Hace muchos años me encerré en mi casa, en una especie de confinamiento. Igual que el de ahora, no fue voluntario: me corrieron de la última agencia de la publicidad en la que trabajé. Logré negociar que como parte de mi liquidación me permitieran llevarme la desktop que usaba en la oficina, lo cual fue un acierto. Así, sintiéndome desempleada, me estrené en el home-office como free-lance.
Ahora he entendido que eso me sirvió para enfrentar este encierro y ayudarle a los demás a enfrentarlo. Las primeras semanas son las más difíciles, pero indudablemente a todo nos acostumbramos.
Lo que en esta ocasión me tomó por sorpresa fue tratar de adivinar la razón de un colapso que tuve como al tercer mes.
Cuando inició el resguardo, pensé “me voy a dedicar a reorganizar mi casa y a tomar cuanto curso y conferencia me encuentre en línea”,
Lo primero no se ha cumplido del todo, pues siempre que empiezo sale algo que tengo que entregar (GAD). Lo segundo lo cumplí disciplinadamente. Además de 8 horas de clase a la semana y unas 6-8 llamadas semanales por Skype con mis querencias, me involucré en infinidad de actividades que me ayudaron a mantenerme actualizada y a entender a profundidad el comportamiento de la gente, del consumidor y de las marcas durante la pandemia.
Y de repente, una tarde, me sentí cargando una roca sobre la cabeza, que además me provocaba una especie de angustia. Después de una semana de darle vueltas, me cayó el veinte: estaba saturada de pantalla. Y, con identificarlo, vino la cura.
¿Qué aprendizajes me ha dejado esto hasta hoy? Varios, y en varios niveles.
- Hay que dosificar la pantalla.
- Cable DSL es mejor que WiFi.
- Tener una cuenta de Zoom te da tranquilidad.
- Un espacio sólo para teleconferencia es mejor (y no visitarlo en otro momento).
- Escuchar una conferencia es mejor que estar pegado a la pantalla (mientras cocinas o algo así).
- Siempre hay que ver a la cámara, por más tentador que sea mantener la vista en la pantalla.
- Si usas lentes, bajarle el brillo a la pantalla.
- Si es de noche, no tener luz directa ni justo arriba de la cabeza.
- Ya basta de libreros, ¿no se les ocurre otra cosa de fondo?
- Como asistente a una plática o a una clase, si estás frente a la pantalla, enciende tu cámara, por simple cortesía.
- Y, por favor, ¡limpia el lente de tu cámara!
¿Qué has aprendido tú? ¿tienes algún tip para compartirnos? #Cuéntame en TW @LaBreton