Es un fenómeno del que aún no encuentro una definición pero, luego de medio siglo, lo he visto presentarse en diferentes contenidos y piezas de entretenimiento de diferentes épocas. Lo que en su momento fue atrevido, peligroso o hasta causa de perdición, hoy es considerado como parte de la cultura popular.
Tendemos a normalizar lo que antes era escandaloso.
Por ejemplo, cuando era adolescente, allá en los lejanos años ochenta, profesores y algunos parientes decían que la música Rock que me gustaba era diabólica y diseñada específicamente para mandar a mi pecaminosa alma hasta las profundidades del tártaro.
Algún desbalagado organizó una quema de discos y no faltaron reuniones medio secretas de adolescentes tratando de escuchar discos “al revés” (impulsando el disco en sentido contrario, con la aguja puesta), para así escuchar los mensajes ocultos que invocaban al mismísimo chamuco. La verdad es que no se oía nada claro, tan solo alucines que no pasaban de ser voces distorsionadas a las que, con mucha imaginación, le encontrábamos algún sentido.
Ahora, en esta época de nuevo milenio, es de risa ver como mucha de esta música —otrora considerada como “del diablo”— es utilizada hasta en las películas de Disney.
No sé si sea que las nuevas generaciones ya no se asustan con nada, que el demonio ya ganó esa última batalla y ya todo está perdido, o que todo el “Satanic panic” de los ochenta fue pura histeria de señoras mochas aburridas.
Libro prohibido
Escribo todo esto debido al anuncio sobre las fotografías originales del libro Sex de Madonna y Steven Meisel (el mundo era todavía old-school, con negativos y papel fotográfico), que serán subastadas por la casa especializada Christie’s el mes de octubre.
Cuando este libro salió a la venta, allá en 1990, el escándalo fue mayúsculo. Desde el Vaticano el Papa nos mandó decir que no lo compráramos, que era muy pecaminoso mientras que países muy conservadores como Japón e Irlanda, prohibieron su circulación. Aquí en México ni siquiera salió a la venta y en las oscuras épocas en que a Amazon ni lo imaginábamos, era prácticamente imposible acceder a la publicación.
Hay que aclararlo, en ese entonces Madonna era una auténtica bomba sexual y no la viejita estirada con síndrome de Peter Pan (¿o tengo que decir “Síndrome de Wendy?) que todavía sacude la polilla en escenarios de todo el mundo.
¿Cómo olvidar “la 3” del Ovaciones?
Por supuesto que el dichoso libro se transformó en el gran escándalo de la temporada gracias a las fotos de Madona medio encuerada y en posiciones de gran erotismo.
Como decía más arriba, el libro era inalcanzable para la mayoría de los pervertidos nacionales, por lo que se tuvieron que conformar con fotos publicadas en diarios vespertinos enfocados en el escándalo: eran de baja calidad y estaban censuradas con rectangulitos negros colocados en las partes pudendas.
Sin embargo, no falto el gran ingenio de algunos. En la universidad en la que estudiaba alguien, que tenía muy buena visión de negocios (estoy seguro de que a la fecha es millonario), se hizo de una copia del prohibidísimo libro de Madonna y de inmediato le sacó provecho.
Este emprendedor en ciernes organizaba exhibiciones del libro y, para evitar que este fuese manoseado o almidonado, organizó de forma perfecta las sesiones: dentro de un salón situaba a cuatro o cinco estudiantes en pupitres y luego colocaba el libro en un escritorio al alcance de la vista. Una vez con el calenturiento público en posición, comenzaba a pasar las hojas de manera lenta pero constante, para esparcimiento y educación de los espectadores.
Por supuesto que para entrar a una de estas sesiones había que pagar una cuota.
Me imagino a todos los asistentes haciendo un enorme esfuerzo por registrar en su mente las imágenes para darles el uso adecuado más adelante, en soledad…
Porno for the people
Esa es otra de las cosas que me sorprende la forma en que ha evolucionado: las generaciones actuales no saben los esfuerzos que tenían que hacer las anteriores por ilustrar sus fantasías por medio de la pornografía. Al día de hoy basta tener un smartphone para acceder a material erótico de la más diversa variedad que hace que Madonna parezca una señora recatada del Bajío.
En esta época, Sex es tan solo un simple libro con fotos medio eróticas.
Sin embargo, aún quedan fanáticos de aquella publicación que tanto interés causó y tantas pasiones levantó. Se calcula que las fotografías originales podrían alcanzar precios de 300 mil dólares en la subasta.
Las fotos se han transformado en un fenómeno pop así como una especie de fetiche de épocas más inocentes y, estoy seguro, que varios de sus potenciales compradores lo harán motivados por las pasiones adolescentes y ochenteras que el dichoso libro les causó.
En fin, cada quien sus perversiones.
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