En el año 2011, la cantante Lady Gaga, quien en ese momento tenía más de 9 millones de seguidores en Twitter, diseñó y lanzó a la venta una pulsera para ayudar a las víctimas del tsunami en Japón. En solo 48 horas, había recaudado un cuarto de millón de dólares. Y, aunque un grupo de abogados la acusó de haberse quedado con parte del dinero, la realidad es que el uso de sus redes sociales para apoyar una buena causa fue exitosa. Pero no todos pueden presumir de tener ese mismo impacto.
Hace apenas unas semanas, el Instituto Nacional Electoral (INE) dio el banderazo de salida para los aspirantes a una candidatura independiente a la presidencia de México, permitiéndoles hacer la recaudación oficial de firmas ciudadanas suficientes, que les permitan contender legalmente por votos ese tan deseado puesto de elección popular. Son casi 870 mil firmas las que requiere cada aspirante para poder pasar a la siguiente etapa de la competencia electoral. Mismas que deben ser registradas en la aplicación móvil “Apoyo Ciudadano”.
Lo interesante es que esta competencia está desenmascarando una realidad; los followers y likes, no se traducen en votos, o firmas en este caso. Tomemos el caso del periodista Pedro Ferriz de Con. Quien tan solo en su cuenta de Twitter cuenta con poco más de 4 millones de seguidores. La lógica indicaría que recolectar 870,000 firmas, es decir, 21.75% de su total de seguidores, sería tarea sencilla, ¿no? Al cierre de este texto, apenas había logrado 13,555 firmas. Que significa menos del 2% del total que requiere para aparecer en la boleta del próximo año.
Otro ejemplo lo tenemos en Jaime Rodríguez “El Bronco”; actual gobernador de Nuevo León y quien ostenta en Facebook casi 1.3 millones de likes. Él va a la cabeza en recolección de firmas con 95 mil. Pero aún está lejos pues ese número significa apenas el 11% de las que necesita tener para competir por boletas el mes de febrero próximo.
Llama la atención el caso de Marichuy, aspirante indígena a la candidatura presidencial. Quien sin usar ninguna red social, va en tercer lugar de la competencia de votos con casi 24 mil firmas.
Esto es un claro espejo de lo que ya se viene viendo con los influencers digitales: millones de likes, miles de views en cada video de YouTube, pero al momento de realizar una campaña para alguna marca o institución (por la que llegan a cobrar cifras estratosféricas), muestran una enorme incapacidad de movilizar a esos mismos seguidores, de llevarlos a concretar una acción. Sin lugar a dudas, aún estamos muy lejos de lograr una real persuasión si usamos solamente métodos digitales.