“No sigo la política, no me gusta.” -Miguel Layún-
Esta afirmación, fue expresada directamente por el futbolista, tras enfrascarse en dimes y diretes en la red social de Twitter, a partir de un desastre autoinflingido por emitir un mensaje, que después negó, pero que claramente -al menos para la opinión pública- llevaba una intención de promoción política en favor del Secretario de Gobernación en México, Adán Augusto López, quien junto con Sheinbaum, Ebrard y Monreal, están prestos en la carrera por la candidatura presidencial.
El caso de Layún no es el único ni el primero; este caso del apoyo al hoy Secretario de Gobernación, se viralizó a raíz de que Giovani dos Santos y Braulio Luna, habrían hecho lo mismo, casi con el mismo texto y remate propagandístico, eso fue lo que encendió las redes.
¿Es tan malo o importante un saludo?
Lo que para muchos puede ser una novatada -no veo como, ya están bastante creciditos- una “chamaqueada” o “un cuatro”, para otros tantos, es una táctica burda de promoción a partir de la Imagen Pública de alguien más.
Es decir, se busca un embajador para transmitir un mensaje; alguien que ostente esa relación con las masas o grupos afines del comunicado que desea transmitirse.
Y no, un saludo en sí no es malo.
Es malo, cuando pretende doblar o burlar la legislación electoral “como no queriendo” y una vez que se es descubierto, alegar con la nauseabunda excusa “ay, Yo no sabía, anóne, ni que fuera el único”.
A partir de la dichosa y famosa “alternancia de gobierno” los ciudadanos hemos visto como las triquiñuelas, esas que hacen los políticos para darse a conocer a partir de sus promesas huecas, van en aumento.
Hoy día gracias a las redes sociales y al fenómeno de la “DEMOCRATIZACIÓN de la Fama”, políticos y marcas; se ven en la imperiosa necesidad de recurrir a quienes ostentan y administran esas audiencias en las diferentes plataformas digitales para llegar así a sus públicos objetivo.
Otros casos similares
Fue apenas el pasado mes de Junio 2022, un año después de la jornada electoral del 2021, que las autoridades electorales definieron y decidieron multar a la 75 (SETENTA Y CINCO) “influencers” quienes, gustosos y jubilosos, decidieron pasarse por el arco del triunfo la veda electoral, emitiendo mensajes de apoyo los días 5 y 6 de junio en favor de un partido político. Además de las multas respectivas al Partido Verde.
Entre esos influencers estaban actores como Gabriel Soto, Barbara del Regil y “el negro” Araiza, personas cuya fama les ha permitido acumular una base de seguidores lo suficientemente atractiva para quien busca llegar a las masas, no importa si son políticos o productos, la motivación es la misma.
Dinero a cambio de influencia.
¿Y entonces la Imagen Pública y la impunidad?
La imagen pública, para ponerlo en términos sencillos es; una imagen mental (concepto) que tenemos de las cosas o personas a partir de lo que dicen y hacen.
Si siempre hablas, subes contenido y compartes tips sobre rutinas de ejercicio y vida sana, es muy probable que, a base de repetición -en un periodo de tiempo considerable- la gente crea que efectivamente conoces, sabes y eres un referente en el tema. Sobre todo, si dichas frases y contenido van acompañados de resultados tangibles.
En cambio, si dices que vas a combatir la corrupción y encerrar a los maleantes y en su lugar; los disculpas, perdonas y te tomas fotos con ellos, la congruencia, simplemente no llegó a la cita y la verdad es completamente otra.
Luego entonces la reputación no se construye con palabras solamente, sino con hechos que respalden y comprueben lo que se dice.
Decir y hacer deben ser lo mismo.
Sin importar si se es gobierno o iniciativa privada, los buenos deseos y discursos bonitos cargados de ética y buenas conductas siempre están presentes.
Basta revisar los estatutos de algunas de nuestras instituciones públicas, empresas o clubes deportivos para darse cuenta de la falta de congruencia con que se conducen. Siempre que hay dinero de por medio, ocurre lo mismo, los intereses económicos se colocan por encima de virtudes como la ética o la responsabilidad, esto me lleva al otro tema en cuestión.
La “fiesta infantil”
Quizás el evento más indignante de estos primeros días del año y que causó mayor revuelo, sea sin duda el desaguisado suceso en que un jugador de Futbol del Club Cruz Azul, habría hecho gala y apología del crimen organizado al repartir, en una fiesta infantil, armas largas de juguete, equipo táctico y prendas identificadas con un grupo criminal.
Así como aquella descerebrada madre que osó disfrazar a su hijo pequeño de sicario para que deambulara por un centro comercial arrastrando un bulto embolsado, que simulaba ser un cuerpo humano.
Lo mismo sucedió con el “Cata” Domínguez, a quien le habría parecido simpático hacer su fiesta temática, INFANTIL, en torno a la violencia que vive todo un país.
A la patética excusa del jugador, no destinaré ni una línea, no así a quienes defendieron y disculparon al futbolista, ni al club y mucho menos a la Federación Mexicana de Futbol, de donde debieron salir sanciones ejemplares y acciones efectivas y muy claras para darle la vuelta a este tema que tanto daña a las familias mexicanas, buscando mejorar la imagen del balompié mexicano.
En su lugar, Club y Federación prefirieron lavarse las manos, patear el bote y premiar con impunidad.
En la Liga Premier de Inglaterra, en la Española, así como en la NFL o NBA, este caso habría servido de ejemplo como sanción, golpe de timón y para cortar de raíz con estas conductas que en nada benefician al deporte o a la sociedad y que lejos de ser “cool” o “creativo”, son una mentada de madre para quienes han sido víctimas o perdido seres queridos a manos de la delincuencia. Pero en México, impunidad y no pasa nada, al rato se les olvida y vuelven a los estadios.
A los comunicadores que salieron a minimizar el hecho y a acusar cacería de brujas en contra de un pobre jugador (quien ostenta una posición de fama e influencia); que triste que prefieran hacer “como que no pasa nada grave” en vez de levantar la voz para, desde su micrófono (también con una posición de fama y poder) para mejorar nuestro país y erradicar este tipo de prácticas.
Mientras continuemos disculpando como sociedad ese tipo de eventos, nada, absolutamente nada va a mejorar, por el contrario, seguirá degradándose el respeto por la vida, la empatía y la consideración por los demás.
Tres cositas que debieran definirnos como seres humanos Y QUE HAN DEMOSTRADO ser la base de toda sociedad funcional.
Gracias por leerme, hasta dentro de 15 días.