Unas semanas después de que fui invitada a escribir esta columna para Soy Marketing, mientras escribía el texto introductor de mi perfil, y al leer los perfiles de mis otros compañeros columnistas expertos en innumerables profesiones, me di cuenta que a pesar de llevar 20 años ejerciendo el diseño gráfico, no me considero una experta. Peor aún, por más que escudriñé mi vida profesional, me di cuenta que no me considero experta en nada. Al menos no en nada que la academia o el mundo laboral vean con ojos de valor curricular. Emigrar no hizo más que agudizar en mí la habilidad de volver a aprender a aprender y de volver a aprender a observar. Nuevo idioma, nuevas costumbres, nueva mentalidad. El aprendizaje se vuelve cosa de todos los días y llega el día que no puedes ni quieres dejar de experimentarlo. De ahí que mi atención se haya volcado a muchas otras disciplinas, que al final del día, yo sé que no hacen más que enriquecer mi profesión principal.La migración mermó mucho mi camino hacia la “especialización” que muchos de mis colegas contemporáneos poseen hoy. Así es, no me siento experta en nada y está bien.
Hace unas semanas, mientras presenciaba el webinar titulado “Diseño para un Mundo Mejor” organizado por elUX Design Institute de Irlanda y que contaba con la participación de varios de las voces más renombradas en el mundo del Diseño UX (entre ellos el padre del Diseño UX Don Norman autor de The Design of Everyday Things), me sorprendí verme reflejada y validada en mi falta de expertise cuando el llamado a diseñar un mundo mejor pide a los diseñadores del mundo cambiar la perspectiva.
Vivimos en un sistema complejo donde la gente que ha estado a cargo de diseñarlo pensó durante décadas que poseíamos recursos infinitos. Un sistema donde nadie se dió cuenta que el comportamiento humano era y es realmente el problema a solucionar. Los enfoques han estado en muchos otros rubros: producción, desarrollo tecnológico, ganancias, eficiencia, etc. Y de ahí que nos encontremos metidos en innumerables problemas a nivel global.
La academia en especial aplaude y premia a aquellos que se especializan en algo: mientras más especialistas tengo, mejor. Mientras más te especialices, mayor tu prestigio. El problema está en que al especializarse, el rango de conocimiento se estrecha de forma que nadie más, o sólo unos cuantos, saben mucho en ese tema.
Pero en el mundo real, para solucionar problemas reales no necesitamos expertos: necesitamos generalistas. Y en este mundo regido por la academia y las industrias, ser generalista no te consigue un ascenso y muchas veces, ni siquiera un empleo.
¿Cuántas veces lo hemos visto? Los expertos van y vienen, hablan de los problemas en sus conferencias y en sus publicaciones, pero nunca los solucionan. ¿Por qué? Porque la gran mayoría de ellos nunca se ha detenido a escuchar a la gente y sus problemas. Los expertos poseen el conocimiento y la gente sabe de sus problemas.
¿Cuál es entonces la labor de nosotros los diseñadores? Tenemos que ser el puente entre ambos, sentarlos en la mesa y darles el método para que se comuniquen. Esa es nuestra labor, diseñar los métodos para que estas dos partes trabajen juntas. ¿Y qué característica debe tener este nuevo diseño para un mundo mejor? Según Don Norman en su nuevo libro Design for a Better World el diseño debe ser significativo, sostenible y centrado en el ser humano. Ahora que lo acabe de leer, les cuento más.
Aquí pueden escuchar en formato de Podcast el webinar completo:
Quisiera cerrar con una cita textual del buen Don Norman que me llena de esperanza para el futuro ahora incierto de nuestra profesión como diseñadores, que como muchas otras profesiones, se ve en estos momentos amenazada por el uso y abuso de la Inteligencia Artificial. Dice el buen Don Norman: “Algo crítico a lo que debemos prestar atención de ahora en adelante, es a la forma en que vemos a los diseñadores, en cómo ellos contribuyen y en cómo los tenemos que capacitar para lo que tendrán que diseñar en el futuro. Los diseñadores del futuro.”
Una respuesta
Fenomenal! Muy certero, así nos trata la vida al migrar.