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¿Conoces tus contratos NO escritos?

En algunas relaciones, la retroalimentación es continua y permanente. Los temas que molestan a cualquiera de las partes, se tratan abiertamente y sin tapujos, y se busca siempre encontrar una solución a todos los temas, ya sea mediante conversaciones o a través de comentarios que ponen a la otra parte a pensar que algo deben de hacer, si quieren mantener la armonía o incluso, mantener la relación.

Sin embargo, esto no sucede en todos los casos.

La vida está llena de contratos.

Lo queramos o no, tenemos contratos desde niños y hasta que finalmente nos despedimos de este mundo.

Contratos de arrendamiento, de “la luz”, con el gobierno, de compra-venta, para la tv por cable, para ese canal que te encanta porque tiene los programas que no puedes dejar de ver. Contratos para entrar a la universidad, contratos de trabajo, contratos para comprar tu casa,  para que te brinden los servicios que necesitas…contratos, contratos y más contratos.

Vivimos con ellos, firmamos acuerdos y de vez en cuando, decidimos que debemos de cancelarlos o quizá renegociarlos. Y lo hacemos, más que otra cosa, para tranquilizar nuestra conciencia. Para sentirnos seguros, para ajustar nuestras finanzas y muchísimos motivos que nos llevan a firmarlos y después cancelarlos.

Sin embargo, existen algunos contratos que no tenemos que firmar físicamente. Simplemente los aceptamos y comenzamos a vivir de acuerdo a lo que, muchas veces, pensamos que dicen. Y son los contratos más importantes, pues casi siempre implican la felicidad – o infelicidad- de quienes están involucrados.

Me refiero a los contratos familiares o contratos de amistad.

Durante el tiempo del noviazgo, y sin importar el tipo de pareja del que estemos hablando, ya sea straight, gay o cualquier nueva variante que haya surgido, poco a poco vamos definiendo las condiciones del contrato que se firmará al concretar una relación formal, en la que exista la convivencia permanente, que generalmente se refleja en un matrimonio.

Y así, poco a poco, llegamos a tener contratos mentales muy extensos, intrincados, delicados, llenos de promesas que no sabemos si se van a cumplir, pero que ambas partes esperan que sí.

Y estos contratos no escritos, contienen temas como:

Quién va a trabajar y quien cuidará de la casa. ¿Ambos vamos a trabajar? Entonces definamos quien va a hacer el trabajo de la casa.

¿Cuántos hijos vamos a tener? Y definimos quien los va a cuidar o si vamos a llevarlos a la guardería. El tipo de educación que les brindaremos y, con el tiempo, el contrato incluirá las condiciones que pondremos a cada uno de los hijos para que crezcan, se desarrollen y se eduquen, de acuerdo a nuestros valores y principios. Claro que los tiempos cambian y en ocasiones tendremos que renegociar las condiciones con cada uno de los hijos, desviándonos un poco de lo que teníamos establecido inicialmente.

Y si ambos trabajamos…¿Cómo es que vamos a definir el monto que cada uno debe de aportar al mantenimiento del hogar?

En estos complicados contratos no escritos, se incluyen temas de lo más relevantes, relacionados con el trato y las responsabilidades de cada uno de los firmantes, que lo aceptarán, sin darse cuenta, sin documento de por medio. Horarios, comportamiento en la intimidad y ante la sociedad. Actitudes permitidas, trato esperado por cada una de las partes; el tipo de sexo que a ambos les gusta y excita y que será el permitido en esta relación. ¿Quién lava los trastes? ¿Quién cocina? ¿Quién recoge la mesa, o los calzones del suelo, los zapatos de la entrada?

¿Y porqué yo?

Si alguien no se ha hecho esta pregunta, aun estando en la mejor y más armoniosa relación de amistad o de pareja, será un caso excepcional.

Llega un momento en el cual, el simple hecho de haber hecho algo repetidamente, llega a hastiarnos y siempre nos preguntamos: ¿Porqué yo?

¿No será posible que cambiemos los papeles? ¿Por qué debo siempre de recoger los calzones, calcetines, portafolio y camisa de mi queridísimo esposo? ¿Porqué debo de soportar el tiradero de pinturas, perfumes, cremas y más, que no me dejan espacio para mis cosas en el baño?

Y así…

El surgimiento de todas esas preguntas, es una señal de la necesidad de renegociar nuestro contrato no escrito, con el fin de que la vida siga siendo armoniosa.

¿Porqué no habrían de cambiar nuestros contratos familiares o de amistad?

No existe una sola razón por la que dos personas o un núcleo familiar, no puedan y deban sentarse un día y “renegociar” su relación. Es lo más sano que puede haber.

He conocido, igual que tu, parejas – algunas ya no lo son – que me comentan en privado lo mucho que les gustaría que su contraparte cambiara algunos hábitos, costumbres, expresiones que no solamente les molestan, sino que en algunos casos, les ofenden.

Al inicio de una relación, es muy fácil aceptar todo lo que hace y dice la otra persona. Con el tiempo, viene una etapa en la cual te acostumbras y aceptas, no de muy buena gana, pero aceptas esos comportamientos y así continúas la relación durante algún tiempo. Pueden ser meses, pueden ser años. Laaaaargos años.

Hasta que para alguna de las partes, ya no es posible soportar más y vienen los rompimientos, los engaños, incluso las relaciones fuera del matrimonio. Y ahí comienzan los problemas mayores.

