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El gran engaño de las vacunas

Resulta que los demócratas son tan malos de toda maldad que un buen día, estando en su base secreta subterránea donde planean sus trapacerías, alguien dijo:

‒Los conservadores son tan tontos que, si les decimos algo, en automático lo van a poner en duda y van a hacer lo contrario. Eso que le llaman “sicología inversa”

‒¡Ya sé! ‒, gritó uno de los intrigantes ‒¡Digámosle que las vacunas son buenas, que evitan que el Covid te de muy fuerte y que, si te da, no te causará la muerte.

‒¡Sí! ‒ , gritó otro ‒así pensarán que los estamos engañando y se morirán toditos y nosotros podremos destruir la democracia en paz sin que ningún patriota nos diga nada.

Todos los reunidos soltaron una malvada carcajada que resonó en las sombras del cubil donde se encontraban, mientras se miraban unos a otros felicitándose por ser tan inteligentes.

Pues resultó que sí, que eran una bola de tontos; los conservadores de ese país, cuando vieron que el presidente Biden junto con su corte de rojillos, comunistas, enemigos de la democracia y del mundo libre, recomendaban y urgían la implementación de vacunas, pensaron que era un engaño.

Los pobres no se dieron cuenta que era una operación de doble falsa bandera, un engaño dentro de otro engaño destinado a engañarlos (¿¿??) para que así no exigieran vacunas y se murieran todos.

Aunque no lo creas, hay quien piensa esto:

Aquí el artículo completo en ese paladín de la libre expresión llamado Breitbart.

Lo increíble es que podría pasar por el plan perfecto: ya son muchos los casos de personas que primero reclamaron el “derecho” de no vacunarse así como no cuidarse del virus y ahora están sufriendo la enfermedad en carne propia o, peor, han muerto por su causa.

La gran mayoría de los casos siguen el mismo patrón:

Una persona que se retrata -muy oronda- en redes sociales con letreros, playeras y mensajes alusivos al tema. Se llaman a si mismos “libre pensadores” que no actúan en manada como borregos y, mucho menos, caen en las grandes mentiras del gobierno izquierdista y malintencionado.

Se aferran de todo tipo de teoría que hayan visto en internet e incluso especulan sobre la falsedad y artificialidad de la pandemia. Dudan que una persona “realmente inteligente” pueda caer en el engaño del virus.

Marketing en la industria del entretenimiento | Lorena Zamora & Roberto Báez & Hans Hatch

Lo que sigue en esta trama es un anuncio desde redes sociales (la mayoría de las veces hecho por un tercero) anunciando que el descreído o descreída se encuentra en el hospital sufriendo en carne propia al virus. Es desde ahí que algunos encuentran el arrepentimiento “me hubiera vacunado”, anuncian mientras otros, la gran mayoría, inician campañas de gofundme.com para pagar las cuentas del hospital.

Es curioso que este tipo de conservadores trasnochados, que odian la medicina socialista y que solo aprueban “la que ellos pueden pagar”, normalmente no tienen con que pagar las estratosféricas cuentas del hospital, por lo que se ven obligados a caer en lo que siempre han criticado: pedir dinero a los demás; usar recursos de otras personas, para solucionar sus propios problemas.

Caleb Wallace y las tres inocentes víctimas de su negativa a vacunarse

Sin embargo su peor problema normalmente no es el financiero ya que en algunos casos, estos “librepensadores” que se niegan a caer en el juego del gobierno y las grandes corporaciones, mueren irremediablemente por causa de la enfermedad. Historias realmente trágicas ya que los que quedan atrás normalmente son amantes parejas y niños pequeños que se verán forzados a crecer sin uno de sus padres y en otros casos, ambos.

El pariente encargado de notificar el deceso alude a la gran calidad humana del fallecido o fallecida y de cómo eran buenos vecinos, asistentes a los servicios religiosos y, sobre todo, padres amantísimos.

Me gustaría que me explicaran como un “amantísimo padre o madre” se atrevió a exponer a su familia, a sus hijos, a varios peligros: primero de una enfermedad y más tarde, al de quedarse sin su principal sustento económico.

Que me disculpen, pero es no es ser un padre amantísimo.

El último paso es el de recordar a los lectores del obituario que la colecta de gofundme.com sigue abierta, nada más que los fondos logrados servirán también para pagar las exequias del librepensador y, con lo que sobre (diría la canción), ayudar a la familia que ahora tendrá que enfrentar un mundo sin su principal sostén económico.

Un camino terrible que ya se ha transformado en una especie de común denominador en muchos círculos conservadores de Estados Unidos.

Que quede claro, no me burlo de la desgracia de otros; no hago escarnio de la enfermedad y la muerte. Lo único que me queda es esa gran angustia interior: soy una persona que tiene la seguridad que gracias a los grandes adelantos médicos, como las vacunas, hemos podido alcanzar la ventaja de una vida más larga y más agradable.

¿Por qué dejarse morir en aras de un ideal equivocado?

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