos con pasión, es la respuesta. Introduzcan en cada uno de estos esas ganas que tienen de que la gente se entere porque es lo peor o lo mejor; describan las razones por las que un tema o un tópico los hizo voltear a verlo.

Atrévanse a destapar esa corriente que los hace sentir la vida y déjenla que se apodere de la pluma, del teclado, y escriban ese maldito texto como si fuera lo último que podrán hacer en su vida.

Lo demás vendrá solo…

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