No ha sido una, sino varias veces que he escuchado conversaciones, o he estado en las mismas, acerca de ¿Qué sería si creáramos una red real y sólida de profesionales? ¿Qué pasaría si trabajáramos junt@s? ¿Qué bueno sería si compartiéramos información relevante con personas, en las que confiamos -por supuesto- para que puedan tomar cierta oportunidad? Aunque eso pareciera no beneficiarnos en ese instante.
He escuchado incluso, a nivel informal, que se piensa que los hombres se conectan mejor entre ellos en la Networking -que las mujeres- a nivel profesional.
Interesante… Y debo decir que con algunas interacciones que he tenido con hombres y con mujeres, con este fin de crear conexiones profesionales, pareciera que sí hay algo de verdad en esto. Se percibe pero, ¿De qué depende? Si la única manera de crear y extender una red con pares y/o colaboradores es abrir la puerta a iniciar una relación de trabajo de alguna manera. ¿Por qué titubear para llevarlo a cabo?
Tristemente en muchas ocasiones y también lo he percibido. Existe un gran miedo o protección con respecto a compartir un contacto, dar una recomendación, invitar a alguien a participar en cierto proyecto, compartir proveedores, etc. ¡Es verdad! ¿Por qué? ¿Será miedo a que le vaya mal a la otra persona y eso afecte nuestra imagen? O tal vez es miedo a que le vaya bien o incluso mejor que a nosotros mismos? Probablemente esto último es lo que impacta más en nuestras decisiones aunque no creo que sea una postura acertada.
Ese miedo podría estar justificado por otra situación de peso y es la gran falta de lealtad y/o honorabilidad. Muchas veces el “ayudar” o conectar a alguien no es agradecido. Y mucho menos correspondido en algún punto del tiempo. Y eso genera desconfianza y desmotivación para volverlo a hacer. Por lo tanto la cadena, red, como quieras llamarle, se corta y vamos por ahí como si nunca hubiera existido…. ¡No es positivo! Y no se trata de deberle la vida a nadie pero sí de aceptar que existió una intervención que fue benéfica y que sería bueno repetirla.
¿Has escuchado acerca de aquella historia con las cubetas de cangrejos ?
Aquella en la que había 3 cubetas con cangrejos de diferentes nacionalidades.: Estadounidenses, japoneses y mexicanos.
Las primeras dos cubetas estaban tapadas y la cubeta con los cangrejos mexicanos era la única que no lo estaba. Así que cuando las personas preguntaban el por qué de esta acción, el encargado afirmaba que en la cubeta con cangrejos estadounidenses (“americans”) cada cangrejo empezaba a escalar hasta que por esfuerzo propio saltaba del recipiente y se escapaba.
Con los cangrejos japoneses era algo similar.
Cuando uno se quería salir se apoyaba en los demás, y éstos lo empujaban hacia arriba y así sucesivamente. De tal manera que se formaba una pirámide hasta el borde y entonces el cangrejo se escapaba. Los cangrejos mexicanos, en cambio, cuando alguno trataba de sobresalir, entre todos se encargaban de jalarlo para abajo. Por eso no necesitaba taparse.
Realmente no sé hasta dónde es un experimento, anécdota o interpretación de nuestra sociedad. El hecho es que a este concepto se le conoce como “cangrejismo” y sí que es una práctica común en nuestro país y es todo lo contrario al “la Networking”.
Afortunadamente he tenido la oportunidad de conocer y trabajar con muchas personas abiertas que tienen o quieren tener éxito y no les importa compartirlo. Eso es parte esencial del Networking pero también es una forma de ser, es esencial, y es mucho más que una diferencia de género, nacionalidad, y por supuesto que es una forma de trabajo en equipo, la buena noticia es que puede construirse y además es “exponencial”. Depende de nosotros, de nadie más. ¿Qué opinas?