Épocas de fraternidad
Esta es una lección que nos deja la recién terminada temporada navideña que, como muchos saben, es una hermosa época de paz y fraternidad que ocasiona estrés y actos de violencia en muchísima gente.
Todo empezó con los pasteles para la cena de navidad y año nuevo, pero el clímax de esta ridícula situación fue alcanzado en la temporada previa al día de reyes.
El primer ingrediente es una sociedad absolutamente polarizada por un importantísimo tópico: ¿Existe una justificación ética, económica o de clase, para comprar productos al mayoreo? ¿Hay un límite para adquirirlos en una tienda que, por definición, es de mayoreo?
(Estudiantes de filosofía, aquí hay toda una tesis… de nada)
En Reddit lo llaman “gruñido de tripas”, como si la persona que realiza la acción fuera un auténtico muerto de hambre; mientras que una parte los califica de “emprendedores” otros los tachan de “acaparadores” y los ponen en el mismo nivel que las criaturas más nefastas, repelentes y despreciables de la creación: los revendedores de boletos en los conciertos de Taylor Swift.
Buscar un nicho
¿Cuál es la razón por la que una buena parte de la sociedad se siente ofendida por el hecho de que una persona compre decenas de roscas o pasteles para revenderlos por su cuenta?
En lo personal he visto muchos casos similares: cuando sólo existía un único establecimiento de Krispy Kream, algunos se tomaban la molestia de comprar donas por cajas (no es albur) y revenderlas en zonas alejadas de la ciudad. En la esquina de donde vivo, un par de veces a la semana, se estaciona una persona que trae pan dulce de la panadería “Ideal”, prestigioso establecimiento del centro de la ciudad.
De hecho, en la tienda miscelánea cercana a mi casa, siempre hay disponibles rebanadas de los famosos pasteles de Costco y hasta galletas con chispas de chocolate. No me parece que Chuy, la dueña del establecimiento, esté cometiendo un crimen de lesa humanidad por ofrecer al público este tipo de productos.
Si lo que quieres es evitarte un viaje hasta el primer cuadro sólo para comprar media docena de conchas o hacer el éxodo al Costco más cercano porque tienes antojo de un pedazo de pastel, pues es más fácil y hasta barato hacerlo en uno de estos “revendedores”.
¿Envidia de la mala?
Más allá de las discusiones bizantinas de si esa tienda es de mayoreo, si es exclusiva o si debería de poner reglas sobre la cantidad de producto que cada cliente puede llevar, creo que el problema a fondo es mucho más interesante:
¿Qué ocurre en la cabeza de una persona que se molesta cuando ve a alguien llevando una centena de roscas de reyes?
No estoy hablando de alguien que está en la tienda, en medio de la arrebatinga y el frenesí de las fiestas. Hablo del perene opinador de redes sociales que encuentra una foto donde un usuario exige al cielo, a las autoridades y a los dueños de Costco, una explicación por la que eso está permitido y de inmediato se sube al tren del mame.
Hay quienes describen esta actitud como envidia.
Muchos caen en una especie de desazón al pensar que esa idea no se les ocurrió a ellos: Una vuelta al Costco con una inversión relativamente baja y, a la vuelta de unas horas, una lanita para paliar un poco los gastos de la temporada e incluso para darse un lujito.
¡A quién no le gusta la idea!
Otros argumentan que es una reacción a una conducta abusiva y gandalla. ¡Las roscas tienen que alcanzar para todos! ¡Cómo es posible que gracias a su voracidad dejen a otras pobres familias sin su rosca en un día tan especial! Estos son los que gritan y exigen que la tienda incremente su tarifa de membresía (para ser más exclusiva) o de plano imponga cuotas (como si la tienda tuviera reparos en vender todos sus productos lo antes posible).
La pregunta que más reacciones generó, para este caso, es sobre si Costco es una tienda de mayoreo o no. ¡¡Hay cada “experto” opinando al respecto!!
Y el ganador es…
Quizá lo que más me ha llamado la atención son los que gritan “gruñidos de panza”, argumentando que es de “muertos de hambre” ser el intermediario de una cadena de distribución. Como si eso no fuera la base de la mayoría de los negocios de este sistema en el que vivimos.
El caso es que, quienes sí han hecho muy bien su trabajo mercadológico, son los de la tienda. Increíble la manera en que han logrado generar un irrefrenable deseo por sus productos al grado de que la gente es capaz de pagar un sobreprecio por ellos; de liarse a bofetadas en el pasillo de panadería por ellos; de insultar de forma indiscriminada en redes sociales por ellos.
Cuando los productos que vende tu tienda se hacen trending topic, la gran recomendación es darle un jugoso bono a tu equipo de mercadotecnia.
Extraño mundo en el que vivimos, en el que desde redes sociales se puede satanizar un acto o un hecho y condenar a quienes los practican, sin que exista un comportamiento ilegal o carente de ética.
A final de cuentas ¿Quién fue el ganón?
El Costco.