Picasso decía que las musas deberían de encontrarte trabajando. Cuántas veces está uno sin hacer nada y de repente te aparece una gran idea en la cabeza. Inevitable gritar WOW mentalmente. Pero hay infinidad de ocasiones en las que se sienta uno frente a la retadora página en blanco y ¡nada! Ni siquiera un ‘yeeei’ en voz bajita que nos anime.
La creatividad implica una trayectoria llena de tropiezos y obstáculos que los demás muchas veces ven como un proceso sencillo ‘porque son muy ocurrentes’ o porque al ver el resultado te preguntan ‘¿tanto para esto?’.
Y el proceso creativo se trata de convertir las piedras que encontremos en el camino en un escalón para llegar a donde queremos.
Suena fácil así escrito, pero la realidad es que es un proceso que con frecuencia se sufre y se padece.
Sin embargo, hay algunas técnicas, trucos, mañas, hábitos, costumbres, herramientas, sistemas … -tú me entiendes, tips- que facilitan el dulce y terrorífico parto de dar vida a una idea.
Antes de empezar, tienes que estar consciente de que para ser realmente creativo tienes que tener dos características. Una, ser altamente observador y curioso, para incorporar inspiración. Dos, un gran acervo cultural: no puedes pretender que las ideas salgan de la nada sin tener en tu bagaje un respaldo que la estructure.
Y bueno. Lo que hay que hacer es empezar. Con lo que sea, pero empezar. Las primeras ideas, como en cualquier ejercicio, sale frías y tiesas, pero necesitan salir para que el calentamiento amarre.
Lleva siempre contigo algo con qué anotar. Todos caemos en el típico ‘esta idea es tan buena que no se me puede olvidar’ y luego ¿qué era esa genial idea que se me ocurrió?
Típico. Estás navegando y te encuentras algo bien fregón que te inspira. Y luego no sabes ni en qué página fue. Tómale un screenshot a todo eso que te encuentras. Haz una carpeta en Dropbox para tus screenshots. Así no importa dónde estés, siempre los tendrás a la mano.
Inspírate jugando, exponiéndote a grandes artes, aunque sean las comerciales. Inspírate alejándote de lo rutinario. Date tiempo para esparcimiento. Hazle espacio a lo que REALMENTE te gusta.
Haz nada. O date un baño. ¿No te ha pasado que muchas soluciones te han llegado cuando estás tallando vigorosamente tu brazo en la ducha? Es porque estás contigo. Sin distractores. Sólo tú con tu cuerpo… y tu mente.
Cambia de ruta. De ambientes. De restaurantes. Salte de tu zona de confort. Prueba un helado de aguacate o una enchilada rellena de frutas.
Observa a la gente. Pregúntate qué hacen. Qué les preocupa. Qué los hizo cortarse así el cabello o vestirse así ese día. Todos tienen una historia.
Y siempre, siempre, que la inspiración te encuentre trabajando #Picasso