Hace algunos años, cuando pensaba en los Premios de la Academia, me remitía a aquella época en que viajar en avión era un evento “glamoroso”. Todos (tripulación y pasajeros), iban bien vestidos y peinados. El aeropuerto olía a cuero, cigarro y perfume. Y al oír por el altavoz a una mujer hablar en inglés y español, me hacía sentir que estaba en otro universo. Hasta esperaba encontrarme a alguien famoso para pedirle un autógrafo. En este momento, en mi cabeza suena Ray Conniff de fondo.
Con el paso de los años, la dinámica ha cambiado. Ahora, en el aeropuerto uno se puede topar con todo tipo de espécimen en chanclas y un almohadazo en la cabeza; “influencers” grabando cómo se pelean en el check-in; algunos otros, ya trepados en el avión, subiendo sus patas hediondas al respaldo de adelante o sacando su torta de huevo con ejote, o peor aún: haciendo propaganda política. Y ni hablemos del actual olor del aeropuerto en CDMX. Ahora, en mi cabeza suena Grupo Marrano de fondo.
Al igual que aquella experiencia de viaje, los Premios Oscar han chafeado durísimo, pero también se han convertido en un espectáculo muy entretenido por todo lo que pasa alrededor, menos por lo que realmente importa.
Si algo tenemos que agradecerle a las benditas Redes Sociales es que estos eventos (viajes y Premios) nos brindan grandes momentos de diversión, pero también de reflexión o para hacer mesas de debate. El pomo une, pero no como este gran invento.
A mediados de marzo serán los Premios de la Academia, y seamos sinceros: ni 3 personas en una casa juntan 3 nombres de una película nominada, pero qué tal compartirán los memes. Eso es gracias a internet y por eso, voy a aprovechar esta columna, queridos lectores, para recordar por qué las Redes Sociales son importantes en estos eventos.
Creo que el detonante fue la selfie de Ellen Degeneres en 2014 que por mucho tiempo fue la selfie con más interacciones de la historia. Fue un evento “lindo” y que cayó bien. Pero qué tal cuando DiCaprio finalmente ganó un Oscar. ¿Vieron los memes de ese año y los anteriores cuando también lo nominaron y perdía? BRUTAL.
También han pasado cosas “chuscas” como cuando Moonlight ganó “Mejor Película” y no La La Land, y a todos nos recordó al error del presentador en Miss Universo que se equivocó de ganadora. ¡LOS MEMES SE DEJARON VENIR!
Por otra parte, han surgido movimientos serios e importantes como el llamado a la equidad de género en la industria del cine que hizo la guapérrima Emma Stone, o qué tal cuando salió el #OscarsSoWhite en Twitter, porque puros “blancos” ganaban; o cuando unos usuarios revivieron tuits viejos que Kevin Hart escribió pero con un discurso sobre la homofobia y lograron que perdiera su chamba de presentador para la premiación.
“Last, but not least”: no olvidemos el #TimesUp derivado del #MeToo, que en protesta todas asistieron al evento vestidas de negro.
Y por no dejar, recordemos la más reciente: cuando Will Smith le puso una cachetada marca Diablo a Chris Rock por un chiste (bastante lelo, pero con buen timing) sobre la apariencia de su esposa.
Todo lo que acaban de leer (porque hay un titipuchal más) son pequeños eslabones en esta cadena de conversaciones que unen a todo el planeta por un solo evento: los Premios de la Academia.
Me preguntarán, lectores de altura: ¿esto es un desacierto para la Academia de Cine? No lo sé. Chance y fue un golpe de suerte que su rating se mantuviera gracias a las redes sociales y su tren del mame, porque nadie los pelaba en la tele desde hace tiempo.
Pero lo que sí sé, es que ese domingo tendré mi celular cargado al 100% en una mano, un whisky en la otra, y la tele prendida para morir de risa con los memes y pelearme con cuanto activista de social se me atraviese. Espero que ustedes también.
Nos leemos pronto.
