Trebejos, cacharros, cachivaches, chucherías, bagatelas, tiliches o como les quieran llamar, son esos pequeños objetos de poca importancia o valor que inundan los cajones de la casa que nadie abre, esos que se acumulan en las bodegas, sótanos, clósets, áticos o el garage dentro de un montón de cajas apiladas cuyo contenido es incierto y que salvo que te estés mudando o recuerdes que por ahí tenías alguno de esos insignificantes objetos, pueden permanecer inertes y polvosos por toda la eternidad.
La realidad es que nos hemos convertido en acumuladores de productos que no necesitamos, mismos que fueron adquiridos por el impulso y la emoción que nos da comprar. En México hasta tenemos un verbo inventado muy popular, sobre todo entre las mujeres, al que hemos denominado “chacharear” que se podría definir como el gozo por ir a un bazar, mercado, pueblito mágico, centro comercial o hasta ventas de garage que nos atraen como un imán para comprar cosas muy baratas que no nos hacen falta, pero que despiertan en nuestro cerebro límbico, una emoción dopaminérgica que se activa al sentir que conseguimos algo a muy buen precio.
El caso MINISO y otras marcas similares
Tiendas como: MINISO, MUMUSO, Todo Moda, Hema, Minigood, Ale Hop, Muy Mucho y Yoyoso, son tan solo algunas de las llamadas variety stores, empresas de retail (que venden artículos de consumo masivo en grandes cantidades a muchos clientes) mismas que han proliferado rápidamente en nuestro país, justo porque ofrecen una amplia gama de artículos “bonitos y baratos” llenos de color y diseño a precios muy accesibles, así puedes encontrar desde juguetes, peluches, papelería, maquillaje, botanas, dulces, artículos de cocina y hasta electrodomésticos, casi todos de origen chino, pero que a ojos de los clientes, se perciben de mejor calidad que la mayoría de los productos procedentes de dicho país asiático.
Así, un gran porcentaje de los consumidores ingresan a estas tiendas atraídos por los coloridos y llamativos locales comerciales, pero sin tener claro qué es lo que están buscando, de pronto cuando menos lo piensan, están llenado una canasta con un montón de chacharas y baratijas de las cuales más de la mitad fueron compras de impulso “porque están muy baratas y en algún momento se podrán utilizar”, pero muy probablemente terminarán apiladas junto con el resto de los cachivaches que ni el de “se compran colchones…” se querrá llevar.
Los tiliches que terminarán en la basura
No debemos olvidar que con esta práctica de comprar un montón de cositas poco durables estamos generando una gran cantidad de basura y deshechos altamente contaminantes que comprometen el planeta, sobre todo en lo que se refiere a la huella hídrica (desperdicio o contaminación del agua), por lo que es fundamental empezar a crear una conciencia para generar un consumo más responsable y encontrar nuevas maneras de sentir emociones similares a las que nos produce “el comprar por comprar”, al respecto considero que un buen libro, una caminata, una charla entre amigos o un masajito en los pies, puede ser mucho más satisfactorio que una tasa o unos audífonos que quién sabe cuándo o por cuánto tiempo vamos a utilizar.
Finalmente, te invito a que leas mi artículo Cómo sacar el mejor provecho de las rebajas de temporada, en el que comparto algunos consejos para evitar las compras de impulso, entre los que destaco que antes de comprar cualquier producto, te formules estas tres preguntas: ¿lo necesito?, ¿lo quiero verdaderamente? y ¿tendrá una funcionalidad a largo plazo? Si contestas a alguna de ellas “negativamente”, entonces NO lo compres, seguramente se trata de una baratija sin ninguna utilidad.
¡Hasta la próxima!
2 Responses
Excelente artículo “me queda” aprenderé a no ser una compradora compulsiva
Sin duda excelente artículo, soy acumuladora y me cuesta deshacerme de lo qué no uso, me aplicaré