Por alguna razón en la vida, tengo la particular característica de poder detectar a primer vistazo defectos, errores y áreas de oportunidad. Eso me ha convertido en una criticona nata que sé que le cae terriblemente mal a la mayoría de la gente que me lee, a mis alumnos y a los que están a mi alrededor. Pero también le ha resultado valioso y/o útil a algunos de mis clientes. Es por ello que tengo compras recurrentes de su parte.
Hoy, apenitas iniciando las primeras horas de este recién estrenado año, voy a permitirle un breve receso a la fulminante perfeccionista que tengo regularmente a flor de piel. Quiero hacer una pequeña reflexión.
Seguramente la mayoría de nosotros está con muchas dudas en cuanto a lo que nos depara este año. Muchos renegando, otros enojados y otros invadidos por una casi paralizante incertidumbre. Y también con una sensación de impotencia, ya que desconocemos cómo podríamos mejorar o enfrentar el panorama que avizoramos. No sabemos si salir a protestar a las calles. Si dejar de consumir o de pagar impuestos. Si compartir imágenes, textos y memes de repudio, o si esperar a que algún activista se convierta en líder vengador y nos salve de nuestra apatía ante tanta injusticia.
Feliz 2017
A mi mejor entender, las soluciones se deben dar desde abajo, desde nuestra trinchera a base de constancia y buenos ejemplos. Estamos expuestos a nuestros familiares, nuestro círculo social y nuestro vecindario y por ahí debemos empezar. Si cada núcleo hiciera lo que debe, poco o nada deberían de afectarnos las acciones mal intencionadas o mal avenidas de los que ostentan el mal ganado título de “autoridad”.
Nuestra familia merece desde sus raíces tener establecidos principios de ética sólidos y con una amplia visión. Cuando imponemos un solo punto de vista, lo único que gestamos son seres miopes, mezquinos e inflexibles que poco se adaptan al exigente mundo cambiante.
Nuestro entorno merece que todos compartamos nuestros conocimientos y nuestras experiencias. De nada sirve el saber si no se distribuye y se intercambia. Si todos fuéramos generosos con lo que sabemos y abiertos a lo que otros conocen, nuestra sociedad podría avanzar y contraponerse a las imposiciones autoritarias de los malos líderes que nosotros mismos nos hemos impuesto, creando mejores líderes para el futuro.
Nuestro país (cualquiera que éste sea) merece que todos trabajemos por él. No sólo para nuestro propio beneficio, que es efímero. Trabajemos para que éste crezca y se solidifique en conjunto, no en células independientes y desconectadas. El poder y el egoísmo producen sociedades truncas y cortoplacistas. Y nos hemos convertido por ello en nuestras propias víctimas.
Propongámonos dar pasos productivos y propositivos. Más allá de lo que duran en promedio los buenos propósitos de cada inicio de año (21 días), hagamos de nuestro estilo de vida hábitos incluyentes para crecer en conjunto y vencer la tiranía de unos cuantos.
Y propongámonos que el crecimiento no dependa de externos sino de nosotros mismos. Consumamos lo que produce nuestro vecindario, nuestro estado, nuestro país. No nos ayudamos en nada siendo malinchistas Feliz 2017.
¿Utópico? Quizá. Pero seguramente más de uno ha logrado destacar y salir del atolladero con metas que en algún momento parecieron sueños irrealizables. Alemania, por ejemplo, salió de un desastre absoluto y destrucción total después de la segunda guerra mundial, para convertirse en la potencia mundial que es, a base de consistencia, constancia y una visión de país, más allá de individualismos y de posturas egoístas y egocéntricas.