Estar en todo
Desde que era muy joven siempre he sido adicto a los contenidos de cine y televisión, creo que esa fue una de las principales razones por las cuales decidí estudiar ciencias de la comunicación.
Siempre he tratado de estar al tanto de todo y aunque no trato de ver personalmente todos los contenidos, intento enterarme por lo menos de que van, cuál es su temática, quienes son el reparto, cómo está la producción y enterarme más o menos de que trata.
Aunque no me crean, cuando era estudiante me gustaba estar enterado hasta de las telenovelas, pero solo por razones profesionales. (¡¡Lo juro!!).
Al día de hoy sigo teniendo esa afición y, aunque ya no sé nada de las producciones de Televisa o TV Azteca, trato de estar enterado de todo lo que sale en el cine, de las grandes franquicias cinematográficas, o en plataformas y, por supuesto, en algunas me meto durísimo. No sé si han leído alguno de mis textos que se enfocan en series o en películas, seguramente notarán que soy bastante obsesivo.
Sin embargo, gracias a Internet he descubierto todo un universo de críticos y reseñadores que hacen mi vida mucho más sencilla a la hora de “enterarme” de esos contenidos que, la verdad sea dicha, me dan flojera o que de plano no me metería a ver al cine.
Anti-reseñas
Por ejemplo, mi gran amigo José Antonio Sempere (alias @FinisimaPersona en Twitter, síganlo, no se van a arrepentir), tiene una gran vena de crítico de cine y de hecho hasta un podcast y un blog tenía al respecto. El señor hizo el enorme sacrificio de meterse al cine para ver y hacer una “anti-reseña” de cada una de las entregas de la serie de Crepúsculo, la de los vampiros metrosexuales. Para mí fue todo un evento ya que no sólo me ayudó a recorrer de manera virtual todas las secuelas —sin tener que meterme al cine— sino que también lo hice en medio de carcajadas debido a que la malicia y el ácido humor que le puso a dichos textos son toda una obra de arte.
Si tienes tiempo, léelos aquí.
El caso es que, aunque sea “ya digerido”, me gusta enterarme de tramas y calidad de contenidos; creo que he seguido así las tres cuartas partes del universo de Marvel y, en general, casi todas las películas de acción de Hollywood para las cuales me da una gran flojera siquiera pensar en sacar el coche para ir a verlas.
Sin olvidar la fortuna que me he ahorrado.
La sentencia de YouTube
El caso es que gracias a esa enfermedad mental que padezco, he podido encontrar una gran cantidad de YouTubers que se enfocan en analizar y seguir de cerca series y películas. En particular estoy siguiendo muy de cerca a todos aquellos que se dedican a criticar películas de fantasía y (mal llamada) ciencia ficción.
El caso es que una gran mayoría de estos están sumamente enojados debido a que, aseveran, los estudios echaron a perder sus franquicias favoritas a las cuales incluso ya dan por muertas. Mientras Disney “mató” a Marvel y a Star Wars, Amazon hizo el favor de fastidiar a El Señor de los Anillos.
Los argumentos van desde una falta de cariño por historias y personajes hasta una insistencia de meter los temas de inclusión actuales en historias que no tendrían razón alguna para subirse a un tren que en nada afecta a su desarrollo.
Todos hemos visto la manera en que el público en general destrozó las nuevas entregas de La Sirenita, también de Disney, Queen Cleopatra de Netflix o Los Anillos del Poder. Lo peor es que, a pesar de esta crítica generalizada los estudios se han dedicado a culpar por sus malos desempeños —en taquilla así como en rating— a la maldad, el racismo y la homofobia del público, sin intentar analizar qué es lo que en verdad está mal con esos contenidos.
Creo que más allá de esta temática el gran problema es la falta de creatividad que están demostrando en aras de garantizar ganancias. El remake de La Sirenita no lo hicieron para presentar una historia más incluyente, la hicieron para subirse en el éxito —que pensaban garantizado— de la película de 1989. Y lo mismo ha ocurrido a todas las películas con las que han querido repetir éxitos pasados en formato de live action.
En el caso de los superhéroes o de Star Wars, todo es un triste intento de repetir fórmulas hasta la saciedad, dar por sentado que sus públicos no maduran, no evolucionan y no quieren ver nuevas ideas o nuevas propuestas. ¿Cuándo fue la última vez que vimos algo que realmente nos emocionara?
Fuera de algunos casos muy puntuales, estas franquicias ya están muy desgastadas y necesitan ser repensadas de manera absoluta, empezando por los directivos de los estudios. Se está gestando una verdadera crisis: el público ya se está hartando de ver las mismas temáticas, los mismos personajes con los chones de fuera, las mismas historias.
Urge una renovación.