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Historias de Sneakerheads

Tengo una hija adolescente que le gusta mucho el deporte. De hecho, ella juega como portera en un equipo de futbol que es subsidiario de una institución muy formal de la primera división.

Digamos que el tema de los artículos deportivos es lo suyo.

Desde hace unos meses para acá trae una idea de inversión que en un principio se me hizo algo ingenua pero, según he estado investigando, cada vez me llama más la atención debido a la propia naturaleza del propuesto “negocio”.

Primero que nada, como en cualquier negocio, hay que estar a “las vivas”; esperar que salga a la venta un modelo especial de calzado deportivo, de preferencia Nike (en su línea Jordan) y comprarlo. Esperar un tiempo (¿especular?) y listo, un retorno de inversión garantizado de, por lo menos, el cien por ciento del precio de lista.

Con el tiempo he descubierto que este ya es todo un medio de vida y que la comunidad de “Sneakerheads”, que así les llaman, es grande y poderosa; normalmente jóvenes centennials que se despiertan a tempranas horas de la madrugada los días en que las marcas lanzan sus modelos de edición limitada, para utilizar programas especializados que les permiten acceder a los sitios de venta y acaparar los zapatos. Una actividad que los expertos en el tema llaman “botting”.

Todo un mercado especulativo que, según cálculos de algunos especialistas, podría alcanzar los 30 mil millones de dólares anuales al finalizar la década. Aunque parece algo que surge directamente de la irrupción digital, todo comenzó en los ochenta cuando Nike presentó su primer modelo Air Jordan 1, línea nombrada en honor del jugador de basquetbol.

Desde esos entonces la demanda por los zapatos fue tal que la firma deportiva no pudo dar abasto a los miles de requisitos por parte de los fanáticos. Las tiendas especializadas descubrieron que era un gran negocio especular con estos para más tarde inflar los precios. Los compradores estaban los suficientemente desesperados para pagar un sobreprecio por un par de tenis con la silueta del jugador estrella.

La llegada de eBay y otras formas de comercio entre particulares en Internet no hizo otra cosa que incrementar la especulación de zapatos y ahora son cientos los que se dedican a ese negocio y que no dudan en hacer alarde de su éxito monetario en redes sociales publicando fotografías de relojes caros, autos deportivos y otros artículos de lujo.

Toda una generación de millonarios sneakerheads.

La fiebre por los tenis de colección ha llegado a grados de delirio terrible; esta última semana surgió una nota que causó gran revuelo tanto en la comunidad sneakerhead como en la especializada en empresas y negocios:

La vicepresidenta de marca de Nike para Norteamérica, Ann Hebert, se vio obligada a presentar su renuncia luego de 25 años de trayectoria dentro de la empresa por comportamiento poco ético. ¿La razón?

Tener un hijo sneakerhead con grandes ambiciones.

Se llama Joe, tiene 19 “añitos”, y regenteaba una empresa llamada West Coast Streetwear, que llegó a vender la friolera de 200 mil dólares en zapatos deportivos al mes. Aunque no hay nada claro si Hebert daba tips a su hijo sobre la salida al mercado de modelos determinados, lo que sí es real es que el joven utilizaba el acceso a la tienda para empleados y amigos de Nike para adquirir zapatos a bajo precio. 

El personal que labora para la empresa tiene prohibido, bajo pena de despido, revender cualquier artículo que adquieran en la tienda. La estrategia de Joe para evitar esta traba, y evitar involucrar de manera directa a su madre, fue la de utilizar a todo un ejército de colaboradores a quienes entregaba pases de acceso y les pagaba por adquirir los pares que necesitaba para su boyante negocio.

En la zona de Portland es común que circulen pases a la tienda de Nike ya que la empresa los distribuye en varios entornos y no es raro encontrar estos a la venta en la web.

Restricciones y Cultura Publicitaria | Enrique R & Francisco G & Sharahí Z & Monserrat R & Hans H

La cosa es que Joe no sólo comenzó a ganar mucho dinero, sino que también se transformó en una estrella en el ambiente sneakerhead; se daba el lujo incluso de posar con decenas de pares para anunciarlos, y de paso presumir la gran cantidad de modelos exclusivos que estaban a su alcance. 

Para muchos otros especuladores, que les costaba muchísimo trabajo adquirir aunque sea un par, era motivo de envidia y de crítica, no habían tardado mucho en establecer la conexión con la que contaba dentro de la empresa y que era su propia madre.

Para comprender la gran versatilidad de este mercado, la cantidad de dinero que representa y lo fácil que es acceder a éste, bien vale la pena una visita al sitio StockX, basado en Detroit, es el lugar donde gran parte de quienes se dedican a especular con tenis publican sus ofertas.

El sitio es un enorme canal fundado en 2015 y presenta las variaciones de los precios de los diversos artículos que ahí se venden como si de valores se tratara; en 2017 superó a eBay en lo que a venta de zapatos deportivos se trata y al día de hoy es el principal punto de reunión de los sneakerheads

La idea de hacer todo un mercado especulativo en torno a zapatos deportivos, es algo que parece sacado de la ficción, sin embargo, es una clara muestra de lo que las nuevas generaciones están haciendo en Internet.

La opinión de algunos sectores es que este tipo de actividades hacen imposible, para la persona común y corriente, adquirir ciertos tipos de zapatos al precio oficial; algo como lo que pasa con la reventa de boletos para espectáculos masivos.

Para otros es una clara muestra de cómo Internet ha trastocado un mercado tradicional y ha generado nuevas fuentes de negocio para gente común y corriente que, ni de lejos, pensaron alguna vez en poner una zapatería.

¿Qué tanto las propias empresas están fomentando este tipo de mercados paralelos presentando productos “exclusivos” o “limitados” fomentando la escasez artificial? ¿Qué tanto están involucrados con los sneakerheads y el mercado especulativo?

Lo que es muy real es que esto ya se ha transformado en algo muy común cada vez que una empresa lanza un nuevo producto: primero genera una gran expectativa sobre un nuevo modelo de características únicas. Cuando sale al mercado, se agota en cuestión de minutos. La situación genera quejas y críticas que se vuelcan en las redes sociales generando una tendencia que lleva el nombre de la marca hasta arriba en los buscadores.

Negocio redondo.

La pregunta aquí es: ¿qué tanto están involucradas estas empresas en la escasez de sus propios productos?

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