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Pepe y Lola: más historias de corrección

Otra semana y entramos a otra batalla dentro de esta guerra de “cancelaciones” y “correcciones” que estamos viviendo.

Esta vez toca a personajes de caricatura y el que más llama la atención es Pepe Le Pew, un zorrillo creado por Warner Bros. que debutó en 1945. Las aventuras siempre se desarrollan en Francia (de ahí el nombre) para aprovechar el estereotipo del francés enamorado, que siempre termina persiguiendo a una gatita de una manera que, según los estándares actuales, cae en el acoso sexual.

Hay que decirlo, estas caricaturas fueron diseñadas para un público que pensaba muy diferente de nosotros en una época en que el mundo era muy diferente al actual. 

Fueron parte de mi infancia, pero eso no quiere decir que sigan formando parte de mis gustos o de los contenidos que me gusta ver. Estuvieron ahí, tal como andar en triciclo o trepar árboles, algo muy divertido, pero que ya pasó hace mucho tiempo.

Para muchos el anuncio de la cancelación de este personaje fue tomado como una clara señal de la “debilidad” de las nuevas generaciones. En redes las acusaron de “correctitas” y de echar a perder la diversión, sin embargo, nadie cuestiona a los propios estudios.

¿Qué tanto les interesa seguir con este tipo de personajes?

Y no pensemos únicamente en la cuestión de la corrección política, en muchos casos algo que afecta este tipo de decisiones es el tema de los derechos. ¿Qué tanto les conviene seguir pagando regalías y beneficios de propiedades que ya no son atractivas para los nuevos consumidores?

Como ocurre en tantos asuntos de este mundo cruel, a final de cuentas, todo es un asunto de billetes.

Hablemos de otro de los temas que ha levantado ámpula en redes sociales: los “fanboys” de la película Space Jam protagonizada por varios personajes de caricatura y Michael Jordan.

En la primera versión de la película, en el año 1996, aparecía un personaje llamado Lola Bunny que, como su nombre lo indica, era pariente del famoso Bugs: una criatura con un sex appeal un tanto subido para los niños, a quienes iba dirigida la película, y más diseñada para atraer el lívido de algunos furries en potencia.

Toda una diosa sexual en un universo que tiende a dar atributos humanos a los animales.

El caso es que para la secuencia de la película dicho personaje perdió muchos de sus encantos: pechos y caderas más pequeños así como una cintura más natural.

La reacción de los fans fue peor que si les hubiesen cancelado sus cuentas de TikTok; se enfurecieron por el diseño como si hubieran mutilado a una persona real.

Señores, ¡es una coneja de caricatura!

Pensar que hay ofendiditos debido a que un personaje imaginario fue rediseñado para dar una imagen menos sexualizada y más normal, hace pensar que quienes están mal ante todo este asunto no son las “generaciones de cristal” sino una serie de individuos que, a pesar de ya superar la treintena, siguen idealizando la sensualidad de un personaje que quien sabe que placeres ocultos les causó cuando eran adolescentes.

Insisto, ¡son personajes de ficción!

El síndrome de “mis tiempos fueron mejores” es algo que ha estado vigente desde la época de la Grecia clásica y quizá mucho tiempo antes, a lo mejor los griegos fueron apenas los primeros en documentarlo.

Al parecer, cuando una generación alcanza cierta edad empieza a comparar de forma metódica como eran las cosas antes y como son ahora, para comenzar a sentir cierta añoranza. Sin embargo, lo que nunca analizamos en esos arranques de nostalgia, es que la memoria es selectiva. Muy selectiva.

Marketing en la industria del entretenimiento | Lorena Zamora & Roberto Báez & Hans Hatch

Por otra parte, cuando los contenidos son de época, sus productores son muy dados a romantizar el pasado pintándolo de una forma ideal y que rara vez se parece a lo que era en realidad.

Alguna vez escuché a un joven compañero de trabajo diciendo de manera soñadora que él hubiera dado todo “por vivir la década de los ochenta”.

A mí, que estuve ahí (sí, soy bastante arcaico), me da risa porque las nuevas generaciones piensan que todo era felicidad mientras bailábamos en las calles al ritmo de Michael Jackson con nuestras playeras fosfo.

¿Cómo explicar las gravísimas crisis que destrozaron la economía y que nos limitó el crecimiento por años? ¿Cómo mostrarles el sentimiento de zozobra que provocaba saber que rusos y gringos en cualquier momento se agarraban a atomicazos? ¿Cómo explicarles que nuestro gobierno era autoritario, monolítico y antidemocrático? Eso no se ve en la película de “Volver al futuro”.

¡Los ochenta fueron mucho más que música y jeans de diseñador!

Esos personajes como pepe Le Pew ahora forman parte de ese panteón del recuerdo idealizado, por lo que a muchos se les dificulta “dejarlos ir”. Es muy fácil señalar a las nuevas generaciones pero, los dueños de las propiedades intelectuales también tienen mucho que ver.

¿Hasta que punto esta fiebre de cancelación es causada porque algunas de estas propiedades ya no funcionan como antes? ¿Hasta dónde aprovechan para montarse en una moda para así quedar bien con las nuevas directrices sociales? ¿con las nuevas modas?

Quizá lo único que ocurre es que a las nuevas generaciones no se les hace tan entrañables ni tan simpáticos determinados personajes, por lo que la corporación hace todo un evento mercadológico el dar de baja un producto que ya no vende.

¡Y aquí estamos hablando y quemando electrones en una discusión sobre el tema!

Decir adiós a esas criaturas imaginarias no significa borrar y cancelar la infancia, no representa eliminar algo que para muchos fue muy querido.

Si tanto aman a Pepe Le Pew, y sienten que su misión es llevarlo a las nuevas generaciones para que también lo disfruten, ahí tienen miles de videos en YouTube que pueden bajar y conservar para un “futuro mejor”. Mientras tanto, los dueños de los derechos de los personajes van a seguir haciendo lo que quieran con su propiedad.

Siento que esa queja en contra de las nuevas generaciones, acusándolas de dar el cristalazo, no es otra forma en la que algunos quieren dirigir el golpe a la nostalgia que les da el hecho de que un personaje sea cancelado.

En lo personal viví y disfruté mucho con ese tipo de contenidos pero, a estas alturas de mi vida, ya no tengo necesidad de regresar a ello.

Para los que nos gustan los contenidos audiovisuales y la cultura pop, hay muchas cosas nuevas que seguir disfrutando y que proponen nuevas a veces más disruptivas y emocionantes.

Me parece muy triste basar toda la felicidad de una época en un simple personaje que aparece en una serie de dibujos animados diseñadas para salas de cine de mediados del siglo pasado.

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