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La Sandwichería de la discordia

Estamos en plena “guerra”.

La mujer que dice gobernar esta atribulada ciudad aparece ante cámaras, muy sonriente con su manita en el pecho, y firma un acuerdo con el conocido depredador de espacio urbano llamado Airbnb y las redes alcanzan un nuevo climax.

Desde hace ya tiempo ha existido una guerra de baja intensidad entre activistas que argumentan que el hecho de poseer y especular con propiedades urbanas de vivienda es el mayor pecado desde que Eva comió una manzana en el jardín del edén, para que sus contrincantes ―los clásicos que les gusta salir a defender a Elon Musk y a Salinas Pliego―, aseguren que así es el sistema, que la gente tiene derecho a hacer con sus cosas lo que se le dé la gana.

Este es un conflicto que ya es bastante añejo y que se ha endurecido más por quienes piensan que la llegada de los nómadas digitales, provenientes del fastuoso norte, no hacen más que echar a perder nuestras ciudades.

El argumento es que colonias como la Roma o la Condesa sufren de “gentrificación” por culpa de dichos nómadas que causan un aumento de precios, hacen que las rentas se conviertan a dólares y que el acceso a las zonas más atractivas de la ciudad quede en las posibilidades económicas de tan solo unos cuantos.

Como si la oleada previa de hípsters que se amontonaban en apartamentos como gitanos para poder pagar la renta no hubiera causado ya una gentrificación; sería interesante hacer un censo para contar la cantidad de changarros en esos lugares cuyo nombre termina con las sílabas “-ería”.

Sinceramente me parece más un caso de xenofobia muy virulento ya que si su verdadero interés fuera defender el modo de vida tradicional en las colonias de moda en esta sufrida ciudad, ya hubieran podido quejarse de casos como la “coreanización” que se ha registrado en la Juárez donde están a punto de poner un garito fronterizo en la calle de Florencia en el que van a exigir visa y pasaporte, así como un examen práctico de lengua coreana para poder entrar.

¿sangüíches o sandwichs?

Justo en ese momento, cuando las emociones estaban más exaltadas, una doñita ubicada en el epicentro del conflicto y propietaria de un negocio llamado Eva Sandwichería, sale con su batea de babas:

Sandwichería

Este mensaje ya fue eliminado y sustituido por otro en el que justifica su forma de pensar, pero que asevera que sí se atiende en inglés.

Marketing Mix Modeling (MMM) | Rodrigo Martin & Moisés Maislin & Hans Hatch

Más allá de discutir si tiene razón para no atender a gente que le hable en ese idioma ―pensando que está en una zona altamente turística, que su carta incluye muchos productos escritos en inglés y que ese idioma, muy a pesar de nuestros dolores de patas, es la lengua franca del mundo―, queda una vez más demostrado lo salvaje que pueden ser las redes sociales cuando se tocan temas controvertidos.

Con el tema de sándwiches e idiomas extranjeros de fondo, lo que vimos fue una verdadera masacre. Para pronto, una cantidad ingente se lanzó a los sitios de reseñas para poner una sola estrella y hablar pestes del local, mientras que otros exaltaban el derecho de mandar al diablo a los turistas gringos “que se creen con derecho a todo”.

Green go!

Basta tantito calor para que uno de los atavismos mexicanos más fosilizados en el alma de nuestra gente, el odio visceral y ciego a los ciudadanos de Estados Unidos, se desate con una verdadera furia. Como si las tropas del general Winfield Scott apenas acabaran de tomar el Convento de Churubusco.

No es ningún secreto que el tema de la vivienda, la que debería ser accesible para la mayoría de la gente, es uno de los más delicados que sufrimos. El costo de una casa o un departamento es, de manera práctica, inalcanzable para la mayoría de la gente. Sin embargo, como ocurre en muchos otros casos de esta realidad mexicana que vivimos filtrada por las redes sociales, la solución no está en prohibir plataformas, pintarle dedito a gringos desabridos en Álvaro Obregón o negarse a decir “sándwich” en inglés.

(¡Cierto! ¿Por qué la doñita no le puso “Eva Emparedadería” a su negocio?)

El problema, como lo deberíamos de saber ya todos por aquí, es que nuestro gobierno está más preocupado por otros temas y ha dejado que la ciudad se caiga a pedazos. Que la crisis de transporte (público y privado) ha causado que las únicas colonias atractivas para vivir sean las más céntricas, las cuales, están sufriendo un proceso de sobredemanda, con el consiguiente disparo de precios y de gentrificación.

Olvídense de los gringuitos en chanclas y de la doñita de los sándwiches. El problema #EsClaudia (y compinches que la preceden).

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Una respuesta

  1. Excelente artículo, comparto tu opinión, hay diferentes prioridades que las autoridades y organismos gubernamentales responsables deberían atender en vez de asistir a inauguraciones de refinerías de barriles con agua….

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