Confieso que soy una consumidora ávida de noticias. Antes de que llegara trump (con minúscula) a la presidencia, la cadena Fox News era una de las fuentes de información que me gustaba consultar para mantenerme actualizada con lo que sucedía más allá de las fronteras del país.
Poco a poco mi consumo de esa emisora fue decreciendo hasta desvanecerse por completo: trump había tomado control de su contenido.
Más allá de que el sujeto me cayera bien o mal (pero obvio, me parece insufrible) me empecé a dar cuenta de las exageraciones, los sesgos de información y, sobre todo, las mentiras. Y, la mera verdad, no puedo con la gente mentirosa.
Así se difundieron por cuatro años, día tras día, los mensajes del infausto personaje y se salía con la suya con sus agresiones y engaños. Su falta de ética se convirtió en un hecho cotidiano.
Las redes ponen el ejemplo.
De repente, y en gran parte por la intensa proliferación de las mentadas fake-news, las redes sociales decidieron filtrar notas y publicaciones que pudieran resultar engañosas. Mientras a algunos les molestaba que Facebook empezara a poner advertencias sobre contenidos de dudoso origen, la mayoría lo agradecimos, sobre todo por aquellos que no checan las fuentes o las fechas de lo que comparten.
Twitter se quedó un poco atrás. Su filtración de mensajes carentes de verdad o de sustento (o de ética) han continuado presentes, en pro de la libertad de expresión.
Sin embargo, se pudo ver que, conforme se acercaban las elecciones estadounidenses, la intensidad de mensajes manipuladores y engañosos llenaban los TLs y por lo tanto la advertencia en Twitter de contenido no verificable o veraz se empezó a hacer presente.
El deslinde y la indignación.
Unos días después, ya con los resultados numéricos del colegio electoral, el presidente estadounidense y su equipo salieron a defender su postura a base de discursos con datos no verificables y sin sustento, tratando de engañar al mundo, con una total falta de ética. Sorpresivamente, Fox News decidió dejar de dar voz a dichas mentiras y manipulaciones, interrumpiendo las declaraciones falsas.
Ahí inició el debate. Empezaron los indignados y defensores de la libertad de expresión a juzgar a Fox News y al resto de los medios que le siguieron, sin entender que una cosa es expresarse libremente y otra es no tener límites para exagerar y pretender controlar los pensamientos y las opiniones para beneficio propio.
Mi apoyo total.
Soy una ferviente creyente de la libertad de expresión. Pero de la expresión verdadera, la que tiene un sustento ético, no la que tiene el propósito propagandístico nefasto de manejar masas a favor de ideologías individuales llenas de fanatismo.
Y los medios tienen todo el derecho de decidir qué ideas caben en su espacio. Ésa es parte de su libertad de expresión: ser congruentes con sus estatutos y su visión del mundo.
Si el control de las mentes es rechazado por un medio, tiene mi apoyo total. Si alguien le hubiera puesto un alto a Goebbels, quizá ese capítulo de la historia hubiera sido menos fatal.
La palabra es libre hasta que afecta a terceros de forma negativa.
#NoEsCensura