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De traiciones y cosas peores

Dentro de toda la vorágine política que vive hoy el país, me gustaría señalar un tema que ha pasado un tanto desapercibido; me refiero a la nueva ley de cinematografía que, entre otras cosas, buscaba obligar a las plataformas de streaming, como Amazon Prime, Netflix o Disney plus, a que dedicaran el 15 por ciento del tiempo total de exhibición a contenido producido en México.

Como todo lo que ha propuesto el actual gobierno, esta nueva legislación ha sido motivo de controversia y de “jalones” en medios de comunicación y redes sociales.

Por una parte, el argumento era que una ley de este tipo jamás podría mejorar las cosas debido a que sería muy sencillo darle la vuelta: utilizar el enorme acervo de material de mediana calidad que las productoras tienen guardado.

Bastaría que la plataforma se acercara, digamos a Televisa, y le solicitara toda su producción de telenovelas y programas cómicos de los últimos 10 años.

¡Listo!

Con eso bastaba para contar con horas y horas de programación, de dudosa calidad, pero que en la letra cumpliría de manera cabal con los dispuesto en la nueva legislación.

En el lado contrario, el argumento era más prometedor: esta nueva ley podría abrir las puertas de las grandes plataformas a las pequeñas productoras que en la actualidad no cuentan ni con el currículo ni con los medios para acceder a estas.

Por primera vez toda esta enorme masa tendría el piso parejo para competir con las grandes productoras de cine y series.

A pesar de los dimes y diretes la ley parecía encaminarse a un fast track para ser aprobada en la Cámara de Senadores el pasado lunes, sin embargo, algo ocurrió.

El senador Ricardo Monreal, principal impulsor de la nueva ley, dijo que el debate sobre esta se aplazaría para dar lugar a un Parlamento Abierto donde sería discutida por expertos e integrantes de dicha comunidad.

Aplicaron el freno de mano: La legislación sería discutida en cámara más adelante, después de las elecciones, quizá en septiembre.

Ni hablar… Ahora me gustaría hacer una pregunta:

¿Qué tienen en común las series, disponibles en Netflix, de “Yankee”, “El Club”, “Justiciera” y “Todo Por ti”?

Sencillo. Todas están producidas por Argos Comunicación, propiedad de Epigmenio Ibarra; de hecho, la serie “El Club” está dirigida por su propia hija, Camila.

Todos sabemos que desde hace muchos años Argos Comunicación y su director han sido algo así como el brazo mediático del movimiento del ahora presidente. A la fecha no es raro escuchar a Ibarra haciendo largas disertaciones en video sobre las bondades de la Cuarta Transformación y reclamando sobre el supuesto acoso que ha sufrido su líder.

Restricciones y Cultura Publicitaria | Enrique R & Francisco G & Sharahí Z & Monserrat R & Hans H

Resulta que la productora de Argos firmó desde 2019 un acuerdo con Netflix para producir ocho series. Esta alianza ha sido todo un éxito y las relaciones de Ibarra con Reed Hasting, el CEO de Netflix, son muy buenas.

Tan buenas que dio pie a un evento ocurrido el pasado domingo.

Según reportan algunos diarios, el 25 de abril, apenas unas horas antes de la discusión de la nueva ley, Ibarra se reunió en Palacio Nacional con el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador. De este encuentro salió la orden tajante dirigida al líder del senado: “parar” la nueva legislación.

La pregunta aquí es: ¿Gestionó Ibarra ante el presidente la cancelación de toda una nueva legislatura en nombre de su aliado Hasting?

Filias y fobias aparte, la legislación contaba con el aval de una parte considerable de la comunidad de la industria cinematográfica, a pesar de sus fallas.

De hecho, el pasado martes 27 de abril fue publicado un comunicado que critica este cambio repentino, firmado por las principales instituciones cinematográficas del país.

Es muy grave siquiera pensar que una empresa estadounidense puede utilizar a uno de los “favoritos” de la corte para descarrilar un proceso dentro de lo que, se supone, es un poder independiente.

También muy grave lo que hace Ibarra en aras de mantener la supremacía de su ya muy poderosa empresa. ¡Acaba de apuñalar por la espalda a cientos de pequeños productores, técnicos y actores que pudieron haber encontrado una puerta para acceder a millones de espectadores!

Lo hace una persona que no pierde oportunidad de publicar videos regañones en los que asevera que la “nueva” política del país ha terminado con privilegios, prerrogativas y canonjías de los poderosos, para entregársela a la gente de la calle.

La persona que acaba de sobreponer los intereses de su propia empresa sobre la de miles de creativos y técnicos.

¿No nos habían advertido de los descastados que eran capaces de alinear sus intereses con los pérfidos extranjeros que vienen a saquearnos?

Esto es un retrato de cuerpo entero que pone en claro cuáles son los verdaderos intereses de algunos.

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