Pues sí, los zetas crecieron y nos alcanzaron. Y llegaron para quedarse, por lo menos un rato.
No, no hablo de los malosos que salen en las noticias, y que atrapan y sueltan como si fueran blancas palomas.
Después de la generación de los millennials, ésos a los que les hemos dedicado noches de insomnio, grandes presupuestos publicitarios y horas de estrategia, ésos que nos llegaron a parecer incomprensibles, sin arraigo y sin muchas ganas de gastar dinero, están siendo desbancados por lo que ahora se ha dado por llamar la “generación Z”.
Los Zetas nos invaden y vienen con todo.
Son esa generación que nació totalmente digitalizada y enchipada, a partir de los últimos 2-3 años del siglo pasado.
Tienen entre los millennials y ellos una generación de distancia cronológica pero 3 ó 4 en términos de tecnología y hábitos.
Para ellos, todo, absolutamente todo, es efímero y temporal. Están cómodamente acostumbrados a Snapchat y Periscope como fuente de contenidos, mismos que aparecen y desaparecen en instantes. Consumen en food-trucks y en pop-ups, y los aprovechan al momento, porque quizá jamás los vuelvan a ver. Saben que las actualizaciones y nuevos modelos durarán unos meses y, en consecuencia, no tienen arraigo ni lealtad a nada.
Tampoco dinero… por ahora.
Seguramente no van a ser compradores de vehículos caros o motorizados y no van a ser dueños de bienes que impliquen un ancla o una deuda a largo plazo. Todo es aquí y ahora.
¿Qué tan preparados estamos para estos chavos que hoy tienen 18 años? Consideremos que en una década se convertirán en nuestros jefes o nuestros clientes o nuestros líderes.
#QueNosAgarrenConfesados