Escribo este texto bajo la premisa de que todos somos shoppers / consumers y que me apoyo en diversas teorías de la sociología, la psicología y el desarrollo humano para el empleo del término “carencia”. Ponernos bajo la lupa a nosotros mismos desde un punto crítico puede llegar a incomodar a más de uno, aclaro; no es esa la intención.
Carencias y Marketing
Las carencias de las que hablo no se refieren para nada a estratos sociales o poder adquisitivo sino a las motivaciones que nos llevan a actuar de cierto modo y que, desde la perspectiva mercadológica, nos pueden llevar o no a crear afectos con determinados productos y marcas.
Dicho esto, vámonos con nuestro sujeto de estudio “el que carece”. El que carece tiene un vacío de índole social, emocional, afectiva o económica que busca satisfacer a como dé lugar. Existen carencias de todo tipo y en todos los ámbitos de la vida que al no poder ser satisfechas merman la percepción propia, la autoestima y por ende la imagen que comunicamos a las personas que nos rodean. El que carece no solamente tiene una fijación con lo material sino con las personas, las experiencias e inclusive con el entorno circundante.
Todos, absolutamente todos tenemos carencias que de algún modo buscamos satisfacer; para la mayoría de nosotros, radican en temas de status o aceptación. Pero hay quienes aun siendo ricos y famosos carecen, ya sea a un nivel afectivo, de percepción propia, de tantas cosas como personalidades conocemos… siempre queremos más; algunos ser el más rico, otros el más poderoso, el más guapo, el más fuerte, el más espiritual…
El común denominador de los que carecen es que, para satisfacer nuestras carencias, también en el remedio buscamos cada vez más y entonces, muchos productos se vuelven satisfactores inmediatos, aunque por un corto tiempo; dando como resultado que nos volvamos adictos a dicha satisfacción y lo más impactante de todo: NUNCA DEJAMOS DE CARECER.
Ahí está la mercadotecnia, con su imperiosa necesidad de conocer al shopper y su bonita costumbre de sacar provecho a la información. Y ahí estamos los mercadólogos, buscando la forma de demostrar la valía de nuestro trabajo y nuestra bonita costumbre de ofrecer al cliente la forma más eficiente de llegar al consumidor. Y ahí está la sociología culpándonos por el consumismo, por las carencias y por los hábitos desenfrenados del público en general.
Resulta, además de relativamente fácil, tentador realizar una estrategia basada en dichas carencias basándonos en perfiles demográficos, sociales y económicos del target e identificando el tipo de carencia que queremos satisfacer, el estado psicológico que ésta genera y la temporalidad en la que deseamos satisfacerla. Ya el hecho de que esto sea ético o no, lo dejo a criterio de cada quién.
Mientras pensaba en la temática de estas líneas, debo admitir que por un instante me invadió un poco de culpabilidad, sin embargo, mientras cierro esta participación me despiertan ciertas dudas ¿No son estas carencias y la necesidad de satisfacerlas, característica per se de la raza humana? De no existir la mercadotecnia y la publicidad, los productos seguirían satisfaciendo carencias de una u otra índole ¿cierto?