Es de veras sorprendente cómo algunos community managers caen en un estado de irresponsabilidad absoluta.
En más de una ocasión me he percatado que toman decisiones que les parecen inocentes, sin darse cuenta del impacto que su inocentada puede tener en la marca que manejan.
Y tú, querido lector, dirás ‘¿pus de qué habla ésta?’ Déjame primero dar un pasito para atrás.
Cuando uno tiene sus propias redes sociales, quisiera estar en contacto o seguir muy de cerca ciertas cuentas, pero no queremos hacerlo de forma evidente. Y entonces decidimos que las cuentas a nuestro cargo hagan esa función por nosotros
Eso es un craso error porque se pervierte el perfil de la marca y puede tener un impacto negativo en su imagen… por ejemplo ¿por qué una marca de una institución financiera seguiría a un DJ? Pareciera una exageración de mi parte, un ejemplo extremo y jalado de los pelos, pero JURO que lo he visto, y lo que proyecta ante los ojos de la competencia y de los usuarios y seguidores no es nada favorable.
A veces olvidamos que algo tan inocente como seguir cuentas de cualquier índole podría hasta llegar a provocar una crisis por redes sociales
No tomamos en cuenta, como si no lo supiéramos, que las redes sociales significan un foro abierto, un escaparate pues, al que todos pueden acceder y donde tus preferencias e inclinaciones están expuestas a ojos públicos, amigos y enemigos; espacio en el que cualquier resbalón o falla que detecten allá afuera pueden utilizar en nuestra contra… o, simplemente, tu cliente se percata y te quita la chamba.
Si con tus marcas sigues las cuentas que son sólo de tu interés, las expones a conflictos innecesarios y superfluos. La marca debe seguir exclusivamente cuentas que le son afines. Piensa: si tu marca fuera una persona, ¿a quién admiraría? ¿a quién seguiría? Ése es el criterio a establecer cuando se trata de seguir a otras cuentas.
Lamento decirte que, en ese caso en particular, tus gustos personales son absolutamente irrelevantes y ni al caso vienen #PutAttention