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Hasta para irse hay que tener decencia

Es impresionante lo que está sucediendo con los mexicanos entre la iglesia, los centros comerciales, los fiestones y la pandemia.

Parece ser que el ser humano no quiere entender que, mientras más esté expuesto al bicho, más larga será lo anaranjado subido fosforescente del semáforo. Creen que con no hacer caso y salir del confinamiento, vamos a regresar a la normalidad, cualquiera que ésta sea, más pronto. Y no es así. Como decía mi abuela, no por sacar el pastel del horno en menos tiempo se va a cocer más rápido.

Hay que mantenerse informados y hay que seguir tomando precauciones que no todos quieren creer o seguir. La gente no ha querido guardarse y no entiende que los festejos deben limitarse, que la visita a la Villa de Guadalupe puede implicar millones de enfermos. 

Ya se vio, por ejemplo, que a unos cuantos días del Buen Fin se dispararon los contagios. Los datos –además- nos demuestran que se viene una temporada fuerte de aglomeraciones en los centros comerciales. Las proyecciones de https://getin.mx/ arrojan que “Las últimas semanas del 2020 serán las de mayor flujo de personas en centros comerciales, de acuerdo a nuestro equipo de Data Science, esta tendencia puede ser el impulso necesario para incrementar las ventas de las tiendas significativamente en diciembre, de acuerdo a las estadísticas de compra”.

Todo esto estaría muy bien para la economía si las personas siguieran las indicaciones de sanidad, y los comercios establecieran reglas claras para visitar sus tiendas.

Lo que acabamos de ver con BestBuy es verdaderamente inaudito. Con cero criterio, cero orden, y cero medidas de higiene, la cadena cierra sus tiendas de México de forma precipitada, mucho antes de lo que planeaba, por no planear (qué paradoja).

La gente se abalanzó a sus sucursales a aprovechar las ofertas del remate de cierre que descuidada e irresponsablemente la cadena lanzó al mercado. Los más cautos se metieron a su página web y la colapsaron. Los que se aventuraron a ir a las tiendas físicas, muchos sin cubrebocas y nadie en sana distancia, abarrotaron los pasillos de los centros comerciales de sus puntos de venta, ahuyentando a los clientes de los demás comercios.

¿No tienen un departamento de logística o de planeación o de algo que los orientara en cómo hacer las cosas de forma responsable? 

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Al final, todos salieron perdiendo: BestBuy no pudo rematar lo que tenía, los de alrededor se vaciaron por el miedo de los pocos compradores que tenían. Espero que quienes hayan alcanzado alguna gran oferta no lamenten posteriormente tener que cubrir gastos médicos con lo que ahorraron en el remate.

Señores BestBuy. Así como llegaron, presumiendo su prestigio, lo debieron de haber cuidado con responsabilidad y dignidad.

#AdiosBestBuy

Hay que

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Liliana Bretón

Publicista e investigadora

Publicista e investigadora; maestra y estudiante; amante del cine, los libros y el buen sentido del humor; no cambio por nada una tarde de vino con una buena plática. Beatlefan y chocohólica. Socialmente analfabeta. Vivo en Cholula.

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