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Hablando del macabro juego de la economía

Tras los sucesos políticos acontecidos en últimas fechas desperté pensando que no me sirve de consuelo que la situación actual no sea sólo cosa de México, “no somos nosotros, es el mundo” me parece una afirmación mucho más tenebrosa que confortable; aunque acepto y comprendo el reto, que para muchos, sea una explicación aceptable (todos necesitamos, de alguna forma u otra darle explicación a nuestro entorno). Con la humanidad tan deshumanizada, a veces siento que la democracia nos está escupiendo a la cara nuestras fallas.

Y cómo ya dije, uno necesita encontrar explicaciones y yo las busqué.

Tras hacer un research en diferentes publicaciones, me encontré con un artículo por demás interesante. Afirma que, a grandes rasgos que las políticas que han llevado a un gran beneficio económico mundial, son las mismas que tienen molestas a las mayorías y conducen a la ciudadanía a tomar las decisiones que ya hemos visto. Pero, ¿cómo es esto posible?

economía

Hay un experimento en economía llamado “The Ultimatum Game” que involucra a 2 “jugadores”. A uno de ellos se le ofrece una cantidad de dinero y la posibilidad de dividirla en dos partes (una para sí mismo y la otra para su compañero). Al otro sólo se le da opción de aceptar o rechazar la propuesta del primero, a sabiendas que, en caso de rechazarla ambos se irán con las manos vacías. La lógica dicta que sea la cantidad que fuere, es preferible recibir cualquier suma que irse sin nada; pero los resultados son sorprendentes. La mayoría prefiere, al percibir la repartición cómo una injusticia, no llevarse nada. Obteniendo cómo recompensa que el otro tampoco lo logre.

Beneficios no se ven reflejados en la economía de las mayorías.

Bueno, ¿y qué tiene esto que ver? Pues resulta que los grandes cambios y avances económicos a nivel mundial han producido un beneficio global para los países tanto desarrollados como en desarrollo y hasta cierto punto para la humanidad; han significado que un mínimo porcentaje salga de condiciones de pobreza extrema y que las economías en dichos países crezcan o se sostengan; sin embargo, éstos beneficios no se ven reflejados en la economía de las mayorías.

Desconozco las cifras exactas, pero por poner números sobre la mesa… si éste desarrollo ayudó a que un 1% de la población mundial saliera de la pobreza extrema y otro 1% de clase “acomodada” incrementara su riqueza, tenemos como resultado un 98% de inconformes ante la “injusticia” de haber recibido poco o nada de la repartición de tan jugoso pastel. Para éste 98%, nada significa el bien global, no lo ve reflejado en su modus vivendi. Ve las cifras aumentar, pero no su cartera y eso, le molesta y esa molestia la refleja en las urnas.

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“¡Qué egoísmo!” podríamos estar pensando, pero… ¿no es egoísta también para quién está del otro lado? ¿no es egoísta decidir para dónde y cuánto se reparte sin tomar en cuenta al de enfrente?

Empecé a escribir ésta columna con la certeza de que es ese 98 % quién está mal. Quién con su forma de castigar la avaricia del otro fue causante de fenómenos como Brexit y Trump que resultan contraproducentes para su país y el mundo. Si he de ser sincero, en este momento, ya no tengo clara mi perspectiva. Tal vez, la solución es que existiera a futuro entre ambos jugadores un diálogo; un acuerdo común sobre la repartición, pero… hasta el momento eso no está estipulado en las reglas del juego.

Sigamos platicando @FerFamania

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