Hace unas semanas, queridolector, te platicaba de los cambios que han traído las generaciones Y y Z (y Alpha, también) a la forma de consumo en el mercado mundial, México incluido.
Y resulta que hay una tendencia que ha marcado un estruendoso revuelo en nuestras vidas: la moda vintage / retro.
Empecemos por diferenciar, porque no son sinónimos. Vintage es lo que es auténticamente del pasado, lo que se rescata de los cajones y los clósets de los abuelos. Retro es aquello que imita o rescata lo vintage y que representa una gran oportunidad para creadores de productos que nos traen al presente el pasado, pero con características actuales para mejorar lo que evocan. Pero…
¿Por qué se han puesto de moda?
Más allá de la nostalgia por el artículo en sí, lo vintage / retro satisface la necesidad de tocar base con un estilo de vida más simple y menos agitada.
Todo lo que hacemos hoy es rápido. Corremos a una velocidad vertiginosa sin darnos cuenta ni disfrutar de los detalles cotidianos, lo cual nos lleva a buscar tiempos más pausados y reflexivos, para poder reconectar con nuestras emociones en un mundo frío en el que no nos es permitido sentir.
Back-to-basics
En este estilo de vida tan atropellado, queremos tener a nuestro alcance lo genuino y lo auténtico que no estamos obteniendo de las propuestas actuales, llenas de plástico y de ingredientes artificiales.
Esta tendencia nos permite retomar y recuperar lo bueno, reciclar de forma creativa y a partir de ahí producir conceptos nuevos y más llenadores, por ponerles un adjetivo.
Hemos llegado a un punto donde recoger los referentes del pasado nos brinda la oportunidad de tener en nuestras manos una base sólida y confiable para construir una identidad futura donde podremos continuar desarrollando nuestro individualismo mientras nos diferenciamos del mainstream.
Descubrimientos y sorpresas
Una de las sensaciones que conlleva esta visita al pasado es que nos permite evadirnos del desasosiego que ha traído el presente y que parece extenderse hasta el infinito y más allá.
Buscamos la certeza de la continuidad. La comida rápida, la moda chatarra y desechable nos ha roto la certidumbre y, en consecuencia, la seguridad que el ser humano requiere para actuar y reaccionar de forma asertiva.
A todos nos toma por sorpresa lo rápido que se rompe nuestra ropa, nuestros electrónicos y prácticamente todo lo que usamos a diario. Todo se vuelve incompatible y nos demanda actualizaciones de software y hardware de forma constante. Ya ni hablar de la gastadera, que nos impide ahorrar… ahorrar, otro concepto que parece pertenecer a la prehistoria.
También nos desconcierta la parte negativa de la nube y el streaming. La pérdida física de lo que nos gusta o de los recuerdos que creíamos protegidos nos ha traído decepciones (y hasta lágrimas). O lo rápido que los medios de preservación cambian y ya no se conectan entre sí.
Un ejemplo claro es la noticia que en México acaba de dar Klic de Cinépolis a sus pocos usuarios: las películas que habías comprado en su plataforma ya no van a estar a tu disposición a partir de junio 1. ¿Pues no era compra? Lo peor es la respuesta cínica de la empresa, argumentando que te lo habían advertido en sus “términos y condiciones” que, obviamente, nadie leyó.
Es decir, buscamos la calidad y la permanencia que los productos de antes nos ofrecían.
El origen
Todo esto viene de la necesidad que las nuevas generaciones tienen de reparar lo que sus antecesores echaron a perder, donde nuestra huella de carbono cada día empeora junto con nuestra salud.
Sin darnos cuenta, el ser humano ha producido más del doble de basura de la que produjo desde su aparición en la tierra hasta 1970, que desde ese año para acá. Necesitamos un freno.
Al final…
El reto ahora es no reinventar lo que hubo sino rescatar calidad accesible y asequible, al mismo tiempo de eliminar todo lo nocivo que se desarrolló en aras de la modernidad.
Las empresas tienen que repensar sus propuestas que se basan en la obsolescencia programada. El consumidor busca permanecer actualizado sin tener que gastar todos sus ingresos en productos que generan tanta basura. Eso era lo que caracterizaba a lo vintage. En ese sentido, los tiempos pasados sí eran mejores, aunque nos duela.
Tú, ¿qué opinas? ¿qué tanto te ha impactado el incesable y vertiginoso consumismo con tal de mantenerte al día? ¿te gusta o preferirías que tus pertenencias te duraran un poquito más? Ven y cuéntame. Platiquemos (casi) en vivo, en mi cuenta de Twitter
#SoyVintage