Nos guste o no, el gobierno mexicano (y de algunos de los países del mundo) se caracterizan por tener excelentes estrategias y tácticas de comunicación que no siempre tienen relación alguna con su efectividad y sus resultados. O con lo que debería hacerse.
Así, la semana pasada la desaparición de personajes icónicos de algunos productos infantiles y familiares fue motivo de pitorreo y chacota en las redes sociales.
Desde el origen, el contexto viene sesgado a conveniencia de quienes están a cargo del tema salud en el marco de la pandemia, bajo la premisa de que la propagación del virus no está asociada a su propia resistencia y promoción de la distancia o al uso del cubrebocas, sino que las personas que padecen de diabetes, de hipertensión o de obesidad. Sí, pero no. Una cosa es que evites la transmisión con medidas preventivas y otra es que por tu condición te enfermes más que los que son sanos.
Tomando esta teoría como gran verdad, hace unas semanas (¿o meses? en pandemia ya no sabe uno) se implantó un horripilante sistema de etiquetados en la categoría de alimentos, quesque para alertarnos de altos contenidos de azúcares o de grasas o de calorías… como si con la tabla nutrimental no fuera suficiente o nadie la viera.
Me da la impresión de que este sistemita no funcionó del todo porque muy reducida parte de los consumidores ponen atención a la tabla y las etiquetas les salieron sobrando a los poco disciplinados ante los antojos.
Y entonces fue la semana pasada que la grandísima ideota llegó a los anaqueles: vamos a quitarle TODOS los personajes a los alimentos (y que conste que ya los habían enflacado en tiempos que ahora hasta buenos ojos les echamos).
Por lo tanto, Bimbo se despide del osito, ChocoMilk le dice adiós Pancho Pantera, Cheetos se queda sin Chester, la paleta Payaso deja de ser Payaso, y no me imagino un Trix sin mi adorado conejo.
Bajo la mentalidad de que sin personaje no hay atojo y se disminuye el consumo, lo que traería mexicanos más sanos, estamos enfrentando una de las peores crisis de salud del mundo. Han elegido el camino corto, con el remedio falso. La carrera de la educación alimenticia es larga, muy larga.
Me pregunto qué estaremos pagando los habitantes de esta mi adorada tierra como para merecer tan generosa y grandiosa efectividad #NOT