¿Te has puesto a pensar en lo sencillo que es conocer extraños en estos días? Existen grupos de whatsapp, amigos desconocidos en Facebook, aplicaciones para facilitar encuentros, además de esas formas que pueden parecer anticuadas, pero que siguen siendo efectivas: reuniones de trabajo, cocteles, antros, etc. El mundo actual está lleno de oportunidades de conocer extraños y, cuando alguien no es feliz en casa, seguramente va a aprovechar alguna de esas muchas oportunidades para buscar su felicidad.

Por esto, es necesario hablar de nuestros contratos no escritos.

Estoy seguro de que tú, querida lectora o lector, conoces a alguien que decidió decir “hasta aquí llegué” en una relación que ya no le producía las mismas satisfacciones que antes.

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El hecho de que el envejecimiento de las personas haga que cambien las relaciones, no significa que aplique para todos. Que tú hayas perdido el interés sexual en tu pareja, no significa que ella/ el, también lo perdió. Tú puedes ser un témpano, mientras que tu pareja es una hoguera. ¿Qué vas a hacer?

La mayoría de aquellos a quienes les he preguntado, instintivamente responden que “eso no sucede en su relación”. Sin embargo, con el tiempo se dan cuenta de que sí sucede y deben de hacer algo si quieren mantener esa relación vibrante, viva.

contratos no escritos

Bueno, pero ¿cómo se pueden negociar este tipo de contratos?

Muy sencillo: Hablando.

Tomando la decisión de hacerlo y pidiendo a la otra parte que juntos, revisen el estado actual de su relación. Sencillo y MUY difícil también.

Tú sabes si tu relación necesita una “revisadita”. Lo has notado. Mucho es rutina y en ocasiones te sientes mejor estando sola. Y si lo has notado, aquí tienes algunas ideas.

Consejos prácticos para preparar la revisión del contrato no-escrito, de relación con tu pareja.

Primero, habla con tu pareja y sugiere una conversación amable, seria, importante sobre lo que pueden hacer para mejorar su relación. Esto es muy importante. Si no están de acuerdo ambas partes, lo que tengas que decir va a sonar a reproche o a queja. Si están ambos de acuerdo en hacerlo, ya avanzaron más de la mitad del camino.

  • Prepárate bien para esa conversación. Escribe lo que AMAS de tu relación.

Sencillo. ¿Qué es lo que te vuelve loca o loco de que esta relación exista?

  • Ahora, escribe cómo te sientes hoy, comparado con los primeros meses.

Bien, mal, contenta, tranquilo, emocionado, inquieta, aburrido, exasperado, desesperada, etc.

  • Ahora, escribe el porqué de ese sentimiento.

Me siento así porque… y esta parte es muy delicada. Debes de considerar que la razón por la que te sientas así, no siempre va a estar del otro lado. Quizá haya muchas razones propias que han generado ese sentimiento. Algo que no has dicho en años, algo que dejaste pasar y la otra parte pensó que te encantaba, qué-sé-yo!

  • Y ahora tu PROPUESTA. Ojo, es una propuesta.

El hecho de que lo propongas, no significa que se va a aceptar y a cumplir. Pero el simple hecho de proponerlo, hará pensar a la otra parte y es muy probable que algún cambio habrá.

Ahora, guárdalo unos días, y revísalo, antes del siguiente paso.

  • Viene el diálogo.

Prepara el terreno. Que sea en un sitio cómodo, tranquilo, adecuado para tener una conversación seria, pero no solemne. Si logran que sea tranquila, agradable, relajada, los resultados serán mucho mejores.

  • Habla con el corazón. El objetivo es mejorar, no reprochar.

No quieres que el diálogo se convierta en un momento donde salgan a la luz todas las quejas de los últimos años, sino más bien que sea una revisión de lo que estamos haciendo hoy, que ya no está cumpliendo el objetivo de hacernos felices.

Asegúrense de que este diálogo concluye, con la misma cordialidad con que inició, y con algunos resultados reflejados en acuerdos.

  • Los acuerdos deben de ser tangibles. Por ejemplo:

desde ahora, cada quien es responsable de dejar sus artículos personales en su lugar”.

“nos vamos a turnar lavar los trastes, una semana cada uno”

“vamos a hacer un esfuerzo y a proponer alguna posición o actividad sexual diferente”

“iremos a hacer el super juntos siempre”

“nos vamos a lavar la boca antes del primer beso en la mañana, siempre”

Es increíble cómo pequeñas acciones, que molestan a alguna de las partes, pueden destruir una relación. No lo permitas.

Revisa tus contratos no escritos. Vale la pena

Muchas gracias por leerme. Como siempre, me encanta recibir tus comentarios aquí abajito y si te parece, compartir con tus contactos.

JL

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6 Responses

  1. Gracias José Luis por aportar siempre tu conocimiento y experiencias de manera desinteresada a todos los que te leemos… Es muy valioso que tengas el don de comunicar y dar a través de tus narrativas, siempre es bueno dar y también recibir información que en algún momento de nuestro camino podemos adherir….No dejes de compartir, mi reconocimiento a este gran regalo que nos das constantemente!!
    Con aprecio siempre!

    1. Luisa, muchas gracias 🙏. Aprecio muchísimo tus palabras y que mis Pensamientos Alborotados puedan servir de algo. Un abrazo

  2. Me encantó tu artículo Jose, todo muy cierto y pienso es una muy buena guía para nuevas parajasen especial. 👍👍👍

    1. Gustavo muchas gracias, como siempre, por leerme. Que bueno que te parezca que mi escrito tiene alguna utilidad. Lo aprecio mucho. Abrazo hasta Venezuela

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