El amigo de todos los niños, de todas las generaciones

Dos veces en mi vida tuve la oportunidad de estar en vivo, frente a frente, con Chabelo y todo su ingenio.

La primera vez, la tele era en blanco y negro, y aparecían en la pantalla incipientes intentos de ofrecer entretenimiento. Y como era lo que había, pues con eso nos entreteníamos. Chabelo fue de las primeras propuestas en la pantalla vespertina, por allá por los inicios de la década de 1960, mucho antes de las películas que protagonizó y de su afamado programa de los domingos.

Los inicios

Hasta donde recuerdo, su primer programa se llamaba “La Merienda con Chabelo”. Tenía dos mesitas colocadas en V inversa ante las cámaras y él se paraba en medio (en el vértice de la V) a hacer su show de media hora. Todo era en vivo.

Ahí estuve sentadita observándolo bien atenta y fascinada. Antes de salir al aire, nos repartió a cada uno un Gansito y una Chaparrita. Hemos de haber sido 6 u 8 por mesita. Al principio se presentaba, nos presentaba a todos y mostrábamos lo que nos habían regalado, que te podías comer casi al final del programa, pero no faltó el hiperactivo que se comió todo apenas a la mitad.

Me sonrojé al escuchar Lili Bretón con su voz, y volteé la cara hacia atrás cuando me vi en el monitor de las cámaras. Hasta la fecha, podré dar clases, conferencias y hacer entrevistas, pero sigo con mi pánico escénico.

Tiempo después, empezó a hacer comedia con un programa que pasaba también en la tarde y que era francamente divertido: La Media Hora de Chabelo. Hasta los adultos interrumpían sus actividades para verlo. Él con su típico traje de niño antiguo, con shorts y un cuello o baberito o sepadios qué era, de onditas y moño al frente, hacía dupla con Rogelio Moreno, que le hacía generalmente de su papá.

Esa media hora consistía en dos conceptos. Los martes de “La Conciencia y Yo” y los jueves de “Lo Que Se Debe Hacer y Lo Que No Se Debe Hacer”. En ambos casos había una lección que aprender de situaciones cotidianas presentadas en una forma muy divertida y hasta ridícula cuando el adulto era el que se equivocaba y el niño tenía que regañar.

Y, como diría la abuela, qué tiempos aquellos.

Domingos al amanecer

Siguiendo con el modelo inicial de la interacción de los niños con los productos de los patrocinadores, en las mesitas de la merienda, surge el concepto de “En Familia” que entretuvo a varias generaciones todos los domingos, bien tempranito.

Chabelo fue el pionero de infinidad de contenidos televisivos, uno tras otro. Verlo generar sus ideas en vivo y a todo color fue otro privilegio que tuve el orgullo de presenciar.

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Por allá por los ochentas, en la agencia que trabajé manejábamos la cuenta de Juguetes Ensueño y acudimos a él para la introducción de las dos novedades de una navidad: el Fabuloso Fred y el robot 2XL.

Las oficinas de la juguetera estaban hasta el norte de la ciudad de México (entonces Dé Efe) y él atravesaba todita la zona metropolitana (el vivía al sur) en su moto, observando todas las reglas de tránsito y ocupando su propio espacio. Coincidí varias veces con él en el trayecto.

Las juntas creativas fueron excelsas. Nos hablaba de usted a todos, muy respetuoso, y con una creatividad admirable. Ahí mismo ideó cómo presentaría los dos juguetes, cómo haría el Fabuloso Fred a escala para que la interacción de los concursantes se apreciara en la pantalla. Con el 2XL inventó dinámicas muy entretenidas y ambos productos se vendieron hasta agotarse.

Chabelo
Chabelo

Lo menos infantil

En el ínter, la gozadera de sus personajes me divirtió hasta el infinito y más allá. Sus capítulos de la Carabina de Ambrosio con César Costa y con Alejandro Suárez eran excelsos. Mis favoritos: Pujitos, Gulllo el Monaguillo, el Panda y el niño que no-me-acuerdo-si-tenía-nombre que el viejito agarraba a bastonazos.

Además, hizo infinidad de películas y se presentó en centros nocturnos (cabaret, que le decían) siempre con llenos totales y éxito absoluto.

Lo que nos deja

Actor, cómico, productor, inventor, locutor, cantante, entre tantas cosas que hizo, Chabelo fue uno de los únicos brokers (revendedores de espacio comercial, en palabras llanas) de Televisa. Adquirió ese tiempo de domingo en la mañana porque era el de más bajo rating de la televisora y nadie lo quería. Él, lo convirtió en oro puro.

Visionario, creativo, adelantado a su tiempo, eterno, con un sentido del humor más enfermo y disfrutable, el creador del amigo de todos los niños, Xavier López, nos ha dejado un legado ejemplar de disciplina y arduo trabajo, de quien aprendí que nunca hay que tener todos los huevos en una sola canasta. Se despidió de esta vida dejándonos con el corazón repleto de nostalgias infantiles y recuerdos imborrables que las nuevas generaciones quizá jamás comprenderán.

Qué gran privilegio haber crecido con él.

¿Hay algún recuerdo de él que te haya marcado? Cuéntame en Twitter

#GraciasChabelo

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2 comentarios

  1. El viejito del sketch era Don Severo y su hijo Chofocles. Ahora que he vuelto a ver en youtube algunos programas de la Carabina descubrí que así se llamaban.

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