¿Qué tienen en común un anuncio de perfumes, una intro de Netflix y una campaña viral en TikTok? Todos se anclan en una misma fuerza invisible: la música.
En la era de los algoritmos y el contenido fugaz, la música sigue siendo un recurso único para conectar profundamente con las emociones del público. No se trata solo de llenar espacios con sonidos agradables; en la publicidad, la música tiene el poder de construir historias, marcar el ritmo y trascender los límites del mensaje.
Aunque vivimos en un entorno donde todo compite por segundos de atención, la música es capaz de convertir un anuncio en algo memorable, mucho más allá del tiempo que dura.
Una conexión que trasciende lo visual
La publicidad actual tiene menos tiempo que nunca para impactar. En plataformas como TikTok o Instagram, captar la atención en los primeros 3 segundos es la clave para que un mensaje no pase desapercibido. Aquí es donde la música brilla: puede comunicar una emoción en milésimas de segundo.
Por ejemplo, las marcas de lujo suelen utilizar música clásica o instrumental, generando una atmósfera de sofisticación y exclusividad. Por otro lado, los anuncios dirigidos a un público joven optan por géneros actuales, como el trap o el reguetón, que reflejan tendencias y estilos de vida.
Un caso emblemático es la campaña de Nike Winner Stays con el tema “Miss Alissa” de Eagles of Death Metal para transmitir energía y dinamismo, destacando la diversidad y pasión en el fútbol global. La música conecta perfectamente con la temática del comercial y refuerza su mensaje inspirador.
¿Un recurso agotado o un nuevo campo de creatividad?
A pesar de su impacto, la música en publicidad enfrenta un gran desafío en la era de la inmediatez. La presión por obtener resultados rápidos ha llevado a muchas marcas a usar fórmulas probadas, como jingles repetitivos o canciones virales, dejando de lado la innovación.
Sin embargo, esto no significa que la creatividad haya muerto. Hay campañas que han demostrado cómo arriesgarse con elecciones musicales únicas puede marcar la diferencia. El anuncio de Always: Like a Girl, por ejemplo, utilizó una pieza emotiva que reforzó su mensaje de empoderamiento. Este enfoque logró no solo atraer la atención del público, sino también posicionar la marca en conversaciones relevantes.
La música como sello de identidad
En un mundo donde las audiencias son bombardeadas con contenido, la música puede convertirse en la firma de una marca. Esto es lo que se conoce como sonic branding: sonidos que se vuelven tan icónicos como un logo.
Ejemplos como el sonido de inicio de Netflix o el famoso “ba-da-ba-ba-ba” de McDonald’s demuestran que una identidad sonora bien trabajada no solo refuerza el reconocimiento de marca, sino que también genera una conexión emocional inmediata.
Y este principio no aplica solo a los productos de consumo masivo. Como lo señala Valentina Salazar en su columna Marketing auditivo para restaurantes, la música también puede enriquecer experiencias gastronómicas, fortalecer la identidad de un restaurante y fomentar vínculos emocionales duraderos con los comensales. Desde jingles originales hasta playlists cuidadosamente curadas, el sonido se convierte en un ingrediente clave para destacar en un mercado saturado.
El poder de lo efímero
Si bien el entorno digital parece priorizar lo superficial, la música demuestra que lo fugaz puede ser significativo. Una melodía bien seleccionada puede convertir un anuncio de 15 segundos en una experiencia que resuene en la memoria del público por mucho tiempo.
En fechas como el Día de las Madres o el Día del Maestro, basta una melodía para provocar lágrimas, sonrisas o recuerdos compartidos. Un ejemplo poderoso es la campaña “Gracias, Mamá” de P&G, que ha logrado emocionar a millones al acompañar sus historias con piezas musicales cuidadosamente elegidas, reforzando el mensaje de gratitud y apoyo incondicional. La música conecta con lo más profundo y humano de la experiencia cotidiana, lo cual refuerza su poder como herramienta publicitaria.
Esto no significa abandonar las tendencias, sino utilizarlas de manera estratégica. La clave está en entender qué mueve emocionalmente a las audiencias y cómo traducirlo en sonidos que conecten.
Más que un accesorio
Para concluir, la música es mucho más que un accesorio en la publicidad: es el lenguaje que transforma mensajes en emociones. Aunque la industria se enfrenta al reto de competir en un mundo acelerado, la música sigue siendo una herramienta poderosa para trascender y conectar con lo humano.
En lugar de temerle a la inmediatez, los creativos publicitarios podemos verla como una oportunidad para crear momentos significativos, donde las emociones sean las verdaderas protagonistas. Porque incluso en un mundo de pantallas saturadas y scroll infinito, una sola nota puede detener el tiempo. Y eso, en publicidad, lo cambia todo.
Por: Ana Paola Maravilla Cruz – estudiante del 6° semestre en la carrera de Diseño y Producción Publicitaria / Estrategia y Creación Publicitaria de UPAEP – Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla.