Históricamente hemos relacionado que las personas más exitosas son aquellas que tienen el mejor sueldo y por consiguiente asumimos que son las más trabajadoras, productivas, felices y motivadas en lo que hacen, pero no siempre es así, existen muchas personas con alto poder adquisitivo que detestan su trabajo y no hay dinero que les alcance para comprar su bienestar emocional.
Daniel Pink, en su libro Drive, desmitifica la idea de que el dinero es el motor que más mueve a las personas para sentirse motivadas a realizar un proyecto o sus labores cotidianas. Después de diversos experimentos aplicados en el ámbito laboral, demostró que una persona que es infeliz en su trabajo, que experimenta demasiada presión y estrés, que se siente amenazada por su jefe, que sufre mobbing (acoso laboral) o está rodeada de un ambiente laboral tóxico, puede disminuir significativamente su productividad y experimentar el síndrome de Burnout(agotamiento laboral). De esta manera, se ha comprobado que, si eres infeliz en tu trabajo y te aumentan el sueldo significativamente, es probable que te entusiasmes los siguientes tres meses, pero al cuarto mes derivado de tu insatisfacción emocional, regresará la sensación de fatiga crónica, falta de concentración, desánimo y angustia que limitará tu innovación, productividad y tu disposición para trabajar.
La motivación está en la autonomía, la maestría y el propósito
Motivación viene de la palabra (moveré=movimiento), lo que te mueve a realizar una acción. El ser humano por naturaleza busca experimentar placer y bienestar, así como evadir el dolor y el sufrimiento, por eso lo que nos produce satisfacción personal atrae nuestra atención, estimula las ganas de trabajar y nos lleva a tomar acciones, razón por la cual podemos pasar horas y horas haciendo algo que nos apasiona, sin tener una conciencia del paso del tiempo, lo que en Psicología Positiva se llama estar en un estado de “Flow”, de concentración y disfrute pleno.
La motivación puede ser intrínseca (cuando proviene del interior) y extrínseca (producto de estímulos externos), al final es una combinación de ambas la que genera el mayor estímulo para la productividad laboral, por eso el dinero por sí solo NO es el motor que mueve a las personas, es más bien una consecuencia; es decir, que se puede obtener una remuneración económica sustanciosa cuando el trabajo se hace con pasión, compromiso, calidad y un profundo placer por lo que se hace.
Daniel Pink, afirma que lo que motiva realmente a las personas está en estos tres aspectos:
- Autonomía (autoeficacia): La capacidad de hacer algo por ti mismo y contar con el conocimiento y las herramientas necesarias para llevarlo a cabo en tiempo y forma. Tener creencias de autoeficacia positivas se asocia a un mayor número de emociones positivas, mayor involucramiento y mejor desempeño.
- Maestría y reconocimiento: Que te conviertas en un experto en lo que haces, que te distingas de los demás y que las personas que te rodean reconozcan esa cualidad en ti, que te conviertas en un referente y que tu nombre surja cuando se requiere de un apoyo o necesidad específica.
- Propósito: Se refiere al “para qué haces las cosas” ese motor interior que se relaciona con lo más profundo de tu ser y que casi siempre está ligado a la forma en la que “sirves” y “aportas” algo a la humanidad. Tu legado, la forma en que ayudas, resuelves problemas o haces que este mundo sea mejor para ti y para los que te rodean.
En cuanto al propósito Simon Sinek habla en su charla Ted del Círculo Dorado, en el que hace énfasis en cómo las empresas deben centrarse en los motivos por lo que hacen lo que hacen para inspirar y conectar emocionalmente con sus audiencias, todo empieza por “ser”, luego “hacer” y como consecuencia llegará el “tener”.
Me despido con la frase de Viktor Frankl que dice: “Cuando la situación es buena, disfrútala. Cuando es mala, transfórmala y cuando la situación no puede ser transformada, transfórmate”.
¡Hasta la próxima!